miércoles, 17 de junio de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD V


                  

                                                 *       *      *
Era mi segunda visita en…¿Era mi segundo día en Crazyworld? ¡Quién lo hubiera dicho! Juraría que llevaba allí una semana por lo menos, tal vez un mes. Aquello era un pandemónium de todos los demonios, si puedo expresarme así. Me habían ocurrido más cosas allí en un día que en un año o en una década en otro lugar. Y en todo aquel tiempo apenas me había separado de mi anfitrión, cicerone, mayordomo y guía en una sola pieza, Jimmy El Pecas. Sí señor, el más grande entre los grandes, el más astuto de toda la zorrería, el sabio, el hiperactivo, mi única esperanza de salir de aquel infierno cuanto antes, sobre todo antes de que al asesino en serie se le torciera la portería y me enfilara en su punto de mira. Sí, asesino en serie porque solo había un muerto hasta el momento pero los habría a docenas en unos días. Eso era al menos lo que los dos pensábamos.

En otro momento me hubiera encantado una segunda visita al centro de seguridad, especialmente solo. Heather era una mujer hermosa, deliciosa, maravillosa y todo lo que termina en osa, incluido el carácter que se le ponía cuando veía a Jimmy. Sentía la viva necesidad de adorarla, esperando que ella, como Kathy, me llevara al lecho cuanto antes, o me ofreciera su apartamento o incluso un sillón en aquel lugar, todo antes que volver a pasar otra noche con mi amada Kathy, no saldría vivo, de eso estaba seguro. Era muy temprano, por la mañana, un momento del día no especialmente favorable para mí. Sí, ya sé que soy amnésico pero era como un atisbo, una sensación, una intuición, algo me decía que prefería las tardes y las noches, bueno algunas noches. No sabía cómo nos recibiría Heather, aunque esperaba que ya se habría enterado de todo, al menos eso es lo que se espera de un centro de seguridad, aunque como dicen en mi pueblo, en casa del herrero cuchillo de palo. No sé por qué me puse a pensare en cuál sería mi pueblo, tal vez porque no quería adelantar acontecimientos.

Después de todo hubo suerte, y eso que era por la mañana. Hubo suerte de que ella tuviera el turno de mañana o tal vez lo había tenido de noche pero se había quedado para ayudar en lo que fuera preciso. Hubo suerte de que alguien le hubiera transmitido que Jimmy estaba a cargo de la investigación y yo era su adlátere o Watson, si lo prefieren. No sé quién pudo haberle transmitido semejante información pero lo seguro era que había tenido tiempo, dado que Jimmy y yo nos habíamos pasado nuestro buen tiempo en el tanatorio. Y por último hubo suerte de que yo fuera primero al llegar a la puerta. Heather me vio a mí y se le endulzó la sonrisa en la cara. Me abrió, me agarró por los hombros y me atrajo hacia sí, no porque deseara besarme, que puede que también, sino sobre todo porque quería tenerme dentro para cerrarle el paso al Pecas, quien consciente de la maniobra puso el pie y pasó después que yo, digamos que le gané por la cabeza, si hubiéramos estado en el hipódromo y sido caballos.

Heather hizo como que no veía al Pecas y en todo momento se dirigió a mí, y muy de cerca. Me llevó hacia la mesa circular de control, hizo que me sentara en la única silla, giratoria, que había allí, se colocó detrás, puso sus manos sobre mi barbilla, luego sobre mis hombros, como si fuera a darme un masaje y acercándose a mi oreja derecha me susurró: ¿Qué es lo que quiere de mí un yogurín como tú? Pude observar, con gran esfuerzo, que El Pecas permanecía a una distancia social más bien fría y precavida, observando la escena con sonrisa aviesa y ojos de fuego de dragón que quiere comerse a la dragona, pero como no puede, al menos se conformaría con incinerarla.

Puse a Heather en antecedentes, con voz normal, un poco meliflua, diría yo, de lo que nos había atraído hacia allí.

-Pero eso es un trabajo ingente, para un día y tal vez toda una noche. Me tienes a tu disposición si logras que ese sátiro de tres al cuarto nos deje solos.

Esto último lo dijo susurrando en mi oreja. No sé si Jimmy tenía claro que estorbaba allí o que el trabajo de visionar todas las grabaciones sería de un tedioso capaz de dormir a una marmota ya dormida o que era un buen amigo y quería dejarme el camino libre con Heather. El caso es que dijo con voz agria que él allí sobraba. Que me encargara yo de repasar todas las grabaciones de la noche, especialmente empezando por John Smith, nuestro asesino en serie particular y el primer sospechoso mientras no se demostrara lo contrario. Que él iba a sacar al doctor Sun de su estado catatónico para que nos firmara un salvoconducto que nos permitiera acceder a todos los rincones de Crazyworld y a todas las personas. Al mismo tiempo intentaría sacarle algo, lo que fuera, sobre la vida y milagros del finado director. Me voy, dijo dando un patadón en el suelo y luego escupió con ganas.

Heather alargó la mano hacia un botón y la puerta se abrió, desapareciendo por ella un Pecas al que debían de perseguir todos los demonios del Averno. A ella le faltó tiempo para dejar mi retaguardia, colocarse por delante y sentarse tranquilamente en mis rodillas.

-No te preocupes –me dijo, ahora con voz normal- ya limpiará ese gargajo la señora de la limpieza. Tú y yo nos vamos a dedicar todo el día y toda la noche a repasar los vídeos, empezando por el de John Smith. Teniendo un asesino en serie a disposición sería estúpido no ponerlo el primero de la lista. ¿No crees?

Le di mi aquiescencia como pude, no fue fácil, porque notaba los cálidos pechos de ella sobre el mío. Se había acurrucado sobre mí como una gatita melosa. También notaba su espléndido cuerpo, podía notarlo a pesar de mi ropa y de la suya. Lo que sí noté sin interferencias fueron sus labios ansiosos y carnosos sobre los míos. Fue un beso a tornillo sin prisas, percibí su lengua buscando la mía, como un gato juega con un ratón. Me sentí tan bien, tan relajado a pesar de la agitada noche que había sufrido, que hice una cuenta rápida. Mejor con ella que pasar otra noche con Kathy. A pesar de su intensa libido que palpitaba en sus venas y de lo mucho que parecía desearme, siempre sería mejor que me estrujara ella que catwoman, una gata insaciable. Tal vez pudiera tomarme un descanso de vez en cuando, ver las aburridas grabaciones, charlar como si tal cosa y hasta comer un poco cuando fuera la hora. Mi decisión estaba tomada. Me quedaría allí mientras fuera posible.

