RELATOS DE A.T. III
Terminó de desayunar y le acompañé
hasta el servicio. A pesar de mi repulsión no podía dejar el contacto con su
mente o terminaría perdiendo la vinculación con aquel lugar físico que
necesitaba conocer como la palma de mi mano. Me alejé todo lo que pude para
percibir lo más atenuado posible el placer que le producía el acto escatológico
que estaba realizando, muy rápido por cierto, enseguida comprendí la razón.
Empezó a pensar con toda la libidinosidad de que era capaz su imaginación en la
viuda de su amigo y esta capacidad era mucha puedo asegurarlo. Su fantasía
tenía mucho más de brutal violación que de agradable y fácil seducción. No pude
evitar sentir asco a pesar de la atracción que empezaba ya a sentir por aquella
mujer por lo que me alegré cuando terminó de masturbarse y dejó que cuerpo y
mente se relajaran.
Esperé pacientemente a que
decidiera afeitarse, pero como tardaba se lo sugerí muy sutilmente haciéndole
ver lo feo que estaría si tuviera que ver luego a la viuda sin afeitarse. Este
brevísimo pensamiento le catapultó hasta el armario de baño de donde cogió los
utensilios necesarios para el afeitado y cuando por fin se enjabonó delante del
espejo pude contemplar a placer su rostro. Su cabeza era redonda y grande, a
pesar de su cuello de toro me pareció que pujar por aquel peso tenía que ser
todo un deporte. Su rostro coloradote estaba erizado de agrestes cerdas que
harían huir a la mujer más necesitada de caricias. Pero lo que más llamó
mi atención fueron sus ojos. Negros y duros, miraban con recelo y un odio
difícil de ocultar. Aquel hombre odiaba a todo el mundo, odiaba la vida, la
luz la oscuridad, incluso se odiaba a sí mismo, bueno esta era la razón
de que odiara tanto todo. Tan solo este odio se atenuaba frente a una mujer
atractiva que pudiera darle placer.
Mi mente estaba tan concentrada en
fijar sus facciones en mi consciencia que apenas tuve sensación alguna de su
afeitado. Terminó y se acercó otra vez a la cocina para beber un trago de agua
de una botella que tenía en el frigorífico. Debía haber cenado algo fuerte y
salado porque hasta mí llegaba la frenética actividad de su estómago e
intestinos, eructó con gran fuerza y su mujer, que aún seguía desayunando sin
prisa, le llamó guarro a lo que el contestó con una fuerte ventosidad. Momento
que aproveché para dejar su mente y quedarme en contacto con la de su mujer.
En mis anteriores vidas tuve un
cuerpo del sexo masculino. En el más allá las mentes no tienen sexo, no
obstante toda mente no es otra cosa que el conjunto de sus recuerdos por lo que
quienes nos recordamos con cuerpos masculinos nos consideramos mentes macho y
al contrario. Por eso el contacto con la mente de aquella mujer era una
experiencia difícil, no me adaptaba a las sensaciones de su cuerpo y menos en
aquellos momentos en que pude detectar un desarreglo hormonal propio del cuerpo
femenino. No estaba de muy buen humor y mis pensamientos masculinos podían
desequilibrarla más si no tenía cuidado así que tuve que inventar sobre la
marcha, la sugerí que las ideas raras que comenzaban a asaltarla procedían de
los desarreglos de la regla que aquel mes eran muy dolorosos. Ya más tranquila
comencé a sugerirla pensamientos que me dieran la información que necesitaba.
La sugerí pensara en su marido y
una oleada de repugnancia me invadió. Seguía con él por motivos económicos y
por los niños, pero el odio que sentía hacia su persona se iba acrecentando día
tras día. No le dejaba acercarse con intenciones sexuales y dormían separados
desde el día del accidente en el que había muerto el amigo después de una noche
loca en un prostíbulo. No se lo perdonaba y el frustrado deseo de que el muerto
hubiera sido él aún la consumía. En cambio tenía buen concepto de su amigo e
incluso se había sentido atraída por él. Trabajé esta idea hasta empezar a
sentir cómo su imaginación se desbocaba, su fantasía la llevaba a acostarse con
él, algo de lo que ahora se arrepentía no haber hecho o intentado por lo menos.
