Aprovechando la circunstancia
seguí aquella materia ectoplasmática, muy brillante debido a la intensidad del
pensamiento de su proyectante, de regreso a su espacio físico y bruscamente me
encontré en la cama con la viuda. Lo deduje porque su mirada recorría toda la
habitación sobresaltada como si hubiera sido despertada repentinamente y luego
volvía al blando lecho donde reposaba su cuerpo con gran placer. Seguí su mano
hasta la mesita donde estaba el despertador, lo cogió y comprobó la hora. Era
temprano para ella que no tenía que llevar niños al colegio. Su memoria se
remontó unos años atrás cuando un aborto estuvo a punto de matarla dejándola
estéril de por vida. Estaban pensando en adoptar un niño cuando su esposo se
había ido tan repentinamente que ahora, unos meses más tarde, aún seguía
alargando su mano hacia su cuerpo cuando se despertaba. Para mí era evidente lo
mucho que le había amado, que aún le amaba, porque sus sentimientos me llegaban
con absoluta nitidez. Aquella mujer sería una excelente médium si se dedicara a
interpretar el tarot o simplemente al espiritismo desnudo. Mi pensamiento debió
llegarle con nitidez porque inmediatamente pensó en la echadora de cartas que
tenían en la comunidad. Vivía unos portales más allá en aquel monstruoso
edificio, de tantos vecinos que temí perderme. Para los descarnados no existen
paredes que delimiten los espacios o las personas; esto, muchachos, es como un
inmenso y oscuro vacío donde solo la luz de la consciencia ilumina la noche
como lejanas estrellitas, solo que no hay distancias entre estrellas, piensas
en aquella y ya estás yendo hacia ella, lo malo es cuando no tienes una imagen
precisa, si piensas sólo en un punto de luz puedes salir disparado hacia
cualquiera de ellos, todos son iguales.
La mujer decidió asearse,
vestirse, desayunar y acercarse un momento a ver a la echadora de cartas,
necesitaba saber algo de su marido y de su futuro. Antes de llegar a ello tuvo
que pasar por momentos escatológicos que tuve que soportar con paciencia,
aunque esta vez derroché menos que con el zoquete que se había cargado a su
marido, sus sensaciones me producían una estimulación erótica muy agradable.
Aproveché esos momentos en que los humanos dejan su mente a su libre albedrío
para sondear sus recuerdos sobre la muerte de su esposo. Sentía por él un gran
cariño, le parecía un hombre bondadoso con todo el mundo y deseoso de ser padre
para explayar su fuerte instinto paternal. Ambos habían decidido ponerse al gratificante
trabajo de crear un hijo cuando la pesada insistencia del bruto de su amigo
para que le acompañara a una cena de una peña futbolística precipitó su muerte.
Llevaba una temporada
advirtiéndole sobre aquel viejo conocido de la infancia con quien se había
reencontrado en una reunión de la comunidad al poco de llegar a vivir al nuevo
piso. Él empezaba a huir con obstinación dándose cuenta de sus problemas
matrimoniales y de su baja catadura moral pero aquel error aceptando la
invitación que él se había tomado como una despedida del amigo no había podido
ser enmendado. Su entierro pesaba en su recuerdo como la experiencia más
angustiosa de su vida sobre la que se negaba a volver por lo que no pude sacar
mucho en limpio. La acompañé hasta la casa de la médium curioso por conocer los viejos trucos que empleaban los
