-Hola Alirina y la compañía. Retomamos desde aquí el
programa, una vez satisfechas nuestras necesidades biológicas más básicas. No,
no hemos estado viendo el programa mientras almorzábamos. Nuestras agotadas
mentes necesitaban también un descanso. Tampoco vamos a pedirte que nos resumas
lo ocurrido, puesto que nuestros holovidentes saben perfectamente lo que ha
pasado y no vamos a hacer repeticiones inútiles. Mientras vosotros viajáis
tranquilamente hacia la casa de campo, granja, mansión o como queráis llamarla
de nuestro tertuliano Artotis, para ver a sus mascotas, sus simpáticos y amistosos
caeros, vamos a hacer una conexión con la finca para que su esposa Arleina nos
hable de los preparativos y cómo está allí la situación. No tenemos otra
reportera que nos haga los honores porque hemos pensado, atinadamente, que
podría hacerle la competencia a Alirina, se producirían roces y demás molestias
que generan estas situaciones, por lo que Arleina hará de reportera, con la ayuda
de nuestro dron favorito Discretus, sin número de serie, porque es único. Así
pues, Arleina, cuéntenos. Por favor no salude a su esposo Artotis, porque si
toma la palabra ya no la soltará. Ya tendrán tiempo de saludarse, hablar,
besarse y lo que consideren conveniente cuando se vean, que no será ahora ni
dentro de un rato, porque el bueno de Artotis ha aceptado permanecer aquí como
tertuliano en lugar de intervenir desde su finca. Ha ayudado un pago especial
en créditos que seguramente utilizará para sus proyectos de mejorar la vida de
sus mascotas. Adelante, Arleina.
-Je,je. Usted le conoce bien, Arminido, pero yo aún mejor, y
los holovidentes lo irán conociendo tan bien como usted y como yo. Saludos
cordiales desde nuestra finca, llamada Caerniense en honor ya saben ustedes a quién.
Nombre que le puso Artotis y que yo acepté. No vamos a discutir por ello. Si
nuestro adorable Discretus deja de enfocar un instante mi adorable hermosura,
podremos ver a nuestra manada de caeros paciendo allá a lo lejos, guiados por
su lideresa Caerina. Ellos no saben que ustedes vienen, por lo que me he visto
obligada a montar a mi equanus favorito, Arti –los holovidentes deducirán en
honor a quién le puse ese nombre- y acercarme cerca de las cuevas donde los
caeros gustan de pacer, para atraerles hasta aquí. En dicha empresa fui ayudada
por nuestro fiel Carti, un canius, muy fiel, muy cariñoso y muy hábil y por
nuestro robotdrón Amantanimales, nombre que eligió para sí mismo tan pronto fue
activado y que nunca hemos podido cambiar. Como verán los holovidentes su
gracia es la de aprender todos los lenguajes animales y emplearlos con gran efectividad
para hablar con ellos. Le he pedido a Discretus que no enfoque la casa para que
puedan apreciarla y sorprenderse en cuanto lleguen. Como ya han comido les
hemos preparado un bufé al aire libre con exquisitos y muy ligeros bocaditos,
junto con deliciosas bebidas, sin el menor átomo de alcohol. Y ahora te
devuelvo la conexión, Arminido, a ver qué haces con ella.
-Gracias Arleina. Pues lo que voy a hacer con ella es darle
la palabra al doctor Noir para que nos hable de los géneros, las relaciones de
pareja y otras cuestiones que será interesante recordar cuando Alirina se
introduzca esta noche en Omostrón, esa especie de Metaverso creado por “H” para
uso y disfrute de todo el mundo, menos nosotros que odiamos todo lo
artificioso. Alirina hará esta noche una excepción para no dejar aparcada una
forma de vida mayoritaria en Omega. Creo, si no me falla la memoria, que aún no
le hemos concedido la palabra, por lo que le ruego brevedad y esquematización,
no es necesaria una historia de la evolución del género y otras zarandajas en
Omega y especialmente en Vantis que como saben todos ustedes es un mundo
aparte. Como dicen en otras partes del planeta, a los vantianos hay que darles
de comer aparte. Adelante, doctor Noir.
