jueves, 18 de julio de 2019

BREVES HISTORIAS DE OMEGA III

BREVES HISTORIAS DE OMEGA III



PRIMERA EXCURSIÓN A LAS MONTAÑAS NEGRAS

NOTA EXPLICATIVA: Cuando esbocé lo que ocurriría en el planeta Omega al hacerse cargo la inteligencia artificial, HDM-24, de todos los aspectos del funcionamiento de cualquier sociedad, que generalmente está a cargo de diversos grupos o colectivos de ciudadanos, no me rompí mucho la cabeza, me limité a pensar que el planeta entero se pondría a los pies de un maravilloso artilugio que les iba a permitir librarse del castigo divino que ha supuesto siempre el trabajo en cualquier tipo de sociedad.

Más tarde reflexioné y comprendí que aquello era muy poco verosímil, incluso cuando te dicen que no tendrás que trabajar nunca más y que te darán todo lo necesario, incluso lo accesorio, sin mover un dedo, siempre hay quienes se asustan, temen ser controlados y prefieren seguir como antes. Era preciso esbozar una oposición, aunque fuera mínima. De esta manera surgieron los grupos rebeldes contra alguna faceta nueva de la sociedad futurista que les imponía la inteligencia artificial, aunque todos ellos aceptaban la logística elemental que les permitiría sobrevivir sin trabajar. Luego pensé que era poco, necesitaba un grupo rebelde a todo lo que supusiera un cambio drástico en la forma de vivir omeguiana. Así surgieron los granjeros rebeldes, un grupo importante de ciudadanos que se negaban a que toda su vida fuera truncada por la planificación disparatada de una máquina. No podían seguir conviviendo con el resto de ciudadanos y necesitaban una zona geográfica donde desenvolver su vida, dedicada a la agricultura y a la ganadería, intentando sobrevivir de forma autárquica.

Decidí instalarlos en las Montañas Negras, una especie de Himalaya omeguiano, por razones prácticas a la hora de desarrollar la historia. Los granjeros rebeldes tienen una gran importancia en los primeros capítulos de “Diario de Ermantis” la primera novela de la trilogía. Allí se cuenta la infancia de Ermantis en las Montañas Negras. El que luego será presidente del Consejo planetario de Omega nace entre los rebeldes y solo un cúmulo de circunstancias le llevarán a Vantis, la capital de Omega, donde establecerá contacto con “H” y ambos serán protagonistas de una compleja y dramática historia. En esos capítulos apenas se cuenta nada de los contactos entre granjeros rebeldes y el resto de la población. Decidí aprovechar todo lo que había anotado en libretas y cuadernos sobre el tema y que me pareció una pena desaprovechar. Este relato es solo una breve pincelada sobre el tema que será desarrollado en numerosos capítulos de estas breves historias, especialmente en “El mesías de Omega”.

PRIMERA EXCURSIÓN A LAS MONTAÑAS NEGRAS

Cuando Lía Urmonita nos propuso que todo el grupo hiciera una excursión a las Montañas Negras, para conocer a los granjeros rebeldes, hubo asentimiento general con entusiasmo. Después comprendimos que no iba a ser fácil. Lo comentamos con “H” y él nos aseguró que tendría lista la logística de la operación en unos días, es decir, naves, equipaje y todo lo necesario para nuestra supervivencia en las montañas. El problema estaba en conseguir autorización del consejo de ancianos de los granjeros rebeldes. Sin ella no habría naves, ni logística. Si queríamos ir por nuestros propios medios “H” no nos lo impediría. Eso nos pareció gracioso y todos nos burlamos del sentido de humor del bueno de “H”.

Cuando antes de una semana se nos facilitó un plan estratégico y logístico muy completo sobre el viaje y la inteligencia artificial nos recomendó que en venticuatro horas le facilitáramos una lista definitiva de los viajeros, de las pertenencias que cada uno deseara llevar consigo, de las actividades a desarrollar en las montañas negras y los que quisieran vivir y comer en la nave, el resto se adaptaría a la vida de los granjeros, todos nos llevamos una gran sorpresa y cada uno opinó sobre cómo se las habría arreglado el bueno de “H” para solucionar los problemas de la expedición en tan corto espacio de tiempo.

Teniendo en cuenta que no podía comunicarse con los granjeros a través de la holovisión o el monolito, como hacía con sus fieles, puesto que aquellos habían renunciado a toda esta tecnología; habida cuenta de que “H” era una inteligencia artificial y sus manifestaciones “humanizadas” requerían de una tecnología mínima; siendo al parecer imprescindible que una nave tripulada por un robot de protocolo de primera viajara a las montañas negras, estableciera contacto con los lugareños y consiguiera que aceptaran hablar con “H” por su mediación y de esta forma se estableciera un “diálogo” largo y tenso, el hecho de que solo hubiera tardado una semana en conseguirlo era algo casi milagroso. Nos preguntamos si la inteligencia artificial no habría diseñado un protocolo de emergencia y de alguna forma que se nos escapaba bien podría estar en contacto con el consejo de ancianos de los granjeros. Esta era una incógnita que anotamos en nuestra agenda, para intentar desvelar “in situ”.

