jueves, 16 de enero de 2025

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA OMEGUIANA XXIX

 


-De acuerdo. Tomáoslo con calma, os espera una larga noche. Y aquí en el estudio vamos a hacer una ronda de opiniones, comenzando con Ortotis, nuestro experto más experto en estos temas del Omostron.  Aunque creo que tú nunca has entrado en él. ¿No es así, Artotis?

-Así es, Arminido, y no creo que nadie aquí lo haya hecho. Si me equivoco, que hable primero, nos haremos una idea de lo que nos espera… ¿Nadie? Lo suponía. A mi entender es el peor de los inventos de nuestra IA. Ha convertido a la mayoría de los habitantes de Omega en unos pasmarotes que se pasan la vida teniendo supuestas aventuras, que ya conoceremos en vivo esta noche, olvidándose de la vida real y dejándonos a unos cuantos la vida normal y la vigilancia de ese monstruito que terminará devorándonos a todos. Como tú has dicho, nunca he entrado ni pienso entrar, por lo que hasta que esta noche veamos en directo lo que sucede, no me atrevo a dar una opinión fundada sobre el Omostron. Espero que Alirina nos cuente la experiencia y podamos saber si ese mundo es tan atractivo como les parece a quienes prefieren pasarse allí la vida que entre nosotros. Dejando de lado que se pueda disfrutar con todos los sentidos y con la misma realidad con la que vivimos aquí, en el mundo real, me parece terrible que los progenitores se hayan olvidado por completo de cuidar de sus hijos, encomendándoselos a hologramas del propio “H”, que por muy perfectos y bondadosos que sean, no son lo mismo que los padres. El trauma que sufren todos ellos al pasar por el ritual de iniciación a la edad adulta es tan brutal y salvaje como en una sociedad primitiva, y ni siquiera la omeguiana, habría que documentarse en los archivos de “H” sobre la vida primitiva en otros planetas, como Noctor. Hemos cerrado todos los caminos a una evolución mínimamente aceptable de nuestra sociedad. Solo el cuidado de nuestra inteligencia artificial impide que los habituales visitantes del Omostron no terminen en la locura. No es sorprendente que algunos de nuestros jóvenes, tras pasar el ritual, decidan refugiarse en las Montañas Negras, con nuestros granjeros rebeldes, donde pueden intentar olvidar lo sucedido y regresar a una vida natural. Cada cual puede vivir su vida como le plazca, mientras no interfiera con la de los demás, eso es evidente, pero vivir como viven la mayoría de nuestros compatriotas es repugnante. Es como si nosotros permaneciéramos todo el tiempo dormidos y soñando. Una vida de mierda, esa es mi opinión. Pero creo que nuestra invitada, la señorita Herminiani, debería decirnos algo sobre la psicología de estos imbéciles, que derrochan su vida de esta manera. Y si se me permite, me gustaría saber en qué acabaríamos nosotros si nos pasáramos la vida soñando y qué secuelas puede tener la vida en el Omostron para estos adictos imbéciles, por mucho que “H” insista en que no habrá secuelas, porque él se encarga de una cura cerebral, física y psicológica de estos visitantes.

-Antes de conceder la palabra a Herminiani les voy a anunciar que estamos preparando un programa especial sobre las Montañas Negras, ya se avisará con tiempo a los holovidentes, porque la producción de este programa está siendo compleja y muy trabajosa. Y ahora, Herminiani, puedes contestar a las preguntas de Artotis y prepararnos para lo que nos puede esperar esta noche.