-Muchas gracias Arminido por la deferencia en dejarme hablar,
cuando ya lo ha hecho todo el mundo. Seré breve y esquemático, como si me fuera
en ello la vida. Los géneros y las relaciones de pareja evolucionaron de forma
muy creativa cuando el Mesías de Omega, de quien parece hablarán en otro
programa, llegó a nuestras costas en su portentosa nave intergaláctica y lo
cambió casi todo, incluidos los géneros y relaciones de pareja que funcionaban
con naturalidad, de forma parecida a cómo eran entre los animales salvajes, es
decir, un caos bien administrado. Pero fue con el advenimiento de nuestro
querido “H” cuando sufrieron una metamorfosis original e impensable. La
portentosa medicina genética que nos trajo su cara presencia, entre otros
muchos avances de todo tipo, hizo que los omeguianos, y especialmente los
vantianos, tan suyos, pudieran dar rienda suelta a su creatividad. La causa
fundamental de este nuevo horizonte fue, sin duda, la creación de Omostrón y la
nueva vida virtual que pronto se hizo adictiva. Todo el mundo quiso probar el
cambio de sexo, nuevas relaciones sexuales y de pareja y todo tipo de
experiencias, la mayoría inútiles, que se podían permitir en el increíble
metaverso que “H” puso a nuestra disposición y que yo, específicamente, no he
probado, ni probaré nunca, como es natural siendo tertuliano de este programa,
lo que significa que comparto la mayoría de las filosofías e ideologías que
aquí se defienden. Al principio todo fue un caos, luego continuó siendo un
caos, para al final atenuarse un poco, casi nada. Como saben en nuestro planeta
hubo siempre dos sexos básicos, masculino y femenino, salvo en algunas especies
animales, algunas muy raras, puesto que, si bien el sexo es la forma de reproducción
básica, todos sabemos lo raritas que son algunas especies que ni siquiera se
reproducen por sexo y utilizan mil formas imaginativas para que la especie siga
reproduciéndose y sobreviviendo. Pues bien, en el Omostrón se pusieron de moda
toda clase de tendencias. Algunos desearon cambiar de sexo, de cuerpo, de
sexualidad, de especie, de todo lo que se les ocurrió –y eran muy imaginativos-
y el bueno de “H” no encontró motivo para disuadirles o prohibirles semejantes
desmanes que les hubieran vuelto locos a todos de no ser por la estricta
vigilancia que la máquina de Helenio de Moroni ejerce sobre todos los que han
aceptado sus condiciones, excepto nosotros, que queremos vivir aparte, pero
aprovechando ciertas ventajas, no como los granjeros de las montañas Negras. La
consecuencia de todo ello fue que muchos cambiaron de cuerpo, cambiaron de
sexo, cambiaron de pareja, cambiaron de sexualidad, cambiaron de casi todo.
Como he dicho solo la vigilancia de “H” logró que siguieran cuerdos. Menos mal
que ya por entonces existían pocas relaciones sociales, familiares,
extracraneanas, por lo que aquel desmán no se notó demasiado en las vidas
corrientes de los omeguianos que vivieron aquella época. Pocos se encontraron
con un hombre que el día anterior había sido mujer, o con una mujer que había
sido hombre, o con un niño que el día anterior había sido anciano, y así podría
seguir. Todos los cambios acabaron pasando de moda puesto que solo los pocos
que continuaban relacionándose pudieron epatar a sus semejantes. El resto se
dio cuenta de que era una tontería cambiar tantas cosas para nada por lo que
los cambios se siguieron produciendo en el metaverso, no así en lo que nosotros
llamamos realidad y el resto una forma de vida en peligro de extinción. Ahora
mismo existen todo tipo de familias, parejas y géneros, aunque los que ya han
cruzado la línea roja o el umbral de un nuevo mundo sin sentido se limitan a
vivir solos en el mundo real, que solo utilizan para conseguir créditos cuando
necesitan algo en el metaverso. Las familias tradicionales, los géneros
tradicionales, las parejas tradicionales, son una minoría. Siguen existiendo en
las montañas Negras, entre los granjeros rebeldes y aquí, en Vantis, y en el
resto del planeta, entre nosotros, los que solo aceptamos algunos avances técnicos
de “H” que nos permiten vivir sin trabajar, aunque en otros tiempos, ahora muy
remotos, esto era un trabajo y además muy bien pagado. Total, que resumiendo y
esquematizando hasta la náusea, en Omostrón cada uno es y hace lo que quiere.
En el mundo real esto sería un caos si la gran mayoría no hubiera visto la
practicidad de quedarse como son o eran para conseguir créditos reales o
relacionarse un poco, casi de pasada, con el resto de los omeguianos. Intuyo
que la mayoría de nosotros nunca hemos pisado Omostrón y por lo tanto no
sabemos qué se cuece allí. Lo mismo que gran parte de nuestros holovidentes,
que estarían viendo otro canal o ninguno si se pasan los días y las noches
encerrados allí, salvo cuando “H” los echa a patadas para evitar que su salud
física y mental se deterioren gravemente y mueran, lo que sería un fracaso
total del profesor Helenio de Moroni y su máquina infernal. Y eso es todo,
salvo decir que todos estamos muy ansiosos por conocer Omostrón sin necesidad
de contaminarnos, gracias a la intrépida Alierina, a quien adoro con toda
intensidad y me gustaría invitar a cenar una noche de estas.
-Gracias, profesor Noir. Si esto es una esquematización que
vengan los habitantes de otra galaxia y lo vean. Pues sí, todos estamos
interesados en lo que vamos a ver con los ojos de Alierina. Y ahora vamos a
dejar que Artotis nos cuente, por encima, cómo es su finca, lo que vamos a ver
y la famosa aventura con los caeros.
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