Todo esto lo pensé mientras ella se regodeaba en el beso, y aún me sobró tiempo para plantearme algunas cosillas más. Cuando se dio un descanso para respirar yo pude meter baza.

-¿Qué te parece si empezamos por John Smith y luego seguimos con los demás?

-Claro, cielito, debes de estar agotado tras una noche con esa lagarta.

-¿Cómo lo sabes?

-Sería la primera vez que ella no fuera la primera con un recién llegado. Pero yo voy a ser la segunda y nadie nos molestará.

-¿Cómo lo vas a conseguir?

-Fácil. Les he dicho a mis compañeros que yo me ocuparé de todo, aquí en el centro de seguridad. Que no nos molesten, salvo que se produzca un terremoto y entonces tampoco hace falta porque ya nos enteraremos. Nadie puede abrir desde fuera, una vez bloqueada la puerta, como yo voy a hacer ahora.

Y se puso en pie. Se separó un poco de mí, no mucho, para hacerse con un mando a distancia que no estaba muy lejos y regresó a mis rodillas. Se puso cómoda y me dijo que solo tenía que darle instrucciones y ella se encargaría de hacerme ver la grabación que quisiera. De nuevo se colgó de mi boca y como no podía decir nada intenté transmitirle por morse mis deseos. La abracé con ganas, respondí a su beso y bajé mi mano derecha hasta sus nalgas, allí tecleé con el dedo una vez. Lo entendió a la perfección. Su mano hizo algo con el mando y en la pantalla principal, más grande que las demás, apareció el cuarto de John Smith. Lo supe porque dormía a pierna suelta sobre su lecho, vestido, sin taparse, como si no hubiera tenido tiempo de prepararse y el sueño le hubiera tomado por sorpresa. La cámara hizo un zoom y pude ver su cara en primer plano. Entonces me llevé un formidable susto. Imagino que Heather hizo algo con el mando a distancia y todos los ventanales del centro de seguridad retemblaron, bajaron unas persianas metálicas que taparon todos los huecos posibles y nos quedamos a oscuras.

Heather dejó de besarme, separó su rostro del mío lo suficiente para ver la expresión de mi rostro y se echó a reír.

-¡Menudo susto te he dado! ¿Verdad cariño? El centro de seguridad puede bloquearse como ante un asalto de un ejército de tanques. Nadie nos verá ni podrá entrar hasta que yo lo diga.

-Me parece muy bien, querida, pero me gustaría tener un poco de luz, si fuera posible.

Ella tocó el mando y una luz muy atenuada se expandió desde el techo.

-Voy a dejar que te recuperes un poco y luego haremos un descanso para darnos un poco de cariño. Todo el mundo necesita su dosis de cariño y aquí en Crazyworld más que en ninguna otra parte. Aquí no se sobrevive sin la correspondiente dosis de cariño.

-¿Un descanso? Si ni siquiera hemos empezado.

-¡Oh, perdona! Vale, veremos unas cuantas grabaciones y luego descansamos.

-Si no te importa me gustaría ver a cámara rápida o nos tiraremos con la grabación de John Smith todo el día.

-Claro, claro. Que tonta soy. Dime a qué velocidad quieres verla.

-A toda la que sea posible mientras mis ojos puedan percibir que el bulto en la cama no se mueve.

-Ok, mi amor.

Y la grabación comenzó a rodar como una bola de nieve por una cuesta. Mucho me temía que allí no habría gran cosa que ver, como así fue. El asesino en serie no se había movido en toda la noche, ni siquiera para hacer pis. Nuestro primer sospechoso descartado.

-Bueno, el sospechoso más obvio tiene una coartada muy sólida. ¿Por dónde quieres seguir?

-Puedes poner las grabaciones tal como te resulte más cómodo, sin saltos, una tras de otra.

-De acuerdo, cariño, pero me vas a permitir que me acomode y te deje mirar a ti, que para eso has venido. Yo mientras tanto voy a disfrutar de mi dosis de cariño.

Y así lo hizo. Abrió sus piernas, yo cerré las mías. Se colocó sobre mis rodillas, buscando la postura más cómoda, como una gatita zalamera y buscó mis labios con la calma de quien tiene toda la vida por delante. Yo busqué colocar la cabeza de tal forma que no la molestara, con mis dedos puse sus cabellos sobre su orejita, que acaricié en un gesto cariñoso que no me costó nada y me dispuse a ver como pude las siguientes grabaciones. Estaban colocadas, al parecer, según la planta y la habitación, planta primera, habitación 101 y así sucesivamente. Todas las habitaciones tenían su correspondiente huésped, a algunos los conocía cuando la cámara hacía zoom y mostraba el rostro del durmiente. Supuse que esa era la forma de situar al huésped en su habitación. No sería lógico que alguno se equivocara de habitación o intercambiara la suya con la de otro, pero en Crazyworld todo era posible, como había experimentado en mi corta estancia. Imaginé que el que algún huésped invitara a una huéspeda, o al revés, a compartir habitación, o cualquier otra combinación nacida de los gustos personales en cuestión de sexo, podía ser lógico pero no posible, sobre todo si quien se encargaba de acostar a los huéspedes era la señorita Ruth. Resultaba entretenido saber cómo era la vida nocturna de Crazyworld, aunque no tanto como para detenerse a contemplar los bultos bajo las sábanas y mantas que bien podían no moverse en toda la noche. Por eso había establecido un acuerdo tácito con Heather. Cuando le daba un golpecito con mi índice en su nalga pasaba a otra grabación y cuando daba dos seguidos las imágenes se movían a la velocidad necesaria para que no se me escapara el que algún durmiente pudiera levantarse, aunque solo fuera para ir al servicio. No tenía reloj para hacerme una idea de cuánto tiempo tardaba una cinta en recorrer toda la noche a velocidad conveniente, pero llevaba su tiempo. El suficiente para que Heather tuviera que respirar varias veces, lo que yo aprovechaba para ir haciendo preguntas necesarias y pragmáticas para ir conociendo ciertos detalles que como novato desconocía.

