jueves, 19 de mayo de 2022

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XIX

 

-Y ya hemos vuelto. Antes de restablecer sonido e imagen debo decirles que tenemos grabado todo lo que ha ocurrido en directo durante la publicidad, pero no vamos a mostrárselo, no al menos de momento porque Alierina se enfadaría mucho y queremos que este programa continúe y termine bien, todos alegres, todos felices y pasando un buen rato, que es de lo que se trata. Ya hemos dado el aviso a nuestra intrépida reportera y ustedes, los holovidentes, pueden cantar con nosotros la cuenta atrás. Cinco, cuatro, tres, dos uno y dentro.


-Alierina, aquí estamos de nuevo, deseando que nos cuentes lo que ha pasado y lo que prevés que va a ocurrir durante ese almuerzo al aire libre que todos envidiamos, hasta el punto que si no tienes inconveniente vamos a dejar que asumas el protagonismo absoluto mientras nosotros trasegamos los alimentos que nos ha preparado producción, porque como sabes en un programa de veinticuatro horas hay que comer y atender a nuestras necesidades físicas que son las que son, para qué nos vamos a engañar. Vamos a cortar la imagen y el sonido en el plató y te dejamos con los holovidentes, que son todos tuyos desde este momento. Volvemos en cuanto hayamos finalizado el refrigerio. Que os aproveche.


-Gracias, Arminido, igualmente os deseamos. Y ahora que no nos escucha puedo decir que estoy segura de que ha grabado nuestra conversación durante la publicidad. Lo que él no sabe es que poseo partidarios en el equipo de producción a los que he sugerido que también graben su conversación durante el refrigerio. Si él falta a su palabra y difunde lo que ha ocurrido aquí, que no ha sido gran cosa, yo también lo haré con lo que ocurra allí. Vosotros, los holovidentes, podéis pensar que Arminido y una servidora somos enemigos mortales, que nos llevamos a matar, que siempre estamos a la greña y que cualquier día de estos acabaremos muy mal. No es así, o al menos no es para tanto. En realidad somos amigos, compañeros, nos profesamos el afecto normal en estos casos, pero un poco de gresca de vez en cuando intriga a nuestros espectadores, hace más entretenida la transmisión y les divierte, que es de lo que se trata. No creo que los programas oficiales de “H” sean tan divertidos y tan humanos. Lo digo sin saber muy bien lo que digo, porque apenas veo esos programas, casi nunca, por lo que hablo por hablar. A todos los que trabajamos en este canal nos gustaría atraer a los espectadores del resto de canales, que son muchos, y no porque nuestra vida fuera a cambiar mucho, sin embargo nada me satisfaría más que cambiar la mentalidad de los omeguianos y convertirlos a nuestra causa.


“Dicho esto, continuemos con la transmisión. Este simpático koori sigue dormidito entre mis pechos. Es tan deliciosamente tierno que estoy pensando en adoptarle y llevarlo a mi casa como mascota. Si dudo es porque no se permite la adopción de un solo koori, no sobreviviría sin su familia. Y toda una familia de kooris en casa puede convertir mi vida en un caos, que ya lo es, pero más, mucho más. Nuestro mayordomo robótico está manteniendo a raya al resto de la tribu, ha disparado una serie de diminutas sondas que expiden un olor muy peculiar, que vuelve locos a estos divertidos animalillos. Como pueden ver están siguiendo a las sondas por todo el claro. Mientras dure el efecto podemos disfrutar de este almuerzo campestre tan delicioso. Nuestros invitados han pedido los platos que más le gustan del dispensador que posee nuestro transporte. Algo que hacen todos los días en su casa, por lo que la única novedad es poder hacerlo al aire libre, tomando el sol o la sombra y mirando los árboles y el cielo. En cambio Rosalindra y yo disfrutamos de alimentos naturales y ecológicos suministrados por la producción del programa y por la propia Rosalindra que ha traído de los huertos de los cuidadores del zoo. La mayoría de ellos viven en él, no por obligación si no por devoción, adoran vivir entre estos animalitos y aquí tienen sus casas y sus huertos. ¿No es así, Rosalindra?


-Así es, entrañable amiga. Los cuidadores somos vocacionales, amamos a los animales y hemos solicitado este puesto que estaría perfectamente cubiertos por los cuidadores robots. No queremos caer en la molicie y degeneración que “H” ha propiciado entre los omeguianos, con la mejor de las intenciones, por supuesto, pero así es y así será hasta que esto cambie algún día. Ya veo que has probado la ensalada, querida Alierina. ¿Qué me dices?


-Deliciosa, amiga, realmente deliciosa. ¿Qué me dice, Elielina, no quiere probar la ensalada?


-No, gracias. La comida no es precisamente uno de mis placeres preferidos. Te confieso, aunque ello sea desvelar mi intimidad más íntima, algo de lo que soy bastante celosa, que a veces descuido los horarios de comida y “H” debe recordármelo bajo la amenaza de inyectarme en vena todos los elementos que necesita mi cuerpo. Si no estoy equivocada –tú lo sabrás mejor que yo- ese es un problema serio que afecta a gran parte de la población. La vida en el metaverso es tan completa que nos cuesta desconectar, incluso para comer, hasta para dormir, mucho más para salir de casa y ver el mundo que ahí aquí fuera. Esta es una experiencia nueva para nosotros y reconozco que tiene su encanto e interés, pero mucho me temo que si fuera posible no desconectarse, poder vivir sin comer, sin dormir, sin necesidad de saber lo que hay en el mundo que vosotros llamáis real, muchos lo haríamos, sin dudar.


-Pero eso es terrible, Elielina. ¿Para qué necesitáis entonces vuestros cuerpos?


-Me gustaría acompañaros a ver a “H” si al final conseguís el permiso. Le pediría que congelara nuestros cuerpos y nos dejará para siempre en el metaverso. No quiero que los destruya porque nunca se sabe, tal vez algún día nos podamos llegar a aburrir de esa vida, aunque no lo creo.


-Disculpadme, pero observo que los kooris parecen haberse cansado de seguir el olor, o puede que las sondas se hayan vaciado. Ahora nos invadirán y se pondrán a jugar con nosotros, gastándonos toda clase de bromas pesadas. ¿No es así, Rosindra?


-Mucho me temo que estás en lo cierto. Vamos a intentar terminar el almuerzo a la mayor velocidad posible. Rara vez los kooris permiten hacerlo en estas excursiones diarias. Comer con ellos zumbando a nuestro alrededor puede resultar una pizca desagradable.


-Ya los tenemos aquí, están saltando desde los árboles más cercanos y los más atrevidos olisquean nuestros alimentos y juegan con ellos. Querida Rosindra, antes de que despierten a mi bebesito, ¿Puedes hacer algo para marcarlo, tal vez, solo tal vez, me decida a adoptarlo a él y a su familia?


-Por supuesto, Alierina. En este bolsillo de mi traje llevo un marcador invisible e indoloro. Si me permites, puedes sacarlo con cuidado de entre tus senos y le dejaré marcado. No es necesario que lo haga con el resto de su familia, que no sabemos cuántos y cuáles son, porque si te decides a adoptarlo ya acudirán a su rescate.

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