sábado, 1 de octubre de 2022

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXII

 


-Hola Alirina y la compañía. Retomamos desde aquí el programa, una vez satisfechas nuestras necesidades biológicas más básicas. No, no hemos estado viendo el programa mientras almorzábamos. Nuestras agotadas mentes necesitaban también un descanso. Tampoco vamos a pedirte que nos resumas lo ocurrido, puesto que nuestros holovidentes saben perfectamente lo que ha pasado y no vamos a hacer repeticiones inútiles. Mientras vosotros viajáis tranquilamente hacia la casa de campo, granja, mansión o como queráis llamarla de nuestro tertuliano Artotis, para ver a sus mascotas, sus simpáticos y amistosos caeros, vamos a hacer una conexión con la finca para que su esposa Arleina nos hable de los preparativos y cómo está allí la situación. No tenemos otra reportera que nos haga los honores porque hemos pensado, atinadamente, que podría hacerle la competencia a Alirina, se producirían roces y demás molestias que generan estas situaciones, por lo que Arleina hará de reportera, con la ayuda de nuestro dron favorito Discretus, sin número de serie, porque es único. Así pues, Arleina, cuéntenos. Por favor no salude a su esposo Artotis, porque si toma la palabra ya no la soltará. Ya tendrán tiempo de saludarse, hablar, besarse y lo que consideren conveniente cuando se vean, que no será ahora ni dentro de un rato, porque el bueno de Artotis ha aceptado permanecer aquí como tertuliano en lugar de intervenir desde su finca. Ha ayudado un pago especial en créditos que seguramente utilizará para sus proyectos de mejorar la vida de sus mascotas. Adelante, Arleina.

-Je,je. Usted le conoce bien, Arminido, pero yo aún mejor, y los holovidentes lo irán conociendo tan bien como usted y como yo. Saludos cordiales desde nuestra finca, llamada Caerniense en honor ya saben ustedes a quién. Nombre que le puso Artotis y que yo acepté. No vamos a discutir por ello. Si nuestro adorable Discretus deja de enfocar un instante mi adorable hermosura, podremos ver a nuestra manada de caeros paciendo allá a lo lejos, guiados por su lideresa Caerina. Ellos no saben que ustedes vienen, por lo que me he visto obligada a montar a mi equanus favorito, Arti –los holovidentes deducirán en honor a quién le puse ese nombre- y acercarme cerca de las cuevas donde los caeros gustan de pacer, para atraerles hasta aquí. En dicha empresa fui ayudada por nuestro fiel Carti, un canius, muy fiel, muy cariñoso y muy hábil y por nuestro robotdrón Amantanimales, nombre que eligió para sí mismo tan pronto fue activado y que nunca hemos podido cambiar. Como verán los holovidentes su gracia es la de aprender todos los lenguajes animales y emplearlos con gran efectividad para hablar con ellos. Le he pedido a Discretus que no enfoque la casa para que puedan apreciarla y sorprenderse en cuanto lleguen. Como ya han comido les hemos preparado un bufé al aire libre con exquisitos y muy ligeros bocaditos, junto con deliciosas bebidas, sin el menor átomo de alcohol. Y ahora te devuelvo la conexión, Arminido, a ver qué haces con ella.

-Gracias Arleina. Pues lo que voy a hacer con ella es darle la palabra al doctor Noir para que nos hable de los géneros, las relaciones de pareja y otras cuestiones que será interesante recordar cuando Alirina se introduzca esta noche en Omostrón, esa especie de Metaverso creado por “H” para uso y disfrute de todo el mundo, menos nosotros que odiamos todo lo artificioso. Alirina hará esta noche una excepción para no dejar aparcada una forma de vida mayoritaria en Omega. Creo, si no me falla la memoria, que aún no le hemos concedido la palabra, por lo que le ruego brevedad y esquematización, no es necesaria una historia de la evolución del género y otras zarandajas en Omega y especialmente en Vantis que como saben todos ustedes es un mundo aparte. Como dicen en otras partes del planeta, a los vantianos hay que darles de comer aparte. Adelante, doctor Noir.