-Imagino que también hay grabaciones del personal, incluso del vuestro, los agentes de seguridad.

-¿Las quieres ver?

-Ahora no. Prosigamos primero con los huéspedes y luego seguiremos con el resto.

Y proseguimos, también con la serie de besos que me estaban excitando un poquito a pesar de ser por la mañana y de la noche que había tenido.



martes, 9 de junio de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD IV




Y no sé si enfadado por mis malos chistes o porque se había dado cuenta de que habíamos desperdiciado mucho tiempo, el caso es que me arrastró hasta la salida. Imaginé que le tocaría el chirimbolo a alguna estatua para salir, ahora, porque antes era para entrar, pero no, lo que hizo fue tocarle el chichi, el monte de Venus, la cueva de Alí Babá, la cueva del dragón o como se la quiera llamar a una estatua de mujer que tal vez representara a una Venus de Milo o puede que Afrodita o a Elena de Troya. Le acarició la imaginaria pelambrera triangular y la puerta comenzó a abrirse, no tan rápido que no me fijara en el rostro de la estatua. Casi me caigo de culo. Se parecía tanto al rostro de Kathy que no necesitaba jurar que era ella porque lo era. Jimmy salió por piernas y yo tuve que acelerar para ponerme a su altura.

-¿Quién ha sido el loco que ha diseñado esto?

-Pensé que nunca me lo ibas a preguntar. Imagino que te has fijado. A ti no se te escapa una. Mr. Arkadin contrató a un arquitecto, no sé si el mejor del mundo, pero sin duda el más excéntrico, como has comprobado. Kathy fue el  primer huésped, obligatorio, como te habrá contado ella. El arquitecto, de quien no recuerdo el nombre, cayó en sus redes, como todos, y quedó tan tocado como los demás, o mucho más. Su venganza no fue nada sutil, puso su cara a la estatua de Venus y obligó a todo el mundo a tocar su monte púbico si querían salir de allí.

-¿Qué fue de ese pervertido?

-Participó en las orgías de Mr. Arkadin en la cabaña del bosque. Si estás interesado puedo enseñarte algunos vídeos. Hace ya bastante tiempo que no vienen por aquí. Algo debe estar pasando pero no sé qué es.

-¿Alguna vez te has planteado salir de aquí con su comitiva?

-Me lo he planteado todo. He estudiado todo. Es imposible. Tendrás que convencerte.
Jimmy no ha ralentizado el paso para poder hablar más cómodamente, así que he tenido casi que correr a su lado mientras le hacía las preguntas y recibía sus respuestas. Tiene prisa por llegar cuanto antes ante el doctor Sun. Y no sé por qué. Por fin comienzo a darme cuenta de que El Pecas no es precisamente un libro abierto. Habla mucho pero oculta mucho más. Hemos recorrido el jardín, llegado ante la puerta de entrada y subido las escaleras hasta el primer piso, sin dejar de hablar. Me falta el resuello pero también estoy ansioso por empezar la investigación. No parece que si hay un asesino en serie en Crazyworld la vaya a tomar conmigo. Además todo parece indicar que el crimen tiene un fuerte componente pasional, la víctima no fue elegida al azar. Pero un cosquilleo malsano no ha dejado de molestarme desde que me enteré. Me siento como un gato encerrado que no podría salir por ninguna gatera si entrara alguien. Y me pregunto cómo sé de gatos. Tal vez mi amnesia se esté reduciendo o puede que nunca me olvidara de todo y los recuerdos afloran automáticamente cuando es preciso. Me prometo reflexionar sobre todo ello cuando encuentre un momento de descanso, si es que lo encuentro.

Hemos llegado al apartamento personal del director, unas habitaciones conectadas en la primera planta. Jimmy entra directo al dormitorio, donde se ha producido el crimen. Lo que veo me deja muy afectado. El doctor Sun está sentado en un cómodo sillón orejero, con las manos en la cara. Parece que no se ha movido desde que lo dejara Jimmy tras su primera conversación. Está completamente ido. Al menos esa es la impresión que da. Cuando entramos ni se entera. No hay nadie más por allí. Me fijo en unas manchas de sangre sobre una alfombra y en un dibujo con tiza que parece haber sido hecho con el cadáver sobre el suelo. Ha tenido que ser el investigador principal, así empieza a llamarlo para mi coleto. Sherlock Holmes y el doctor Watson. ¿De qué conozco yo a esos señores?

Jimmy tiene que sacudirle por el hombro para que se haga cargo. Entonces contemplo una escena tan surrealista que me planteo si estoy soñando. El doctor Sun se pone de pie y abraza al Pecas como si fuera su hijo, luego se arrodilla a sus pies, le besa los zapatos y allí se queda hasta que es levantado a la fuerza. El doctorcito le suplica, con lágrimas en los ojos, que encuentre cuanto antes al asesino. Su hijo así se lo jura y perjura, señalándome con una sonrisa irónica mientras le dice que con un ayudante como yo será fácil. El doctor Sun me mira como si fue la primera vez que me ve. Creo que ni se acuerda del complejo test que me realizó ni de nuestra entrevista. Ni siquiera sabe quién soy, pero asiente con la cabeza una y otra vez. Observo  toda la escena del crimen con ojos ávidos, algo ha tenido que pasar por alto el asesino o asesina, esto no es una película, aquí estamos todos locos y los locos se lo pasan todo por alto. Le pido a Jimmy que me explique cómo encontró el cadáver.

