-Querida Rosindra, espero que ningún koori se haya quedado
escondido en el interior o se haya aferrado a algo en el exterior y nos veamos
obligados a regresar.
-No sería la primera vez que sucede. Estos pequeños demonios
son capaces de todo con tal de divertirse.
-Perdona. Acabo de caer en la cuenta de que estamos volando y
no sé muy bien cómo hemos podido despegar con semejante caos. ¿La nave tiene
piloto automático, o la pilota un robot o es un voluntario tan discreto que ni
siquiera nos hemos dado cuenta de su presencia?
-En efecto. Buena pregunta. La mayoría de las naves al
servicio del zoológico son pilotadas por robots, salvo excepciones hay dos
tripulantes robóticos, uno pilota la nave y el otro es un mayordomo para todo,
como has podido ver. Existen voluntarios que pilotan naves, como existen guías,
como yo, que hacen los honores a los visitantes. También hay guías robóticos,
porque nunca tenemos voluntarios suficientes para atender todas las necesidades
de este complejo, muy visitado en verano y menos en invierno. Esta nave está
pilotada por un voluntario al que no has visto porque permanece en su cabina,
allí al fondo, separada del resto de la nave por un mamparo. Es un chico un
tanto rarito al que le gusta comer en su cubículo y nunca sale a comer con los
demás, guías y visitantes. Se llama Loirni.
-¿Puedo entrevistarlo?
-No le gustará, pero está obligado a seguir los protocolos.
Si quieres podemos intentarlo, ahora que parece que todo está en calma.
-Pues vamos allá.
-Como pueden ver nuestros queridos holovidentes, esta pequeña
nave es un prodigio tecnológico, se mantiene siempre en horizontal sin la menor
sacudida y despega y aterriza desplazándose en vertical hacia arriba o hacia
abajo. No voy a entrar en detalles técnicos, porque los desconozco y porque se
lo pueden preguntar a nuestros colaboradores técnicos que participan en otros
programas de este canal y también en el segundo canal que ha comenzado a emitir
no hace mucho tiempo. Nos desplazamos sin problemas, como en suelo firme. Ahora
Rosindra ha oprimido un intercomunicar con la cabina.
-¿Qué quieres, Rosindra?
-Hola, Loirni. Como sabes estamos en directo en el canal 1 de
Omega humanizada. Alirina, la reportera que nos acompaña, quiere hacerte unas
preguntas. Será breve. ¿Podemos pasar?
-Sabes que no me gusta interactuar con los visitantes, pero
dadas las circunstancias y que el protocolo así lo exige, aceptaré unas breves
preguntas.
-Estamos en el interior de la cabina. Un cubículo diminuto,
como pueden ver los holovidentes. Nuestro piloto se llama Loirni y es un guapo
mozo, bastante joven, que viste un uniforme en color verde, plagado de dibujos
de animales. Vamos a comenzar la entrevista y procuraremos que sea breve. ¿Cómo
es que se dedica a pilotar naves en el zoo de Vantis, pudiendo estar tan
ricamente en su casa, disfrutando de todas las comodidades que nuestra
civilización nos otorga sin trabajo y sin mérito alguno por nuestra parte? ¿Es
usted de los nuestros, querido Loirni, quiero decir de los que pensamos que la
vida no es vida si todo se nos da a la boca, sin el menor trabajo y sin la
libertad de hacer lo que queramos, cuando queramos, sin que una inteligencia
artificial guie nuestros pasos?