-Muchas gracias Arminido por la deferencia en dejarme hablar, cuando ya lo ha hecho todo el mundo. Seré breve y esquemático, como si me fuera en ello la vida. Los géneros y las relaciones de pareja evolucionaron de forma muy creativa cuando el Mesías de Omega, de quien parece hablarán en otro programa, llegó a nuestras costas en su portentosa nave intergaláctica y lo cambió casi todo, incluidos los géneros y relaciones de pareja que funcionaban con naturalidad, de forma parecida a cómo eran entre los animales salvajes, es decir, un caos bien administrado. Pero fue con el advenimiento de nuestro querido “H” cuando sufrieron una metamorfosis original e impensable. La portentosa medicina genética que nos trajo su cara presencia, entre otros muchos avances de todo tipo, hizo que los omeguianos, y especialmente los vantianos, tan suyos, pudieran dar rienda suelta a su creatividad. La causa fundamental de este nuevo horizonte fue, sin duda, la creación de Omostrón y la nueva vida virtual que pronto se hizo adictiva. Todo el mundo quiso probar el cambio de sexo, nuevas relaciones sexuales y de pareja y todo tipo de experiencias, la mayoría inútiles, que se podían permitir en el increíble metaverso que “H” puso a nuestra disposición y que yo, específicamente, no he probado, ni probaré nunca, como es natural siendo tertuliano de este programa, lo que significa que comparto la mayoría de las filosofías e ideologías que aquí se defienden. Al principio todo fue un caos, luego continuó siendo un caos, para al final atenuarse un poco, casi nada. Como saben en nuestro planeta hubo siempre dos sexos básicos, masculino y femenino, salvo en algunas especies animales, algunas muy raras, puesto que, si bien el sexo es la forma de reproducción básica, todos sabemos lo raritas que son algunas especies que ni siquiera se reproducen por sexo y utilizan mil formas imaginativas para que la especie siga reproduciéndose y sobreviviendo. Pues bien, en el Omostrón se pusieron de moda toda clase de tendencias. Algunos desearon cambiar de sexo, de cuerpo, de sexualidad, de especie, de todo lo que se les ocurrió –y eran muy imaginativos- y el bueno de “H” no encontró motivo para disuadirles o prohibirles semejantes desmanes que les hubieran vuelto locos a todos de no ser por la estricta vigilancia que la máquina de Helenio de Moroni ejerce sobre todos los que han aceptado sus condiciones, excepto nosotros, que queremos vivir aparte, pero aprovechando ciertas ventajas, no como los granjeros de las montañas Negras. La consecuencia de todo ello fue que muchos cambiaron de cuerpo, cambiaron de sexo, cambiaron de pareja, cambiaron de sexualidad, cambiaron de casi todo. Como he dicho solo la vigilancia de “H” logró que siguieran cuerdos. Menos mal que ya por entonces existían pocas relaciones sociales, familiares, extracraneanas, por lo que aquel desmán no se notó demasiado en las vidas corrientes de los omeguianos que vivieron aquella época. Pocos se encontraron con un hombre que el día anterior había sido mujer, o con una mujer que había sido hombre, o con un niño que el día anterior había sido anciano, y así podría seguir. Todos los cambios acabaron pasando de moda puesto que solo los pocos que continuaban relacionándose pudieron epatar a sus semejantes. El resto se dio cuenta de que era una tontería cambiar tantas cosas para nada por lo que los cambios se siguieron produciendo en el metaverso, no así en lo que nosotros llamamos realidad y el resto una forma de vida en peligro de extinción. Ahora mismo existen todo tipo de familias, parejas y géneros, aunque los que ya han cruzado la línea roja o el umbral de un nuevo mundo sin sentido se limitan a vivir solos en el mundo real, que solo utilizan para conseguir créditos cuando necesitan algo en el metaverso. Las familias tradicionales, los géneros tradicionales, las parejas tradicionales, son una minoría. Siguen existiendo en las montañas Negras, entre los granjeros rebeldes y aquí, en Vantis, y en el resto del planeta, entre nosotros, los que solo aceptamos algunos avances técnicos de “H” que nos permiten vivir sin trabajar, aunque en otros tiempos, ahora muy remotos, esto era un trabajo y además muy bien pagado. Total, que resumiendo y esquematizando hasta la náusea, en Omostrón cada uno es y hace lo que quiere. En el mundo real esto sería un caos si la gran mayoría no hubiera visto la practicidad de quedarse como son o eran para conseguir créditos reales o relacionarse un poco, casi de pasada, con el resto de los omeguianos. Intuyo que la mayoría de nosotros nunca hemos pisado Omostrón y por lo tanto no sabemos qué se cuece allí. Lo mismo que gran parte de nuestros holovidentes, que estarían viendo otro canal o ninguno si se pasan los días y las noches encerrados allí, salvo cuando “H” los echa a patadas para evitar que su salud física y mental se deterioren gravemente y mueran, lo que sería un fracaso total del profesor Helenio de Moroni y su máquina infernal. Y eso es todo, salvo decir que todos estamos muy ansiosos por conocer Omostrón sin necesidad de contaminarnos, gracias a la intrépida Alierina, a quien adoro con toda intensidad y me gustaría invitar a cenar una noche de estas.

-Gracias, profesor Noir. Si esto es una esquematización que vengan los habitantes de otra galaxia y lo vean. Pues sí, todos estamos interesados en lo que vamos a ver con los ojos de Alierina. Y ahora vamos a dejar que Artotis nos cuente, por encima, cómo es su finca, lo que vamos a ver y la famosa aventura con los caeros.

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