-¡Còmo eres Rosindra! Ese papanatas de Arminido ya te ha
contagiado su forma de hablar. Ni soy intrépida, ni soy reportera. Me gusta
estar fuera del estudio haciendo lo que haya de hacerse, para lo que no se
necesita mucha intrepidez, salvo la visita al mundo virtual de esta noche, que
también a mí me da un poco de miedo. Y aprovechando que me dejas hablar, debo
anunciar a los holovidentes que esta noche podrán seguirnos a Rosindra y a mí
en ese viaje artificial, para el que el bueno de “H” nos ha facilitado cascos
especiales conectados con nuestro programa. De esta forma podrán ver lo que
nosotras veamos, aunque no de la misma forma, porque los efectos táctiles han
sido censurados por nuestra inteligencia artificial. Lo que no entiendo, puesto
que si está tan interesado en convencernos a todos los rebeldes de que
aceptemos todo lo que nos ofrece, esta noche sería una buena ocasión para ello.
Pero antes terminaremos de visitar Vantis. Te anuncio, Arminido, que voy a
visitar todo el planeta Omega en una serie de reportajes que comenzarán cuando terminemos
los programas ya programados. No hay pero que valga. Debo confesar que yo
apenas conozco algo más que Vantis, y es una pena. Visitaré el resto de
continentes e islas, para conocerlas y que nos conozcan sus habitantes, porque
seguro que la mayoría de ellos ni habrán oído hablar de los vantianos y lo poco
que conozcan de nosotros será a través del mundo virtual, si es que ellos lo
utilizan, porque me da en la nariz que prefieren la realidad bien real que
nuestras fantasías. Y ahora te cedo la palabra, Rosindra, para que hagas de
anfitriona de lo que nos resta de ver de Vantis.
-Gracias, Alirina. Se me está ocurriendo que yo estaría
encantada de acompañarte en ese viaje alrededor del planeta. Aún más, creo que
tampoco me importaría formar parte de vuestro equipo, tan divertido y mono.
-No necesitas nuestra aprobación, aunque la mía ya la tienes.
Ni siquiera el bueno de “H” nos ha pedido listas de nuestro equipo o de
nuestros holovisores. Cualquiera puede formar parte de nuestro canal, y cuantos
más mejor, así nos extenderemos y multiplicaremos. Pero me pregunto cómo te
sentirías dejando a tus queridos animales por otros aún más animales y menos
divertidos, como el propio Arminido, dicho sea con guasa. Imagino que no
tendrías problemas para abandonar el zoo, bastaría con que lo anunciaras con
alguna antelación para que tus tareas no quedaran desatendidas.
-Un momento, Rosindra, un momento, que quiero contestar como
se merece a Alirina. No me importa que me llames animal porque todos lo somos,
aunque algunos lo sean mejor que otros. Pero eso que no soy divertido me ha
sentado como una patada en salva sea la parte. Aprovecho para anunciarte que
acabamos de recibir la invitación en debida forma de “H” para visitar su
palacio cuando queramos. Y para retarte. Te demostraré lo divertido que soy
acompañándote en persona al palacio de HDM-24 y que nuestros holovisores
decidan quién es el más divertido, nada menos que a presencia de “H”.
Gastaremos bromas, le tomaremos el pelo y haremos un programa que no tendrá de
serio más que el nombre. ¿Aceptas este reto, intrépida reportera?
-Lo acepto y todos nuestros holovisores son testigos. Y como
vuelvas a llamarme intrépida reportera, te daré una patada en salva sea la
parte tan pronto te vea en persona. Que ya está bien. Y aprovecho para invitar
a todos nuestros tertulianos a que nos acompañen en la visita al palacio de
HDM-24, ellos darán el tono serio, si es que hay alguno. Y aún más, aprovecho
para invitar a cuantos holovidentes quieran a que también nos acompañen y nos
jaleen. Sé que muy pocos darán ese arriesgado paso, pero quedan invitados.
-Yo también quiero ir, yo también. Ya me estáis poniendo en
vuestra lista y aprovecharé para entregarte a ti, Alirina, la familia de kooris
que has decidido adoptar hoy libremente.
-Maravilloso. Pero entonces dejaremos para la semana que
viene la visita, porque quiero que me los eduques bien. Y ahora date prisa que
estoy ansiosa por entrar en el mundo virtual esta noche.