El doctor Sun se sienta de nuevo en el sillón orejero y esconde la cara entre las manos. Regresa a su limbo donde seguramente tiene más posibilidades de encontrar a su subconsciente colectivo que en el subconsciente de todos los locos de Crazyworld. Por un momento me pregunto a qué puede deberse la angustia de quien es una autoridad que tiene la sartén por el mango, y ahora además la suprema, salvo que regrese de forma imprevista Mr. Arkadín, el millonario loco. Tal vez sea eso. Se lo preguntaré luego a Jimmy. Éste me explica con toda meticulosidad que al entrar se encontró el cadáver del ex director sobre la alfombra, en pijama taladrado por numerosos agujeros, cubierto de sangre, muerto sin duda, de todas todas porque no reaccionó a una formidable patada que le propinó en los cataplines, como venganza póstuma o post-mortem. El doctor Sun ya estaba casi catatónico, no se enteró de nada, ni siquiera se acordaba de haber hecho que le llamaran. Según Jimmy el muerto había sido asesinado en el lecho, tal vez pillado por sorpresa, dormido, antes de morir del todo consiguió arrastrarse hasta el suelo y allí quedó tendido, sobre la alfombra. La cama también estaba empapada de sangre. ¿Cómo consiguió acceder al dormitorio el asesino? Fácil. En el apartamento del director no había cámaras de seguridad, como en todo Crazyworld, se rumoreaba que para evitar que las mujeres que le visitaban en su lecho no fueran vistas ni grabadas desde el centro de control o de seguridad. Se rumoreaba que muchas mujeres eran chantajeadas de mala manera para que accedieran a sus deseos perversos, en cambio otras, sobre todo pacientes, accedían de buena gana. Todo eran rumores, claro, no había cámaras, ni testigos, ni pruebas concluyentes. En el pasillo tampoco había cámaras por lo que sería inútil consultar las grabaciones.

-Pero sí nos servirán para descartar posibles asesinos, serán coartadas perfectas.

-Salvo para algunos- y me miró como si fuera tonto-pero no está mal pensado, amigo Watson, si John Smith, el asesino en serie, no ha sido grabado durmiendo será el primer sospechoso. Bueno, mira a ver si te interesa algo de la escena del crimen porque nos vamos a ir y esto ya nunca estará igual que estaba, vendrán las señoras de la limpieza y lo dejarán todo como los chorros del oro a la espera de que sea nombrado el nuevo director, si es que quiere residir en una escena del crimen. Que esa es otra.

Me puse a mirar todo, como si el asesino hubiera dejado el rastro de un elefante enloquecido, pero no encontré nada. Las sábanas de la cama habían sido llevadas, a la lavandería, con toda seguridad, pero aún quedaban manchas en el colchón. Teníamos la figura de tiza, la sangre en la alfombra. Ni rastro del arma homicida, que bien podría ser un cuchillo de la cocina. No había grabaciones, no había huellas de zapatos en el suelo, no había nada.

-Yo creo que esto más bien es el crimen pasional de una víctima del execrable director. Hay que buscar a una mujer despechada por algo o con deseos homicidas de venganza. ¿Tienes alguna idea de las mujeres que le visitaban y su historial?

-Tampoco está mal pensado, amigo Watson. El problema es que según los rumores, porque no hay la menor prueba o indicio, casi todas o todas las mujeres de Crazyworld tienen un serio motivo para haberlo apuñalado reiteradamente hasta la muerte. En esto creo que nos sería de mucha utilidad que hablaras con Dolores. A ella acudían y acuden la mayoría de las mujeres buscando consuelo. Es una mina de confidencias. Tal vez consigas que te haga una lista de las mujeres más sospechosas. Pero antes, si te parece, deberíamos empezar por el principio, por las grabaciones. Eso nos quitaría de encima un montón de posibles sospechosos y quedaríamos más desahogados. Luego tú podrías ir a ver a Dolores y yo despertaría al catatónico doctor Sun para que nos entregue un salvoconducto oficial, debidamente sellado para tener acceso a todos los reductos de Crazyworld y para que todo el mundo se ponga a nuestras órdenes, pidamos lo que pidamos.

-¿Y por qué no lo haces ahora?

-Porque un sueñecito le vendrá muy bien. No quiero molestarle si no es imprescindible. Mucho me temo que si se vuelve también loco tendremos que dar un golpe de Estado y hacernos con el poder.

-Si tú lo dices.

Y le seguí hasta el Centro de Seguridad de Crazyworld con la sensación extraña de que esa y no otra podía ser la ocasión ideal para la fuga. Con la disculpa de acceder a todo para la investigación me haría una idea cabal de las posibilidades de escapar, porque ninguno de los guardianes, ni con salvoconducto con sello ni sin él sería tan tonto para abrirnos las puertas con la disculpa de investigar en el exterior o le caería encima el peso rotundo del Sr. Arkadín, con lo que eso significaba.

viernes, 29 de mayo de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD III





Mi amnesia iba mejorando, pero no tanto como para saber si había visto algún cadáver a lo largo de mi corta vida y de ser así. el efecto que me produjo, pero me daba en la nariz que no lo iba a pasar bien. Me acerqué con recelo. Lo que vi a continuación no se me olvidará mientras viva, salvo que tenga otra amnesia aún peor que ésta. Aquel cuerpo parecía haber sido asesinado en una película sádica –suponiendo que recuerde alguna, que creo que sí-  su pecho desnudo estaba cosido a puñaladas o cuchillazos o lo que fuera, creo que habían limpiado algo la sangre porque para tanto agujero no había suficiente.  Solo de pensar que a mí también algún asesino anónimo podía dejarme el pecho, donde mi corazón latía desbocado, como un colador, hacía que me empezara a poner malo, cada vez más malo, muy malito. Cuando Jimmy me obligó a mirarle la cara estuve a punto de desmayarme, una palidez espantosa, los ojos cerrados como si lo hubieran pillado dormido, la boca entreabierta como si fuera a lanzar un grito y no pudiera y la expresión tan extraña que uno no sabía bien qué pensar, por un lado parecía que se sentía feliz de abandonar este mundo, y por el otro que el terror era tan fuerte que no le había dado tiempo de adueñarse de su cara porque todo había sido muy rápido.

-En las películas el detective de turno comenzaría a hacer el perfil del asesino diciendo aquello de que tantas puñaladas no las puede dar alguien que no le conociera, porque si no conoces a alguien no le puedes odiar mucho, solo para el gasto, te lo quitas de encima porque así consigues algo o por pura comodidad. Me temo que aquí todos conocíamos muy bien al director y te apuesto lo que quieras a que no encontrarás a alguien que no le odiara.

