lunes, 2 de junio de 2025

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXX

 


-Hola, hola, Arminido. Aquí tu intrépida reportera, Alirina. Te aviso de que ya estamos preparados. Nuestros anfitriones no han querido cenar y me han convencido de que yo tampoco lo haga, porque es mejor entrar en el Omostron con el estómago vacío. Puedes dejar que el grupo musical nos deleite y cuando termine nos das paso, si te parece. Imagino que tienes preparados subtítulos para que nuestros holovidentes sigan la música con aprovechamiento.

-Así es, Alirina. Vamos a disfrutar todos de esta bella música y luego dejaremos  que inicies tu aventura en el Omostron. Utilizaré los subtítulos como narrador. para que el sonido de mis palabras no se entremezcle con la música.

Barra de subtítulos

El grupo se llama Viejas tradiciones de Omega. Está dirigido por Almonada y compuesto por un par de docenas de músicos con instrumentos tradicionales que enfocaremos cuando intervengan, haciendo una breve descripción de ellos. Media docena de bailarines nos deleitarán con coreografías ancestrales. Se han documentado en los archivos de “H” a los que todo el mundo que lo desee tiene acceso. Advertimos a los holovidentes de que se está preparando un programa especial sobre evolución en la música en Omega hasta la llegada de nuestra Inteligencia Artificial que la ha acaparado toda, unos dicen que esto ha mejorado nuestra música, despreciando la tradicional, y otros, nosotros, estamos convencidos de que la música omeguiana es mucho mejor. Sin despreciar la música de “H”, es otra cosa.

El recital ha comenzado ya con una canción tradicional de siembra. La están escuchando. Es alegre, divertida, picaresca. Aunque muchos de ustedes no lo sepan, en otros tiempos en Omega la siembra era un periodo muy alegre, porque se confiaba en poder alimentarse de las plantas que crecerían con el tiempo. De ello dependía su subsistencia. La buena cosecha dependía de tantos acontecimientos favorables que era un milagro cuando llegaba el momento de recoger el fruto y todo había concluido como se esperaba. Dependían del clima y sus avatares, de que los animales que se alimentaban de ellos no los esquilmaran, de que las tribus enemigas no lo quemaran todo como una estrategia de guerra.

Ha comenzado la segunda canción del recital, un canto de cosecha. Aún más alegre que el canto de siembra, más divertido, más picaresco. Todos bebían y bailaban, celebrando el gran acontecimiento. Los hombres jóvenes buscaban a las chicas jóvenes, los adultos aplaudían la danza, confiando que a lo largo del año el cortejo creara nuevas parejas, nuevas familias, nuevos infantes que con el tiempo colaboraran a la subsistencia de toda la aldea, de todo el territorio tribal. Ahora solo hay que dar una comanda al monolito de tele trasportación y esperar unos segundos a que los platos lleguen a la mesa. Hemos perdido la alegría de sembrar y cosechar, de reunirse para comer, beber y danzar porque la cosecha ha sido espléndida y todos van a tener un buen año. Ahora se come casi por obligación, porque el bueno de “H” aún no ha decidido transformar nuestros cuerpos para que no coman, no beban, no excreten, no se muevan de su sillón ergonómico, con el casco virtual en la cabeza, moviéndose las consciencias que lo habitan en universos virtuales donde ocurre de todo y no pasa nada, porque todo es pura fantasía. No sé para qué quieren sus cuerpos los omeguianos y vantianos que se dejan llevar de acá para allá en un mundo falso e inútil.

Para terminar este breve recital, preludio del gran programa que dedicaremos a la música y danza de nuestros ancestros, presenciaremos una danza de cortejo, hilarante, divertida, sensual, extraordinaria. Es preciso informar de que en aquellos tiempos la heterosexualidad, única forma de procrear, era asumida como la única relación posible de pareja. Las otras formas de sexualidad se practicaban a escondidas, como algo pecaminoso para las religiones existentes. Hoy en día cada uno practica la sexualidad como desea, es lo más natural. La procreación ya no es necesaria para que sigan existiendo omeguianos. Nuestra inteligencia artificial lo tiene todo previsto y solucionado. Casi parece como que se hubiera programado la desaparición de la especia omeguiana con el tiempo. Como si “H” ya no nos necesitara para nada y solo las órdenes que su creador, Helenio de Moroni, implantó en sus circuitos le impidieran destruirnos sin más.

Vean la alegría de esta danza y disfruten de lo que es la verdadera vida…

-Ha terminado el recital. Agradecemos a Almonada y a su grupo Viejas tradiciones de Omega, su presencia en el plató, y la alegría que han vertido en nuestros corazones. Soy Arminido y paso la palabra a Alirina para que nos dé cuenta de los últimos preparativos antes de su inmersión en el mundo virtual, donde ella, Rosindra, y alguno más que se apunte, exploraran el Omostron y nosotros lo veremos gracias a un artilugio que nos ha facilitado “H”. Nuestra inteligencia artificial nos facilita todo lo que le pedimos, pero no se dejen engañar, está trabajando por nuestra extinción. No tiene prisa porque para él no hay otra meta que suprimirnos y eso no le corre prisa a una entidad casi inmortal. Adelante, Alirina.

-Hola, hola. Veo Arminido que te has puesto serio y filosófico. ¡Quién lo diría con lo alegre que era la música de la que hemos disfrutado! Como ven nuestros holovidentes ya estamos todos preparados. Sentados con comodidad en nuestros sillones ergonómicos, con los cascos en nuestras cabezas y un nuevo artilugio diminuto en nuestros ojos, que les permitirá seguirnos en la aventura que vamos a emprender, solo queda que nuestros anfitriones decidan sumergirse en el Omostron y guiarnos por un mundo que para nosotros es completamente desconocido… Nos hacen señas, podemos empezar. Sígannos y disfruten, si pueden o quieren.

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