-Así lo haré. Bueno, queridos, ahora estamos terminando de
recorrer el último círculo de Vantis, donde están las nuevas urbanizaciones.
Aunque la población crece con mucha lentitud, a pesar de los alicientes que “H”
pone a disposición de todos los que quieran procrear, la inmigración de otras
partes del planeta compensa un poco esa apatía reproductiva. Por cierto que le
propondré al bueno de “H” que en el caso de que la reproducción no aumente el
año que viene deje a todos los animales del zoo que se trasladen a Vantis,
repoblando las parcelas que aún no tienen dueño.
“Como es lógico, cada círculo de los múltiples círculos
concéntricos que conforman la capital planetaria, tiene su propio estilo de
edificación. No es que “H” lo haya hecho así adrede, lo que ocurrió es que en
cada época en que se fueron construyendo los diferentes círculos existían unos
gustos, unas modas, y los que solicitaban su casa y su parcelita, según los
créditos que poseyeran, pedían un determinado diseño. Eso sobre todo ocurrió al
principio de los tiempos, cuando HDM-24 comenzó a funcionar como la
Inteligencia Artificial que se iba a hacer cargo del planeta. Cuando su
creador, Helenio de Moroni, aún vivía tuvo cierta influencia en cómo su invento
se adaptaba a los omeguianos, pero a su muerte “H” tomó las riendas y diseñó lo
que sería Vantis, la capital planetaria. Por eso los círculos más próximos al
centro, donde se construyó su propio palacio, tienen un estilo más antiguo, más
de los tiempos en los que Omega funcionaba sin ninguna Inteligencia Artificial
que controlara a los omeguianos. Nos vamos acercando poco a poco al centro, el
palacio de “H” será lo último que veremos antes de regresar al domicilio de
nuestros anfitriones. Se irán dando cuenta de que las edificaciones más
céntricas tienen mucho parecido con las que se construían en los tiempos
primitivos o prehistóricos, como lo llaman algunos expertos tertulianos,
mientras los círculos más externos son más modernos, más prácticos y con mayor
extensión de las parcelas. Algo que tiene su lógica puesto que en los primeros
tiempos, cuando “H” estableció el sistema de créditos se tardó un tiempo
prolongado en que los vantianos se hicieran con una cantidad importante que les
permitiera elegir sus viviendas a su gusto. Verán que en los primeros círculos
hay también más parques y más grandes. Eso se debe a que el bueno de “H”, aún
un bebé, una inteligencia ingenua y sentimental, estaba convencido de que los
vantianos tendrían muchos niños que necesitaban parques para jugar y otros
edificios públicos, como centros cívicos, escuelas públicas, lugares de
esparcimiento y diversión para un buen número de personas. Luego, cuando creó
el mundo virtual y los malhadados cascos que están a punto de acabar con la
especie omeguiana, comprendió que había cometido un grave error que tendría
muchas y nefastas repercusiones. Claro que en un principio no fue idea suya,
sino del Consejo Planetario que se vio obligado a crear siguiendo los mandatos
de su creador, Helenio de Moroni. Todos querían tener todo al alcance de su mano
en sus casas de las que fueron saliendo cada vez menos hasta que se
transformaron en avatares virtuales que rara vez salían de sus hogares, y solo
en casos extraordinarios. Ahora los parques, las escuelas, los centros cívicos
y todo el entramado de edificaciones públicas que creara al principio de los
tiempos no sirven para nada, pero las mantiene con la estúpida confianza de que
un día logrará cambiarlo todo y volver al principio. Mucho me temo que eso no
será posible mientras no se deshaga del Consejo Planetario. Pero eso se lo
podrán preguntar ustedes el día en que visitemos su palacio, que ahora
comienzan a ver a lo lejos.
“Daremos solo una corta pasada puesto que en el programa que
se le dedicará en su momento podremos verlos con detenimiento. Entonces se
hablará de la razón de que decidiera vivir allí, en el centro de la ciudad que
empezaba a crear y su evolución a lo largo de los tiempos.
-Muy bien, Rosindra. Lo has hecho muy bien, espero que no me
acabes quitando el puesto. Ya hablaremos sobre tu incorporación al equipo.
Ahora, Arminido, te dejamos con los tertulianos, mientras llegamos a casa de
nuestros anfitriones, cenamos y nos preparamos para la gran noche.
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