-Gracias Arminido. Como ha dicho Artotis, es difícil saber lo que nos espera sin haber estado antes en el Omostron. Totalmente de acuerdo con él en la barbarie que supone entregar a los niños omeguianos al exclusivo cuidado de una Inteligencia Artificial, por buena que sea, y “H” sin duda lo es. Debería prohibirse a todos los visitantes habituales del Omostron el tener hijos, aunque el futuro de la raza omeguiana fuera la extinción. Mejor extintos que pasar por eso. Por desgracia mis padres eran omostrianos hasta la médula y yo fui educada por una niñera diseñada por “H” y que era el mismísimo “H”, muy guapa y simpática, pero a la que odié al sufrir el ritual de iniciación a la edad adulta. También estuve a punto de irme con los granjeros rebeldes y solo la posibilidad de vivir aquí de forma natural, sin tener que convertirme en una oveja omostriana, me hizo desistir.

-Perdona Herminiani, este me parece un tema muy interesante, por lo que vamos a hacer un inciso y hablar un poco sobre ello, si os parece. ¿Cuántos de entre nosotros han sido educados por el propio “H” con las diferentes personalidades que adopta para estos servicios? Yo debo decir que tuve la gran suerte de que mis padres nunca probaran el casco artificial, no se hicieran adultos del Omostron y fuera educado por ellos de la forma tradicional, con muchos cuidados y mucho cariño. ¿Alguno más?

-También fue mi caso. Soy Livia Ordoza como sabéis y mi vocación de historiadora de Omega nació de esa educación. Estaba muy interesada en saber cómo hubiéramos evolucionado los omeguianos de no haber intervenido “H”.  Sin duda que la educación de nuestros niños, antes del advenimiento de la Inteligencia Artificial, en las diferentes sociedades que poblaron Omega, no fue la mejor, eso sin duda, porque algunos de nuestros ancestros eran muy brutos, pero que mucho, y por desgracia algunos niños sufrieron la brutalidad y degradación de sus progenitores. Os recuerdo que esa no fue una propuesta de “H” sino de un grupo numeroso de padres, adictos hasta las cachas al Omostron, quienes formularon la propuesta y a “H” no le quedó otro remedio que someterla a referéndum global. Os recuerdo que el referéndum fue aprobado por inmensa mayoría, y que ni siquiera nosotros, los naturales, votamos en contra por mayoría. Es cierto que tenemos por norma no votar nunca los referéndums de “H” pero en ese caso pudimos hacer una excepción, y no la hicimos. Tenemos parte de culpa, aunque no hubiera influido en el resultado final. Ya damos por supuesto que nada podemos hacer para oponernos a ese rebaño de adictos al Omostron que siempre votarán a favor de quedarse en ese mundo artificial para siempre, pero algo más podríamos hacer. ¿O no? Ya va siendo hora de que nos dejemos de tanta cháchara y comencemos a hacer algo.

-¿Cómo qué, Livia? ¿Estas proponiendo la lucha armada, por ejemplo?

-No pongas en mi boca palabras que no he dicho, Arminido. No estoy a favor de la violencia, pero sí de hacer algo.

-¿Y qué me decís de los extraños sabotajes que se están produciendo desde hace algún tiempo y que el bueno de “H” intenta ocultarnos?

-Sí, ese es otro tema para otro programa. Artotis ha puesto el dedo en la llaga. ¿Los naturales deberemos someternos siempre al dictamen de la mayoría del rebaño de adictos, o podemos hacer algo que no sea la violencia?

-Estamos tocando un tema resbaladizo, Arminido. “H” podría suprimir este programa si seguimos por ese camino.

-Cierto, Livia, muy cierto. Os recuerdo que el tema era la educación por parte de “H” de nuestros infantes.

-¿Y por qué no seguir con lo que estamos hablando? ¿Tenéis miedo de una Inteligencia Artificial?

-Un momento, un momento. Me comunican de control que un grupo musical de música tradicional, con instrumentos tradicionales, y voces omeguianas, han aparecido por sorpresa en el estudio y quieren deleitarnos con su música.

-Pero qué cabroncete eres, Arminido. Seguro que lo tenías ya preparado.

-Silencio. Silencio. Que el grupo ya está entrando en el estudio.

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