viernes, 19 de mayo de 2023

RELATOS DE A.T. IV

 


Aprovechando la circunstancia seguí aquella materia ectoplasmática, muy brillante debido a la intensidad del pensamiento de su proyectante, de regreso a su espacio físico y bruscamente me encontré en la cama con la viuda. Lo deduje porque su mirada recorría toda la habitación sobresaltada como si hubiera sido despertada repentinamente y luego volvía al blando lecho donde reposaba su cuerpo con gran placer. Seguí su mano hasta la mesita donde estaba el despertador, lo cogió y comprobó la hora. Era temprano para ella que no tenía que llevar niños al colegio. Su memoria se remontó unos años atrás cuando un aborto estuvo a punto de matarla dejándola estéril de por vida. Estaban pensando en adoptar un niño cuando su esposo se había ido tan repentinamente que ahora, unos meses más tarde, aún seguía alargando su mano hacia su cuerpo cuando se despertaba. Para mí era evidente lo mucho que le había amado, que aún le amaba, porque sus sentimientos me llegaban con absoluta nitidez. Aquella mujer sería una excelente médium si se dedicara a interpretar el tarot o simplemente al espiritismo desnudo. Mi pensamiento debió llegarle con nitidez porque inmediatamente pensó en la echadora de cartas que tenían en la comunidad. Vivía unos portales más allá en aquel monstruoso edificio, de tantos vecinos que temí perderme. Para los descarnados no existen paredes que delimiten los espacios o las personas; esto, muchachos, es como un inmenso y oscuro vacío donde solo la luz de la consciencia ilumina la noche como lejanas estrellitas, solo que no hay distancias entre estrellas, piensas en aquella y ya estás yendo hacia ella, lo malo es cuando no tienes una imagen precisa, si piensas sólo en un punto de luz puedes salir disparado hacia cualquiera de ellos, todos son iguales.

La mujer decidió asearse, vestirse, desayunar y acercarse un momento a ver a la echadora de cartas, necesitaba saber algo de su marido y de su futuro. Antes de llegar a ello tuvo que pasar por momentos escatológicos que tuve que soportar con paciencia, aunque esta vez derroché menos que con el zoquete que se había cargado a su marido, sus sensaciones me producían una estimulación erótica muy agradable. Aproveché esos momentos en que los humanos dejan su mente a su libre albedrío para sondear sus recuerdos sobre la muerte de su esposo. Sentía por él un gran cariño, le parecía un hombre bondadoso con todo el mundo y deseoso de ser padre para explayar su fuerte instinto paternal. Ambos habían decidido ponerse al gratificante trabajo de crear un hijo cuando la pesada insistencia del bruto de su amigo para que le acompañara a una cena de una peña futbolística precipitó su muerte.