-No sé qué podríamos apostarnos, tal vez que contestaras a todas mis preguntas, pero ya lo haces sin que te pregunte, y además tú conoces esto mejor que nadie, si dices que todos lo odiaban es que es así, no le doy más vueltas. Pero si no te importa me gustaría que nos marcháramos. Me estoy poniendo malo.

-¿Tanto te asusta este bicho malo? Ahora no te puede hacer nada.

-Pero por Dios, Jimmy, ¿es que no tienes sentimientos, sensibilidad, algo que te obligue a vomitar?

-No sé si la muerte de alguna de mis amantes, que son lo que más quiero en esta vida, me harían llorar o vomitar, pero que pienses que podría vomitar por este bicharraco me ofende.

-Bueno, déjalo ya y salgamos cuanto antes.

-Esto es todo lo que tendremos del cadáver, porque cuando los medicuchos de Crazyworld le pongan la mano encima quedará irreconocible, todas las pruebas quedarán borradas y el ADN se mezclará tanto que todos los habitantes de Crazyworld seremos culpables. Así que mira y remira, por si se nos pasa algo.

-¿Pero qué quieres que mire? Alguien le acuchilló a conciencia y de ahí no me sacas.

-Bueno, luego no me vengas con que si no pudo hacerlo una mujer porque las heridas causadas no eran profundas o que sí tuvo que ser una mujer porque le cortó la minga. ¿Te has fijado si se la han cortado?

-Tiene la sábana por encima.

-Pues échala para atrás y mira. ¡Menudo detective estás hecho tú!

Y como yo no quisiera hacerlo El Pecas lo llevó a cabo sin el menor recato. Miré entre los muslos y pude ver un pajarito arrugado, más bien pequeño que grande y nada llamativo para las mujeres, aunque a saber cómo les gustan a las mujeres los pajaritos, si fritos o al horno. Casi me entró la risa tonta al pensar en el chiste que estaba haciendo dentro de mi cabeza. No quise comentárselo a Jimmy porque este le sacaba punta a todo, hasta podría hacerlo con aquel pajarito desangelado y yo quería salir de allí cuanto antes.

-No tenía un buen instrumento, como mucho un flautín diminuto. No me extraña que las mujeres no le quisieran ni ver y tuviera que utilizar su cargo con perversión para conseguir algo por la fuerza. Total que no le han cortado la minga, pero eso no nos dice que no fuera una mujer, porque a lo mejor ni se la encontró para cortársela o puede que en realidad no fuera una agraviada sino una que estaba hasta el moño, o puede que fuera un hombre, que también podría ser, pero tendría que estar muy loco, no un loco normal, porque con una puñalada o dos como mucho se lo habría quitado de en medio sin armar tanto jaleo.

-Vamos, por Dios te lo pido, Jimmy, salgamos de aquí cuanto antes.

-¿Pero tú crees en Dios?

-¡Ah! No lo sé, como soy amnésico.

El Pecas se tronchó de la risa. Aproveché aquel golpe de suerte para colocar la sábana, con mucha repugnancia sobre el cadáver y arreé un tremebundo patadón al artilugio que se introdujo de nuevo en el nicho. La puerta metálica se cerró al mismo tiempo, no sé si debido a que el fantasma del director ya estaba hasta los magros cataplines de nuestra falta de decoro o a que había un muelle o mecanismo que la cerraba cuando el artilugio hacía tope. Por suerte el susto cortó la hilaridad de Jimmy, porque ya estaba temiendo que iba a tener que hacerle el boca a boca. Estaba teniendo suerte, tal vez demasiada, quería salir de allí antes de que se truncara. Pero luego reflexioné que tal vez fuera de allí no iba a tener tanta, ni con Sun ni con los demás. Si me abandonaba la suerte lo seguro era que no iría muy lejos. Nadie podía salir de Crazyworld. Agarré a Jimmy y traté de arrastrarlo hasta la salida. Se resistió como gato panza arriba o como rana fuera del agua.

-De aquí no nos vamos hasta que conozcas lo más interesante de este tanatorio.



Y fue él quien me arrastró a mí hacia una gran puerta que estaba unos pasos más allá, al fondo, bueno tal vez más que unos pasos, bastantes. Me deslicé por el suelo de baldosas como un patinador y al llegar a la puerta observé pasmado, no que era de madera de la buena, sino que estaba decorada con tal número de signos religiosos que sin duda tuvo que ser decorada por un loco, algo bastante lógico en aquel lugar. Sin esperar mi aquiescencia Jimmy tiró del picaporte y la puerta se deslizó con facilidad a pesar de su aparente solidez y peso, tal vez porque estaba muy bien engrasada o porque existía algún artilugio que así lo permitía. Una vez abierta me arrastró al interior y la boca se me quedó muy abierta y desencajada. Estábamos en un enorme local que no podría calificar de catedral, aunque tuviera cierto parecido, porque también semejaba una mezquita, una pagoda, incluso el palacio del Potala, sin desdeñar la Sagrada Familia de Barcelona y toda clase de iglesias modernistas de todas las confesiones posibles, desde los mormones a los evangelistas, pasando por luteranos y testigos de Jehová, entre otros. Me asombré de mi memoria, tan caprichosa ella.

-¿Esto qué es, Jimmy? Acerté a decir con la boca abierta.

-La iglesia ecuménica de Crazyworld. Aquí todos los creyentes, en lo que sea, pueden celebrar sus cultos.

-¿Y los agnósticos y ateos? Dije sin querer hacer un chiste, me salió de dentro.

-Pueden utilizarla para lo que quieran, menos para orgías, que aquí eso está muy penado, como sabes.

-¿Quieres decir que aquí hay creyentes de todas las religiones existentes y de las que aún no se han inventado?

-Aquí todos estamos locos, esto es Crazyworld, y los locos creemos en todo o en nada, según de qué pie nos levantemos.

-¿Y suponiendo que un día todos se levanten con el pie creyente, hay sacerdotes para todas las creencias?

-Haberlos haylos, aunque no te podría decir si para todos los cultos o no, porque soy un hombre de muy poca iglesia, salvo que haya sacerdotisas que bailen desnudas y luego monten una orgía, pero no caerá esa breva, ni aquí ni fuera.

-¿Y cómo se adaptan las diferentes religiones a sus ritos en una iglesia que parece para todos y para nadie?