-A la primera pregunta contesto que en parte estoy aquí
porque necesito créditos para la construcción de mi casa independiente. Sí, soy
joven, y anhelo independizarme de mis padres, pero para ello necesito conseguir
suficientes créditos y convencer a “H” de que soy un nuevo ciudadano omeguiano
con el derecho a ser independiente y formar una nueva familia, si quiero y si
no quiero, no, puedo vivir solo como hacen muchos. La segunda razón, y no menos
importante es porque me gustan los animales. Cuando no tengo trabajo y hay
alguna nave libre, he sido autorizado por “H” para viajar por el zoológico y
establecer contacto con los animales. Algunos ya me conocen y me saludan cuando
me ven. En cuanto a la segunda pregunta, debo decir que me gusta la vida que
nos proporciona nuestra inteligente y bondadosa IA, si bien me gustaría que
hubiera más omeguianos que vivieran la vida como se debe vivir, en contacto con
la realidad y no idiotizados permanentemente por el mundo virtual. En ese
sentido comparto algunas cosas con ustedes y suelo ver sus canales de vez en
cuando. ¿Alguna pregunta más?
-Pues sí, me gustaría saber por qué estas naves no vuelan en
automático, dirigidas por el bueno de “H” y necesitan pilotos robóticos o
voluntarios. Usted debe saberlo.
-Que “H” podría pilotarlas todas, es evidente, si puede con
la logística de todo un planeta, podría hacerlo. Si no lo hace es porque le
gustaría que tanto ciudadanos como robots tuvieran sus propias vidas y fueran
más activos, en lugar de convertirse en patéticos habitantes del mundo virtual.
Sí, ya sé lo que me va a preguntar. ¿Cómo puedo saber lo que piensa “H”? Pues
bien, hablo mucho con él, algo que deberían hacer todos los omeguianos. Y en
cuanto a que los robots no viven en el mundo virtual, por ahora no, gracias
sean dadas a quien haya que darlas, pero sí sé de algún caso de un robot al que
sus amos le pusieron el casco virtual, en una broma sin gracia, y luego hubo
que llevarlo al taller de reparación porque se pasaba las horas muertas,
navegando virtualmente, sin hacer caso de nadie. Sí, también lo sé porque me lo
ha dicho “H”. Y ahora, si no hay más preguntas, me gustaría seguir con mi
trabajo.
-Una última pregunta, paciente Loirni. ¿Qué futuro le
gustaría tener cuando consiga su casita?
-Quiero que tenga una gran extensión de terreno, para tener
allí a todas mis mascotas, que serán muchas y robots que cuiden de mis nenes y
cuanto sea necesario para que todas ellas lleven una vida muy feliz. Viviré
solo mientras no encuentre a la mujer de mi vida, que sería Rosindra, si ella
quisiera. Continuaré trabajando en el zoológico y nunca me pondré el casco
virtual, porque la vida real es mucho más agradable. Y ahora…
-Sí, paciente Loirni, le dejamos con su trabajo. Gracias por
su amabilidad.
-Ya estamos fuera del cubículo. Rosindra ¿por qué no quiere
convivir con Loirni, parece un buen chico?
-Aún soy joven para atarme a nadie. Ni siquiera sé si deseo
pasar por la complicada experiencia de vivir con alguien. A Loirni me une
nuestro mutuo amor a los animales, pero no sé si sería suficiente para que
nuestra convivencia fuera posible.
-Muchas gracias, Rosindra, por tu generosidad al contestar
preguntas tan personales e íntimas. Y ahora, queridos holovidentes, les
adelanto nuestro programa para el resto del día. Nos dirigimos a la hacienda de
Artotis, donde nos espera su esposa Arleina, junto con su numeroso servicio
robótico. El propio Artotis hará de anfitrión desde el estudio y nos presentará
a su pequeña manada de kaeros dirigida por su matriarca, Kaerina, que en cierta
ocasión salvó la vida de nuestro tertuliano. Pero eso mejor nos lo contará él.
Luego nos desplazaremos por Vantis, que seguro nuestros anfitriones nunca han
visto en su totalidad. Y para rematar, regresaremos a su casa, cenaremos y les
acompañaremos en su viaje virtual cuando se pongan el casco. Cómo lo haremos es
una gran sorpresa que no vamos a desvelar. Me comunican que Arminido y nuestros
tertulianos ya están de regreso de su ágape. Así que le paso a él la
comunicación, que ya tengo la garganta rasposa de tanto hablar.
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