Dos naves fueron suficientes para trasladar a toda la expedición, fue agradable, al menos eso supongo porque me quedé dormido y no desperté hasta minutos antes del aterrizaje, y sin incidencias reseñables. Nuestro piloto era un robot de clase MX-1, perfecto para tareas, tales como el pilotaje de naves y otros vehículos y como robot de protocolo. En cuanto tomamos tierra en el Valle de la Muerte, MX-1 nos pidió que permaneciéramos en el interior de la nave durante unos minutos. A través de las ventanas le vimos caminar con soltura hacia un grupo de granjeros rebeldes que aguardaban tranquilamente, a la sombra de unos árboles. La charla no duró mucho, el robot regresó y nos hizo salir de uno en uno, acompañándonos hasta la embajada de los granjeros, que según pudimos ver, conforme nos acercábamos, se trataba de un respetable grupo de ancianos.

Mi asombro no tuvo límites cuando el robot se vio obligado a hacer de intérprete entre los ancianos y los miembros de la expedición. ¿Acaso ignoraban el omeguiano estándar? Aunque según la documentación que recabé de “H” sobre los granjeros rebeldes éstos llevaban siglos encerrados en aquel reducto natural, ajenos a la evolución de la sociedad omeguiana, el idioma que todos utilizábamos para comunicarnos era conocido y utilizado por todos desde hacía casi tanto tiempo como los granjeros llevaban aislados. Incluso durante la época del turismo más feroz, cuando Omega fue literalmente invadida por las clases más pudientes de las sociedades de los planetas habitados del Cuadrante, incluso entonces los granjeros rebeldes ofrecieron tal resistencia que el Consejo Federado de Gobiernos Omeguianos, la C.F.G.O, claro antecedente de nuestro actual Consejo Planetario de Omega, se vio obligado a cerrar al turismo toda la zona de Las Montañas Negras. Algo que no supuso gran quebranto puesto que la mayoría de los turistas eran ricachones hedonistas que preferían las playas y los lujosos hoteles de Vantis a una aventura arriesgada en un clima tan extremo y en un entorno tan salvaje como fue siempre el de la zona, incluso antes de la legendaria batalla del Valle de la Muerte.

Algunos miembros de la expedición eligieron quedarse a dormir y a comer en las naves, muy inseguros ante lo que una comunidad tan arcaica pudiera ofrecerles, pero acabaron por aceptar acomodo en las granjas más próximas, como todos, al enterarse de que el Consejo de ancianos había denegado el acceso a sus granjas y bosques de cualquier medio de transporte que no fuera el de tracción animal, y que las distancias eran tan enormes que regresar a las naves para dormir, no digamos para recibir las habituales remesas de alimentos a través de los monolitos teletransportadores que formaban parte consustancial en todos los hogares o naves de transporte, era físicamente imposible.

La comunicación con el Consejo de ancianos fue muy fluida, a pesar de la dificultad que supuso el que nuestro robot de protocolo MX-1 tuviera que estar presente en todas las conversaciones. A todos nos pareció apasionante conocer de primera mano la historia, tradiciones y forma de vida de aquellas comunidades que habían renunciado a todo progreso para llevar una vida sencilla, natural y muy espiritual. Según pude entender, el gran aglutinador de las numerosas comunidades de granjeros, extendidas por toda la zona, era el culto a la Mente Universal, una especie de religión, o más bien de filosofía, que creía en la existencia de una poderosa mente universal, algo así como la mente del cuerpo-universo, lo mismo que nosotros tenemos una mente en el interior de nuestros cuerpos.

Cada miembro de la expedición se interesó por todo aquello que fuera propio de su disciplina académica. Eso obligó a una estricta organización, habida cuenta de que solo podíamos disponer de un robot de protocolo para toda la expedición. Los granjeros que nos acogieron eran, en general muy amables con nosotros y gustaban de compartir su vida y costumbres, aunque todos se negaron a que les habláramos del tipo de vida que se llevaba en la sociedad civilizada a la que pertenecíamos. Todo fue bien hasta que comenzamos a sufrir el acoso de una partida de jóvenes granjeros, que contra la decisión de su Consejo de ancianos, habían decidido arrojarnos de sus tierras, incluso utilizando la violencia. Como los ancianos no pudieran garantizarnos la integridad física y “H” se negara a facilitarnos armas defensivas, decidimos regresar a las naves y volver a Vantis, aunque no sin antes prometernos realizar una segunda expedición, para lo cual deberíamos convencer a nuestra inteligencia artificial de que nos proveyera de armas aturdidoras y organizara una logística más práctica.

(Notas extractadas del diario de Aris Orbotón, rector de la universidad de Vantis, y de su cuaderno de campo, ambos manuscritos)

Continuará.

No hay comentarios:

Publicar un comentario