Con un toque aquí y otro allá pude gozar de la excitación que le producía
aquella fantasía. Llevaba mucho tiempo sin experimentar estos orgasmos
mentales con humanas que dicho sea de paso son más satisfactorios que los
revolcones con mentes femeninas que van perdiendo la intensidad de estímulos
que proporciona el cuerpo, muchas veces se pierden en sus recuerdos y se
olvidan de lo que están haciendo. La mujer, asombrada pero excitada, se dejó
llevar y juntando sus muslos se rozó suavemente hasta llegar al orgasmo. Luego
se relajó y dejando caer su cabeza sobre los brazos apoyados en la mesa se
quedó dormida.
Este es un momento delicado para
las mentes descarnadas que estamos en contacto con las mentes humanas, a pesar
de que no pueden vernos y su percepción de nuestra presencia es fácil de
transmutar en sueños o pesadillas no me gustan mucho estos contactos. Su mente
se sintió libre y alejándose un poco de su cuerpo empezó a jugar con la mía
como si fuera un sueño, lo que aproveché para hacerla revivir aquella
noche y los acontecimientos posteriores.
Ya de madrugada recibió una
llamada del hospital donde había sido internado su marido. La impresión había
sido tan grande que no pudo reprimir sollozos histéricos que confundieron a la
enfermera. La muerte de su marido era una noticia tan agradable que
perfectamente consciente se hubiera visto obligado a un gran esfuerzo para
disimular su alegría, la somnolencia la ayudó a reaccionar de una manera
perfectamente normal. La voz de la enfermera la consoló rápidamente, no su
marido no estaba muerto, saldría adelante, pero lamentaba decir que su
acompañante que no estaba identificado porque salió despedido del coche y se
perdió su documentación acababa de fallecer. Ella no sabía con quién había
salido de jarana esa noche, cosa por otro lado muy habitual, pero lamentaba
profundamente que no hubiera sido su marido el fallecido. Dio las gracias y se
dispuso a vestirse sin ninguna prisa, tenía que hacer el paripé de la mujer
desconsolada pero tampoco necesitaba correr.
Ya en el hospital la calmaron respecto
a su marido, pequeñas lesiones en la cara y un brazo roto pero no parecía
tener lesiones internas aunque tendría que estar unos días en observación. La
rogaron les ayudara a identificar a su acompañante. Tenía el cuerpo destrozado
y apenas le miró unos segundos, suficientes para que su rostro magullado le
resultara familiar. Era el marido de una vecina de su mismo edificio, un hombre
agradable y cortés a quien ella saludaba siempre con suave dulzura imaginando
que era con él con quien se había casado y no con la bestia parda de su marido.
Decidió llamar ella a su vecina,
era lo menos que podía hacer ya que según informaron su marido era el
conductor y la causa del accidente se debía al alto grado de alcohol en su
sangre. Tuvo que hacer de tripas corazón para abrazar a su vecina que se
desmoronó en sus brazos como un muñeco roto. La acompañó al cementerio
consolándola lo mejor que pudo y cuando su marido volvió a casa le obligo a
trasladarse a otra habitación y no volvió a dirigirle la palabra.
Aprovechando la imagen de la viuda
sugerí siguiera pensando en ella hasta hacerme una imagen bastante precisa de
su físico, luego la desperté para que me mostrara el resto de la casa, quería
contactar con la viuda pero no podía hacerlo hasta conocer bien aquel piso,a
donde tendría que volver con frecuencia ya que al parecer el fantasma campaba
allí sin respeto alguno. Tardó en levantarse dándole vueltas al sueño que
acababa de tener, solo pudo recordar que se trataba de una pesadilla referente
a la muerte de aquel hombre. La acompañé a su habitación, luego al servicio de
donde acababa de salir su marido que se estaba vistiendo en su habitación,
finalmente a la habitación de los niños a quienes tenía que despertar para
llevarles al colegio. Durante estos traslados conseguí que pensara en los
extraños fenómenos que venían ocurriendo en el piso desde el accidente, ella no
les daba ninguna importancia aunque empezaban a ser preocupantes para su marido
que había presenciado en solitario algunos fenómenos sumamente extraños de los
que se había visto obligado a hablar con ella para no volverse loco según
decía. Ambos habían presenciado juntos algún fenómeno telequinésico muy fuerte.
Decidí dejarla, ya tendría tiempo
de volver al tema aquella noche, si aún no había aparecido mi fantasma, que no
asomaba su invisible morro por ninguna parte. Quería conocer a la viuda que
sería el principal instrumento que utilizaría para intentar controlar a
aquel nuevo descarnado descontrolado. Di un toque a mi portadora para que
pensara un buen rato en su vecina y lo hizo con tal intensidad que la viuda
proyectó su mente hasta allí sobresaltada por la intensidad del pensamiento que
percibía como una obsesión de su mente.
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