Llevaba una temporada advirtiéndole sobre aquel viejo conocido de la infancia con quien se había reencontrado en una reunión de la comunidad al poco de llegar a vivir al nuevo piso. Él empezaba a huir con obstinación dándose cuenta de sus problemas matrimoniales y de su baja catadura moral pero aquel error aceptando la invitación que él se había tomado como una despedida del amigo no había podido ser enmendado. Su entierro pesaba en su recuerdo como la experiencia más angustiosa de su vida sobre la que se negaba a volver por lo que no pude sacar mucho en limpio. La acompañé hasta la casa de la médium curioso por  conocer los viejos trucos que empleaban los humanos para hacerse pasar por interlocutores de las mentes descarnadas. Su mente estaba ansiosa por encontrar un clavo ardiendo de esperanza al que asirse, cualquier signo de que su marido estaba en el más allá viviendo una vida cualquiera aunque ésta fuera dolorosa la consolaría y atenuaría su angustia. No podía imaginarse el fin de la consciencia, de la vida y si para conseguir una esperanza tenía que dejarse engañar estaba dispuesta aunque no se creía tan tonta como pare aceptar las tonterías de cualquier sacamuelas.Antes de que abriera la puerta la imagen de la mujer que estaba al otro lado me llegó con gran fuerza. Hubiera podido dejarme llevar por la fuerza de su mente que me atraía irresistiblemente pero preferí observarlo todo desde fuera, tanto como una mente descarnada puede hacerlo que no es mucho si el control emocional no es muy bueno y el mío aún deja mucho que desear. Ambas mujeres se saludaron con gran cordialidad y afecto, no era la primera vez que mi portadora visitaba a la médium buscando una rendija de luz en la oscuridad. La figura que apareció al otro lado de la puerta y que ahora observaba con los ojos de la viuda mientras aquella la precedía por el pasillo hacia el salón era una mujer pequeña con una gran joroba en su espalda, deformación que pensé la habría conducido hacia la profesión de médium como un cuerpo musculoso puede llevar a su portador hacia algún deporte; más tarde confirmaría esa apreciación. Cuando se sentaron a la mesa camilla, una enfrente de la otra y pude contemplarla a mi sabor la situé en la cincuentena de años según el cómputo humano aunque su cara arrugada y aquella joroba que la obligaba a inclinarse hacia delante como una abuela maltratada por la artritis me podrían haber equivocado fácilmente. Vestía un traje chaqueta con falta de buena factura que desentonaba dolorosamente con la percha que  lo sostenía., sus colores eran muy discretos pero ello no aminoraba mucho la impresión que producía puesto sobre un cuerpo tan deforme. Su rostro a pesar de todo era agradable, casi se podría decir que bonito a pesar de sus arrugas gracias a la sonrisa que no se borraba de sus labios finos en una boca pequeña. Era esta expresión de perpetua alegría lo que ayudaba mucho a olvidar su defecto físico que sin embargo ella parecía tener muy presente como podía deducirse de su mirada ligeramente a la defensiva desde unos ojos negros y brillantes con una luz atenuada de perpetua melancolía.Recapitulé todas las impresiones recibidas hasta el momento fijándome mucho en el espacio físico donde habitaba la buena señora. Por el pasillo mientras seguía a la viuda pude apreciar unos bonitos cuadros describiendo temas esotéricos, diversos signos astrológicos, pirámides sobre un hermosísimo desierto sobre el que caía la luz roja de la puesta de sol, un completo mapa astronómica que cubría una gran parte de pared a la derecha del pasillo antes de llegar a la puerta del salón y diversas figuras relacionadas con el esoterismo como triángulos o estrellas de cinco puntas. El salón estaba decorado con grandes cortinajes rojos en las paredes, numerosas lámparas de pie extendiendo una fuerte luz roja por todo el recinto, colgaduras y grandes cuadros imitando los arcanos mayores del tarot de Marsella hacían pensar en una llamativa barraca de feria cuando no en un extraño prostíbulo para clientes exquisitos o estrafalarios.