-La zona del altar se mueve como en un decorado moderno de ópera y se adapta a las necesidades de cada culto. También se mueven los techos, las paredes, los símbolos, que pueden aparecer y desaparecer. Pero no me pidas que te lo muestre hoy, porque como dices, tenemos algo de prisa. Hay una especie de salita de control escondida, donde puedes dar a palanquitas y botones y se encienden y apagan luces y todo se transforma, como en una discoteca supermoderna. Nuestro loco carcelero, el Sr. Arkadin, el millonario que nos tiene encerrados, quiso que disfrutáramos de todas las comodidades posibles y que cada cual rezara a su manera. El pobre está tan loco que no se dio cuenta de que un loco es un loco y ni rezamos, ni pensamos, ni encontramos nuestra razón por parte alguna, solo comemos como todo el mundo o nos morimos, y si nos dejan también follamos, aunque al miserable pudibundo eso no le gusta nada, aunque él bien que se montaba sus orgías, con sus amigotes en la cabaña del bosque, como has visto.

Y sin más me arrastró fuera, aún con la boca abierta, diciéndome que tenía que ver un poco el museo de la muerte, poco porque no quería que los médicos que vendrían a hacer la autopsia, tarde, porque no madrugaban, nos pillaran con las manos en la masa. Otra puerta, no diré que al fondo, porque aquello no parecía tener fondo, con estatuas egipcias, creo, no me hagan mucho caso porque soy amnésico, a cada lado de la puerta. A una le tocó la nariz, no sé si a Horus, a Anubis o a cualquier otro, que están pidiendo demasiado ustedes a mi amnesia, y la puerta se abrió también. Entramos en un inmenso salón que semejaba una tumba, un panteón, un mausoleo o lo que fuera, pero enorme, enorme. Allí estaban representados todos los cultos funerarios, tumbas, panteones, ritos, leyendas y demás de toda la historia de la humanidad, que no será muy larga, pero ha dado para mucho. Iba a abrir la boca, pero no pude hacerlo porque ya la tenía abierta.

-¿Y dónde entierran a los muertos, suponiendo que haya habido alguno antes del director?

-Esa es otra. Hay un portentoso cementerio, no te lo he podido enseñar todavía porque llevas poco aquí. ¿Veinticuatro, cuarenta y ocho horas?

-No sabría decirte, porque soy amnésico.
-Tú lo que me parece que eres es un jeta. Te haces el tonto porque crees que te van a dejar salir de aquí, pero ni lo sueñes.

sábado, 23 de mayo de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD II




Atravesamos el salón con el turbo encendido. Aunque resulte grosero decirlo y de esta forma, pero la verdad es la verdad, y el desayuno nos había generado ciertos gases volátiles que luego con el susto querían salir a toda costa.

Pensé que todos los locos se habrían desmandado con el evento. Algunos estrellaban las bandejas del desayuno contra las paredes., otros bailaban un foxtrot encima de las mesas, los menos se habían desnudado y hacían gestos obscenos encima de las mesas, en pelota picada, y con caras de sátiros, lo mismo hombres que mujeres. El resto prefiero no contarlo, porque me llevaría mucho tiempo… y no se lo creerían.

Salimos a la piscina donde J.Smith dormitaba en una hamaca. Recorrimos el jardín hasta llegar a su epicentro. En un claro apareció ante mis incrédulos ojos una formidable composición estaturaria. Un gigantesco Zeus lanzaba rayos desde un pedestal contra el resto de los dioses, que aparecían derribados sobre el suelo.

Jimmy trepó al pedestal y le tocó la “pirindola” al mismísmo Zeus (estaba desnudo). El pedestal comenzó a moverse mientras yo permanecía paralizado, observando el espectáculo.
Pronto apareció un hueco bajo el pedestal. Observé que unas escaleras descendían a lo profundo del Hades. El Pecas me tomó de un brazo, obligándome a descender con él a los infiernos. ¡Menos mal que no había Cancerberos! Al menos a simple vista.

Se encendieron unas lámparas y pude ver un pasillo amplio, abovedado. Al parecer toqué la pared. Puro mármol, el suelo y los techos del mismo material. ¡Aquellos malditos locos vivían como millonarios excéntricos! Me contuve de preguntar a mi acompañante si era mármol de Carrara.