humanos para hacerse pasar por interlocutores de las mentes descarnadas. Su
mente estaba ansiosa por encontrar un clavo ardiendo de esperanza al que asirse,
cualquier signo de que su marido estaba en el más allá viviendo una vida
cualquiera aunque ésta fuera dolorosa la consolaría y atenuaría su angustia. No
podía imaginarse el fin de la consciencia, de la vida y si para conseguir una
esperanza tenía que dejarse engañar estaba dispuesta aunque no se creía tan
tonta como pare aceptar las tonterías de cualquier sacamuelas.Antes de que
abriera la puerta la imagen de la mujer que estaba al otro lado me llegó con
gran fuerza. Hubiera podido dejarme llevar por la fuerza de su mente que me
atraía irresistiblemente pero preferí observarlo todo desde fuera, tanto como
una mente descarnada puede hacerlo que no es mucho si el control emocional no
es muy bueno y el mío aún deja mucho que desear. Ambas mujeres se saludaron con
gran cordialidad y afecto, no era la primera vez que mi portadora visitaba a la
médium buscando una rendija de luz en la oscuridad. La figura que apareció al
otro lado de la puerta y que ahora observaba con los ojos de la viuda mientras
aquella la precedía por el pasillo hacia el salón era una mujer pequeña con una
gran joroba en su espalda, deformación que pensé la habría conducido hacia la
profesión de médium como un cuerpo musculoso puede llevar a su portador hacia
algún deporte; más tarde confirmaría esa apreciación. Cuando se sentaron a la
mesa camilla, una enfrente de la otra y pude contemplarla a mi sabor la situé
en la cincuentena de años según el cómputo humano aunque su cara arrugada y
aquella joroba que la obligaba a inclinarse hacia delante como una abuela
maltratada por la artritis me podrían haber equivocado fácilmente. Vestía un
traje chaqueta con falta de buena factura que desentonaba dolorosamente con la
percha que lo sostenía., sus colores
eran muy discretos pero ello no aminoraba mucho la impresión que producía
puesto sobre un cuerpo tan deforme. Su rostro a pesar de todo era agradable,
casi se podría decir que bonito a pesar de sus arrugas gracias a la sonrisa que
no se borraba de sus labios finos en una boca pequeña. Era esta expresión de
perpetua alegría lo que ayudaba mucho a olvidar su defecto físico que sin
embargo ella parecía tener muy presente como podía deducirse de su mirada
ligeramente a la defensiva desde unos ojos negros y brillantes con una luz
atenuada de perpetua melancolía.Recapitulé todas las impresiones recibidas
hasta el momento fijándome mucho en el espacio físico donde habitaba la buena
señora. Por el pasillo mientras seguía a la viuda pude apreciar unos bonitos
cuadros describiendo temas esotéricos, diversos signos astrológicos, pirámides
sobre un hermosísimo desierto sobre el que caía la luz roja de la puesta de
sol, un completo mapa astronómica que cubría una gran parte de pared a la
derecha del pasillo antes de llegar a la puerta del salón y diversas figuras
relacionadas con el esoterismo como triángulos o estrellas de cinco puntas. El
salón estaba decorado con grandes cortinajes rojos en las paredes, numerosas
lámparas de pie extendiendo una fuerte luz roja por todo el recinto, colgaduras
y grandes cuadros imitando los arcanos mayores del tarot de Marsella hacían
pensar en una llamativa barraca de feria cuando no en un extraño prostíbulo
para clientes exquisitos o estrafalarios.