En el centro, sobre una mesa camilla tambien revestida con un suave tejido de color rojo, una gran bola de cristal destellaba reflejando la luz de las lámparas. Aquella decoración se aproximaba más  a lo que yo había conocido tiempo atrás que lo visto hasta ahora en las dos casas que me hacían comprender mejor que cualquier otra explicación el cambio de época. La viuda se sentó en una silla de madera frente a la pitonisa que ya había tomado asiento deseosa de terminar cuanto antes la sesión, no era una hora apropiada según  había comentado aunque ante la insistencia de la mujer aceptó llevarla a cabo por la amistad que las unía, aunque no tenía esperanzas de que saliera algo positivo de todo aquello. La pitonisa barajó las cartas que tenía preparadas sobre la mesa y pidió a la viuda que fuera escogiendo hasta que la mesa quedó llena de cartas boca arriba formando un peculiar diseño.Fue entonces cuando se me ocurrió una arriesgada idea que tal vez no hubiera llevado a cabo si hubiera dispuesto de algún tiempo para pensar en los pros y contras. No sé por qué sentí el deseo de comunicarme con los humanos, normalmente es una posibilidad que no interesa gran cosa a las mentes descarnadas, al contrario nada más fácil y cómodo que  manipular a un humano cuando se siente tan seguro de su inviolabilidad como si estuviera encerrado en un bunker subterráneo con mil medidas de seguridad. Por otro lado no disfrutaríamos de los pequeños placeres que nos depara el contacto con ellos, tales como la comida o el sexo si estuvieran siempre a la defensiva, pendientes de las mentes que pueden andar rondando a su alrededor. Lo cierto era que no se trataba de la primera vez que se me ocurría  semejante idea pero siempre la había descartado por inútil y peligrosa. Ahora decidí llevarla a buen término deseoso de experimentar un contacto más estrecho con los humanos después de tanto tiempo sumergido en el mundo caótico de la infinita flexibilidad mental. De buena gana hubiera dejado que la sesión discurriera por sus cauces lógicos, es decir que la angustiada viuda no sacara de ella mas que unas torpes frases de consuelo pero no podía desaprovechar la ocasión que se me presentaba para sorprender a la pitonisa y ponerla de mi parte.La presencia del difunto y alguna manifestación verídica de su presencia, tal como su voz encarnada a través de la médium, sería una experiencia que ninguna de las dos mujeres olvidaría y muy apropiada para llevar a cabo mis planes sin excesivas dificultades. Sugerí a la viuda pensara con fuerza en la imagen de su marido y yo reforcé ese pensamiento tratando de atraerle de forma irresistible. Mientras tanto la pitonisa comenzaba su interpretación, la muerte rondaba en el pasado, lo que sólo podía significar una cosa, todo el mundo en el barrio conocía su desgracia. Contacté suavemente con la mente de la pitonisa y la sugerí  una manifestación del difunto muy cercana en el tiempo. Al oír sus palabras la viuda se estremeció y la intensidad de la energía de su pensamiento aumentó con la intensidad de una fuerte carga explosiva. Ahora si estaba seguro de que el difunto no permanecería silencioso en su refugio, nadie podía ignorar aquella llamada angustiosa.Me preparé para un contacto que podía ser muy violento, desprendiéndome ligeramente de la mente de la viuda oteé en la oscuridad del más allá. A lo lejos un punto de luz se acercaba a la vertiginosa velocidad que ningún científico humano comprendería pero que para las mentes descarnadas es tan natural como para un humano un viaje en automóvil.  Ningún humano piensa que la velocidad con que su mente se traslada hacia el pasado o a un hipotético futuro en el tiempo por muy lejos que estén en el espacio o en el tiempo pueda ser algo más que la facilidad con que la memoria saca de su baúl mágico los recuerdos que desea. Si fueran conscientes de la facilidad con que la mente viaja en el espacio y en el tiempo se lo pensarían dos veces antes de dar rienda suelta a ese caballo desbocado.Conforme se acercaba un luminoso rostro humano distorsionado de una manera repugnante por la cólera y nimbado  por un gran halo de luz roja propia de estas emociones se fue haciendo más y más grande hasta convertirse en un gran ectoplasma luminoso. Reconoció rápidamente la mente de la mujer con la que había estado unido tan estrechamente en la carne y se disponía a juntarse con ella de la forma tan brutal y descuidada propia de los descarnados sin experiencia cuando notó mi presencia como un pensamiento que no encajaba en la mente de ella, sólo cuando formé un rostro sonriente comprendió de qué se trataba la forma parasitaria que tanto le sorprendía. Su pensamiento me llegó como una coz de mulo enfurecido. Quería saber quién era, qué hacía allí, que me marchara y dejara en paz a su viuda y todo a la vez como una apestosa bocanada de aire pútrido. Mantuve la sonrisa y me presenté como un colega descarnado en visita más o menos oficial. Había sido enviado para hacerle desistir de sus deseos de venganza y enseñarle un par de cosillas.El no admitió mi tono irónico le parecía completamente fuera de lugar y tampoco comprendía que alguien pudiera enviarme.

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