·         ¿Qué es esto, Jimmy?
·         El tanatorio. Aquí están dos salas de exposición, los hornos crematorios y hasta  una sala de autopsias.
·         ¡Lo sabes todo!
·         Hay que saberlo todo si quieres sobrevivir en Crazyworld. Creo que ahora no hay nadie. No creo que hagan la autopsia hasta que nosotros aceptemos hacernos cargo de la investigación.
·         Oye, amigo, ¿No me habías dicho que nos esperaba el doctor Sun o lo he soñado? Por cierto, ¿cómo sabes que ese mequetrefe quiere que nos encarguemos de la investigación?
·         ¿No te lo había dicho? Entonces lo he soñado. Verás, no he sido el primero en enterarme, pero casi. Avisaron al doctor Sun y éste en cuanto vio la escena del crimen hizo que me llamaran. Sabe que soy el único que puede sacarle las castañas del fuego. Lo encontré derrumbado en un sillón, llorando a lágrima viva. ¿Puedes creerlo? Sabrá mucho de subconscientes, no te lo niego, pero es como un niño cuando tiene que enfrentarse a la realidad. En cuanto me vio se levantó como un tiro, se secó las lágrimas con la sábana con la que habían cubierto el cadáver y me abrazó como a un amigo de toda la vida. ¿Puedes creerlo? Luego se arrodilló y me pidió por mi santa madre que le ayudara o todos estaríamos perdidos. Lo primero que le dije fue que tú serías mi ayudante o no había trato. Aceptó de inmediato y me preguntó qué era lo que teníamos que hacer primero. Se empecinó en levantar el cadáver sin más y traerlo a la sala de autopsias. Me las vi y deseé para convencerle de que antes se hicieran fotografías, es lo que se hace en las películas, al menos tendríamos un escenario para elucubrar los movimientos de los personajes, del asesino y su víctima. De otra forma la investigación empezaría coja. Volvió a abrazarme mientras con voz meliflua no dejaba de repetir una y otra vez. ¿Qué haría yo sin ti? ¿Qué haría yo sin ti? Yo mismo me encargué de hacer las fotos con una buena cámara que él sacó de su caja fuerte, donde atisbé cosas muy interesantes que husmearemos en cuanto tengamos un rato libre. Lo que más me llamó la atención fueron unos cuadernos amontonados. En el de arriba pude leer: Diario del doctor Sun, cuaderno XXV.
·         ¿Lleva un diario? Eso nos podría ayudar mucho para trazar un plan de escape. ¿No te parece? ¿Pero cómo vas a abrir la caja fuerte?
·         ¿Crees que soy idiota? Estaba tan angustiado que no se apercibió que yo me situaba a su lado y memoricé la combinación que marcó.
·         Eres un genio, Jimmy, un auténtico genio.
·         Lo soy, pero te cambiaría toda mi genialidad por la noche que has pasado con Kathy.
·         Ya empezamos. Que estaba encerrado en la habitación, te repito.
·         Ya. Sé que Kathy se las sabe todas y cegó la cámara y desconectó el micrófono. Lo sé porque estuve en el centro de seguridad. Emborraché al agente de guardia y me froté las manos con lo que me esperaba. Pero el monitor de tu habitación estaba en negro. Supe de inmediato lo que había hecho, por eso me escondí tras un matorral del jardín, frente a tu ventana y la vi subir como una mona y luego no bajó hasta las primeras luces. ¿Quieres decirme que os habéis pasado la noche roncando como locomotoras?  En cuanto tenga algo muy sólido para intercambiar te pediré que me cuentes la noche de pé a pá.
·         -Oye, no es por nada, pero el doctor Sun nos va a encerrar en las celdas de aislamiento como lleguemos tarde.
·         -No lo hará, nos necesita. Que espere ese cabrón. ¿No quieres ver el cadáver?
·         -¿Está aquí?
·         -Por supuesto. En cuanto hice las fotos, tomé medidas y dibujé la silueta con una tiza, ya no pude retenerlo. Llamó para que lo trasladaran al tanatorio y se quedó sentado en el sillón con las manos en la cara. Seguro que su mente entró en bucle y no pensaba en otra cosa en cómo se lo iba a explicar al millonario.
·         -¿Qué puede hacer ese tipo? ¿Dejar que nos marchemos todos? –casi me entra la risa tonta-.

-No nos caerá esa breva. Seguiremos aquí hasta el juicio final. Ni siquiera nos llevarán a otra parte. ¿A dónde nos podrían llevar? Puede que al doctor Sun lo eche a patadas, pero a nosotros no nos tocará un pelo de la ropa. Eso sí, querrá saber quién es el asesino. Por eso el doctor está tan interesado en que le demos la solución. Es lo único que puede salvarle de la debacle. Para él esto es una mina. Nunca encontrará tantos subconscientes y tan a mano para su sagrada misión de probar la existencia del subconsciente colectivo. Pero vamos a ver el cadáver antes de que le hagan la autopsia, es lo que hacen en las películas. No sé qué sacaremos en claro, puede que nada, pero más que leyendo el informe de autopsia. Eso seguro. Harán trampa si alguien está interesado en ocultar algo. Dalo por hecho. Vamos allá.



Y allá que nos fuimos. Jimmy no dudó ni un paso. Parecía tener un mapa en el cerebro. Nos encontramos de pronto ante una puerta cerrada con el aparatito ese para marcar el código. Tampoco lo dudó. Oprimió unos números a toda velocidad y la puerta se abrió. Entramos.

-¿Cómo sabes el código?

-No recuerdo si te he hablado de la chica gordita que es una genia de la informática. Te he hablado de tantas cosas que no puedo recordarlas todas. Me consiguió un código personal y eliminó para mí el paso de la identificación del iris. Tenía previsto traerme aquí a todos mis ligues, para estar tranquilo y evitar la cámara y el micrófono en las habitaciones, pero son muy asustadizas, este lugar les da mal yuyu.

-¿Y qué te pidió a cambio?

Su risa estrepitosa reverberó en las paredes produciendo un efecto extraño que a mí me pareció macabro en aquel lugar.

-¿Qué crees que pude pedirme? ¿Qué crees que puedo yo dar a una mujer?

-No entiendo entonces por qué no has dejado de quejarte desde que nos conocimos por tu falta de sexo.

-Yo no me quejo si no me falta. Puedes hacerte una idea de mi situación cuando he tenido que recurrir a la señorita Ruth. Esa chica no era capaz de hacerlo aquí y yo me negué a hacerlo en su habitación. En cuanto ciegas las cámaras y desconectas una vez el micrófono ya estás fichado. La llevé a la cabaña pero luego no quiso volver, piensa que aquel lugar está embrujado, la cabaña y el bosque, no hubiera podido volver a llevarla allí ni a rastras.

Puso mala cara y decidió cortar el tema. Se acercó a una pared llena de tiradores metálicos y sacó del nicho un cadáver tapado con una sábana.

-Este es nuestro querido director. Un hombre odioso donde los haya, pero ni siquiera él merecía una muerte tan violenta. Acércate y echa un vistazo antes de que los médicos le pongan las manos encima, luego quedará irreconocible.


domingo, 17 de mayo de 2020

CÓMO ACABAR CON EL CAPITALISMO EN SEIS DÍAS III




Espero que vosotros, los lectores –todos proletarios, imagino- me disculparéis por este largo preámbulo. Seguro que lo que deseáis más que nada, como yo, es acabar con el capitalismo en seis días, como os he prometido, pero esto no es nada fácil, si fuera en un milenio o en un millón de años, eso estaría chupado, no hay mal que cien años dure. Además las notas de Buenavista son bastante confusas y enrevesadas. Puede que a él todo le parezca obvio, porque es economista, pero un servidor de ustedes, de los proletarios, porque de los capitalistas no quiero saber nada, no tiene las cosas tan claras como debería. Por ejemplo, Buenavista habla de que una vez inventado el dinero o las monedas acuñadas, el nacimiento de la banca, el bastión del capitalismo, estaba cantado. Pues no sé quién le cantará a él porque yo desafino cada vez que intento cantar. Me pregunto, y puede que sea un ignorante, si una vez que se inventó el dinero y la acuñación no hubiera sido más fácil que los reyes, monarcas, emperadores y señores feudales se hubieran hecho con las fábricas o herrerías de acuñar moneda y con todo el dinero acuñado en su poder podrían hacer lo que les viniera en gana, real o “emperadoresca” gana.

