-Muy bien, amigo, no nos gustaría que pasaras la línea roja y
sufrieras las consecuencias, fueran las que fuesen. Además tenemos que dar por
concluida nuestra conversación porque el día se está terminando y nos gustaría
hacer el viaje turístico por Vantis, para que lo conozcan nuestros anfitriones,
que supongo solo lo conocerán de forma virtual, aunque un paseo nocturno, con
todas las luces encendidas también tiene su encanto, pero como siempre andamos
escasos de tiempo. No obstante me gustaría invitarte a un programa especial
sobre el futuro de los animales del planeta, lo que aprovecharíamos para saber
más cosas de ti y de tus colegas, los amables robots que hacen nuestra vida tan
agradable. ¿Habría algún problema, querido amigo?
-Ninguno, Arminido. Avisadme con suficiente antelación y os
dedicaré un día completo. Ha sido una conversación muy agradable. Gracias por
preocuparos por este humilde robot.
-Gracias a ti, Amantanimales, seguiremos en contacto. Y
ahora, amados holovidentes, ha llegado el momento de regresar al hogar de
nuestros anfitriones, que tan amablemente accedieron a compartir un día
cualquiera de su vida cotidiana con todos nosotros. Pero antes daremos un paseo
sin prisas por la ciudad de Vantis, capital de este planeta, al que llamaron
Omega, a saber por qué, una ciudad que solo algunos de ustedes conocen en
persona, porque virtualmente la inmensa mayoría de los habitantes planetarios
se la saben al dedillo. ¿Estáis preparados, Alierina, intrépida reportera?
-Lo estamos, intrépido Arminido. Damos las gracias de corazón
a Arleína, nuestra generosa anfitriona, que nos ha preparado un exquisito
ágape, del que todos hemos disfrutado con delectación. También damos las
gracias a nuestro querido tertuliano Artotis, que aún sigue hablando con los
caeros, y esperamos que algún día, ya fuera de programación, nos invite a su
maravillosa finca, para disfrutarla sin prisas y sin pausas. A mis brazos,
Arleína, este sin duda será el comienzo de una buena amistad.
-A los míos, Alierina, no nos conocíamos en persona, aunque
soy una seguidora de vuestros programas. Daos por invitados, solo tenéis que
avisarnos con un poco de antelación. Decírselo a Artotis.
-Nos damos por invitados y buscaremos fechas en nuestras
agendas. Por cierto, Arminido, no nos vendría mal un equipo de sustitución para
este programa o cualquier otro que se te ocurra y nos pueda sustituir de vez en
cuando, que es que no paramos. Y además me debes unas vacaciones. Ya hablaremos
tú y yo.
-Hablaremos, Alierina, y si aceptas mi invitación a cenar,
hablaremos largo y tendido.
-Muy bien, queridos holovidentes, emprendemos el camino de
regreso. El bueno de “H” nos ha facilitado un plano muy completo de la ciudad
de Vantis y alrededores, que nuestro equipo de producción irá intercalando en
los momentos adecuados. Y como todos están ya en el interior del vehículo,
ahora subiré yo, que les iré comentando lo más interesante de nuestra
capital…Ya estoy en la cabina, al lado de Rosindra, que nos irá contando lo que
vamos a ver del zoo, que recorreremos en su totalidad, antes de hacerlo con
Vantis. Por cierto, Rosindra, ¿Eres tú los pocos vantianos que conocen
físicamente la capital?
-Así es, Alierina, todos los días que no descanso debo
sobrevolar Vantis, de punta a punta hasta llegar a mi puesto de trabajo, en el
centro de visitantes. Por tu cara de sorpresa veo que te sorprende que viva tan
lejos. Tiene una explicación muy sencilla. Cuando me independicé y con mis
pocos créditos le pedí a “H” que me construyera una modesta casita, aún no
trabajaba en el zoo. Elegí la zona sur, la menos poblada, y una parcela alejada
del centro urbano. Cuando me ofrecí voluntaria para trabajar en el zoo
comprendí que una casita más cercana, desde donde pudiera trasladarme en
bicimóvil individual, hubiera sido más práctica. Podría haberle pedido a “H”
que me trasladara la casita, puesto que mi trabajo me estaba dando abundantes
créditos para hacerlo, pero ya me había acostumbrado a mi hogar, donde estaba
muy a gustito, y he preferido gastarlos en el transporte.