En el centro, sobre una mesa
camilla tambien revestida con un suave tejido de color rojo, una gran bola de
cristal destellaba reflejando la luz de las lámparas. Aquella decoración se
aproximaba más a lo que yo había
conocido tiempo atrás que lo visto hasta ahora en las dos casas que me hacían
comprender mejor que cualquier otra explicación el cambio de época. La viuda se
sentó en una silla de madera frente a la pitonisa que ya había tomado asiento
deseosa de terminar cuanto antes la sesión, no era una hora apropiada
según había comentado aunque ante la
insistencia de la mujer aceptó llevarla a cabo por la amistad que las unía,
aunque no tenía esperanzas de que saliera algo positivo de todo aquello. La
pitonisa barajó las cartas que tenía preparadas sobre la mesa y pidió a la
viuda que fuera escogiendo hasta que la mesa quedó llena de cartas boca arriba
formando un peculiar diseño.Fue entonces cuando se me ocurrió una arriesgada
idea que tal vez no hubiera llevado a cabo si hubiera dispuesto de algún tiempo
para pensar en los pros y contras. No sé por qué sentí el deseo de comunicarme
con los humanos, normalmente es una posibilidad que no interesa gran cosa a las
mentes descarnadas, al contrario nada más fácil y cómodo que manipular a un humano cuando se siente tan
seguro de su inviolabilidad como si estuviera encerrado en un bunker subterráneo
con mil medidas de seguridad. Por otro lado no disfrutaríamos de los pequeños
placeres que nos depara el contacto con ellos, tales como la comida o el sexo
si estuvieran siempre a la defensiva, pendientes de las mentes que pueden andar
rondando a su alrededor. Lo cierto era que no se trataba de la primera vez que se me ocurría semejante idea pero siempre la había
descartado por inútil y peligrosa. Ahora decidí llevarla a buen término deseoso
de experimentar un contacto más estrecho con los humanos después de tanto
tiempo sumergido en el mundo caótico de la infinita flexibilidad mental. De
buena gana hubiera dejado que la sesión discurriera por sus cauces lógicos, es
decir que la angustiada viuda no sacara de ella mas que unas torpes frases de
consuelo pero no podía desaprovechar la ocasión que se me presentaba para
sorprender a la pitonisa y ponerla de mi parte.La presencia del difunto y
alguna manifestación verídica de su presencia, tal como su voz encarnada a
través de la médium, sería una experiencia que ninguna de las dos mujeres olvidaría
y muy apropiada para llevar a cabo mis planes sin excesivas dificultades.
Sugerí a la viuda pensara con fuerza en la imagen de su marido y yo reforcé ese
pensamiento tratando de atraerle de forma irresistible. Mientras tanto la
pitonisa comenzaba su interpretación, la muerte rondaba en el pasado, lo que
sólo podía significar una cosa, todo el mundo en el barrio conocía su
desgracia. Contacté suavemente con la mente de la pitonisa y la sugerí una manifestación del difunto muy cercana en
el tiempo. Al oír sus palabras la viuda se estremeció y la intensidad de la
energía de su pensamiento aumentó con la intensidad de una fuerte carga
explosiva. Ahora si estaba seguro de que el difunto no permanecería silencioso
en su refugio, nadie podía ignorar aquella llamada angustiosa.Me preparé para
un contacto que podía ser muy violento, desprendiéndome ligeramente de la mente
de la viuda oteé en la oscuridad del más allá. A lo lejos un punto de luz se
acercaba a la vertiginosa velocidad que ningún científico humano comprendería
pero que para las mentes descarnadas es tan natural como para un humano un
viaje en automóvil. Ningún humano piensa
que la velocidad con que su mente se traslada hacia el pasado o a un hipotético
futuro en el tiempo por muy lejos que estén en el espacio o en el tiempo pueda
ser algo más que la facilidad con que la memoria saca de su baúl mágico los
recuerdos que desea. Si fueran conscientes de la facilidad con que la mente
viaja en el espacio y en el tiempo se lo pensarían dos veces antes de dar
rienda suelta a ese caballo desbocado.Conforme se acercaba un luminoso rostro
humano distorsionado de una manera repugnante por la cólera y nimbado por un gran halo de luz roja propia de estas
emociones se fue haciendo más y más grande hasta convertirse en un gran
ectoplasma luminoso. Reconoció rápidamente la mente de la mujer con la que
había estado unido tan estrechamente en la carne y se disponía a juntarse con
ella de la forma tan brutal y descuidada propia de los descarnados sin
experiencia cuando notó mi presencia como un pensamiento que no encajaba en la
mente de ella, sólo cuando formé un rostro sonriente comprendió de qué se
trataba la forma parasitaria que tanto le sorprendía. Su pensamiento me llegó
como una coz de mulo enfurecido. Quería saber quién era, qué hacía allí, que me
marchara y dejara en paz a su viuda y todo a la vez como una apestosa bocanada
de aire pútrido. Mantuve la sonrisa y me presenté como un colega descarnado en
visita más o menos oficial. Había sido enviado para hacerle desistir de sus
deseos de venganza y enseñarle un par de cosillas.El no admitió mi tono irónico
le parecía completamente fuera de lugar y tampoco comprendía que alguien
pudiera enviarme.
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