“Para todos los holovidentes. La estupenda finca de Arleína y
Artotis está situada al extremo norte del zoo, cercana al comienzo de las
estribaciones de las Montañas Negras, como es natural puesto que los caeros
adoran la nieve y pueden acercarse a la zona montañosa cuando comienzan las
nevadas, aunque el resto del tiempo Artotis le pide a “H” que haga nevar sobre
su finca, creando un microclima adecuado, del que disfrutan sus adorados
caeros. Por cierto que ya me gustaría a mí ganar tantos créditos como gana
Artotis, le debéis pagar muy bien su trabajo de tertuliano, aunque imagino que
también tiene otras actividades que le permiten llenar sus arcas de créditos.
Ahora vamos a recorrer el zoo en toda su extensión, deteniéndonos más en las
zonas que aún no hemos visto. Abajo ahora estamos viendo el vallado de rayos
omega que separa el zoo de la finca de Artotis, como ven ustedes, hay señales
intermitentes que indican dónde está situada la valla. No para los animales,
que ya la conocen muy bien, sino para los omeguianos que puedan acercarse por
aquí y no utilicen el transporte público, que no serán muchos, si es que hay
alguno, pero el bueno de “H” piensa en todo.
“Desde la cabina podemos ver las primeras estribaciones de
las Montañas Negras. Aquí la valla tiene una peculiaridad que les llamará la
atención. La valla está programada para dejar pasar a los caeros en ambas
direcciones. No sabemos por qué. Tal vez “H” sienta un especial afecto por
ellos, si es que una inteligencia artificial puede tener preferencias
afectivas, o tal vez se trate de una cláusula del pacto a que llegó con los
granjeros rebeldes hace ya mucho tiempo. Como saben los caeros forman parte
esencial de la supervivencia de estos granjeros. Domestican a todos los que
pueden para que les ayuden en sus faenas agrícolas y de transporte y a los
salvajes los matan por su carne y pieles, nunca más de los imprescindibles para
que ellos sobrevivan. Y hablando de curiosidades, tal vez no sepan que toda la
valla que nos separa de las Montañas Negras tiene otra peculiaridad, deja pasar
a los omeguianos que quieran traspasarla en dirección a las granjas de las
montañas, no así en sentido inverso, tal vez “H” haya previsto la posibilidad
de ataques de algunos de estos granjeros que deseen acabar con una civilización
que no les gusta. No parece que haya muchos, aunque siempre es posible que el
fanatismo pueda impulsar a alguno a ataques terroristas. De hecho. se ha tenido
conocimiento de algunos extraños sucesos que nuestra inteligencia artificial ha
intentado ocultarnos y que bien podrían explicarse si barajamos esta
posibilidad.
“Esta zona, cercana a las montañas, está poblada por caeros
del zoo que aumentan o disminuyen conforme algunos emigren en dirección a las
Montañas Negras, o bien sean los caeros salvajes los que se acerquen al zoo,
especialmente en los inviernos más crudos, cuando la alimentación escasea. De
alguna manera estos animales saben que aquí hay siempre alimento. Son muy
inteligentes. Como los koories, cuya zona está en los terrenos boscosos
aledaños a las estribaciones montañosas y que hemos visto antes de venir a la
finca. Pasaremos por encima del bosque, pero no nos detendremos. Lo estamos
haciendo ya. Ahora sobrevolaremos una zona especial donde viven algunos
depredadores especialmente peligrosos, entre ellos algunos que habitan en las
Montañas Negras en estado salvaje y que son los únicos que se atreven a atacar
a los caeros. La valla los deja pasar en dirección a las montañas, pero no
permite su paso a otras zonas del zoo para evitar ataques a las especies aquí
recogidas. El bueno de “H” los alimenta muy bien por lo que son muy raros los
intentos de abandonar su zona. Tienen carne en abundancia, fabricada
especialmente para ellos. Incluso ha tenido el detalle de hacer que esta carne
se mueva, gracias a algún artilugio de su invención, para hacerles correr un
poco y sentir que su instinto salvaje tiene algún sentido. Esta zona del zoo
puede ser visitada, pero sin posibilidad de aterrizar y siempre en movimiento.
Les puedo asegurar que yo misma he podido presenciar alguna de estas curiosas
cacerías, en las que los depredadores corren detrás de piezas de carne,
imitando a las especies a las que cazan en estado salvaje. Resulta muy curioso
ver a la carne moverse, como si estuviera viva. Les aseguro que las cacerías
son una imitación casi perfecta de animales corriendo, huyendo de sus
depredadores. Para los holovidentes interesados les doy el dato de que en
nuestro centro de visitantes podrán contemplar grabaciones de holovisión de
estas cacerías, que por cierto son las más vistas.
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