Claro que pensándolo bien, si todos los monarcas, emperadores, señores feudales, “taifistas” o reinos taifas, hubieran hecho lo mismo, pues a saber cómo obtendría dinero un monarca arruinado o en bancarrota por sus muchos excesos o por querer contratar más mercenarios de lo que le permitía su peculio. Claro que esto es un lío, muy confuso, porque si tenía la fábrica de dinero podría hacer tanto como fuera necesario, incluso más. Solo se me ocurre una solución posible. Que si hay tanto dinero como se quiere se produce una inflación y el dinero no vale nada. Pero ya hemos empleado una palabra capitalista maldita y antes de tiempo. Además todo el mundo se vio obligado a aceptar una serie de pactos o cláusulas imprescindibles para que funcione la economía, al menos la economía capitalista. Veamos: todas las monedas son aceptables e intercambiables, mientras sean los monarcas o aristócratas de toda laya los que las acuñen, si lo hacen los proletarios o villanos o gente de mal vivir, entonces son delincuentes. Toda moneda debe tener un patrón, es decir, algo valioso que les diga a todos que no se trata de un simple papel –perdón, moneda acuñada- sino que detrás de ello hay cosas realmente valiosas. Así tenemos el patrón oro…

Bueno, ya me estoy liando otra vez, porque se supone que eso ocurre con el papel-papel, no con las monedas acuñadas. Estas llevaban en sí mismas, en su vientre, su propio valor. Es decir, si eran de hierro, más abundante, tenían menos valor que si eran de plata, de oro, de diamante, de platino o de hidrógeno, más oxígeno, menos azufre, multiplicado por… Esto es asqueroso, necesito a Buenavista, para que me lo explique, pero yo no le puedo explicar cómo me he hecho con sus notas. Si las monedas valían de acuerdo al material de que estaban hechas, pues…Pues que había que conseguir esos materiales para acuñar monedas y solo los reinos grandes, poderosos, con muchas monedas acuñadas podían contratar ejércitos mercenarios para apoderarse de las minas de lo que fuera. Sí, eso está bien, mejor que el papel que lo puede hacer cualquiera recortando con tijeras, y así se produce la inflación y… otra vez con la maldita inflación capitalista. Y hasta aquí hemos llegado hoy. Por supuesto que no he podido explicar cómo surgió la banca, pero ustedes se lo imaginan, que son proletarios muy vivos. Tampoco he podido explicar por qué las monedas eran de un material u otro y estaban acuñadas o tenían un cuño que era del César –o sea, moi- o del rey, el emperador o el jefe de la tribu o el reyezuelo taifa o lo que fuera. Lo importante, y quédense con la copla, de que todo esto nace de un pacto, porque si no se hubiera llegado a tal pacto, los tenderos hubieran tirado las monedas acuñadas a la cabeza del que pretendía cambiarlas por un kilo de peras o de manzanas, pongamos por caso. Claro que cuando a él le aceptaron las monedas acuñadas descubrió que era mucho más cómodo ir por la vida con monedas acuñadas en la bolsa que ir pujando toda la dichosa vida por esto o aquello, todo muy pesado. Era un pacto bastante pragmático e inteligente, hasta yo estoy de acuerdo y eso que me gusta llevar a cuestas todo lo que como, más que nada porque el ejercicio me viene muy bien, antes de comer cargo con cajas y cajas, de esto o de aquello y cuando me lo como todo, pues que no importa que engorde un poco porque ya había bajado de peso. Así estoy yo de gordo, que más me valdría comerme las monedas acuñadas. Con una moneda acuñada y un bizcocho les espero mañana a las ocho… Jajá. Inocentes, inocentes, que yo no me levanto hasta las diez, como muy temprano, que estoy jubilado y mi gato Zapi tiene severas instrucciones de no hacerlo antes de esa hora bajo pena máxima.


domingo, 10 de mayo de 2020

CÓMO ACABAR CON EL CAPITALISMO EN SEIS DÍAS II




Antes de comenzar con el manifiesto propiamente dicho, me permito el lujo de esquematizar algunas notas que el Sr. Buenavista ha utilizado para la confección de susodicho manifiesto. ¿Cómo me he hecho con ellas o cómo han llegado a mis manos? Prefiero no hablar de ello, no sea que mis personajes contraten al Sr. Aladro, abogadro, se querellen contra mí y me vea envuelto en un pleito de mil años y un día. Debo decir que a mí me vienen muy bien estas anotaciones de historia económica porque yo de economía como de inglés y otras materias. Ni papa, oiga.

¿Cuándo, dónde, cómo y por qué comenzó el llamado capitalismo?/Según las notas que esquematizo, se podría decir que el capitalismo se inició con la economía del trueque. Puede llamar la atención, pero es así. Como en todas partes siempre hay listillos que se aprovechan de las circunstancias, fueren las que fueren, incluso aunque la ocasión la pinten calva, para aprovecharse de los más débiles y depredar en río revuelto. Bien pudo haber ocurrido –necesitaría un buen historiador- que el listillo de turno solo aceptara el trueque de determinados productos, haciéndose con un almacén impresionante de los mismos, con lo que bien pudo subir los precios, es decir, en lugar de una pera por una manzana, pongamos por caso, un cajón de peras y otro de manzanas por el producto escasísimo, inexistente, que el listillo tiene almacenado en su búnker, rodeado de ciénagas infestadas de caimanes y protegido por un ejército de mercenarios. O pasas por mis condiciones o te quedas sin mi producto básico. Los listillos son así, lo quieren todo, aunque les sobre.

Se podría decir que el capitalismo, el capitalismo salvaje,  se inició en la etapa económica del trueque. Antes existía la tribu que cazaba o cultivaba –las tribus sedentarias- y se repartían los productos de la caza o del agro en paz y buena “compaña”. Claro que el jefe recibía más y mejor y los pelotas del jefe una pizca más que el resto. Pero eso no se puede considerar capitalismo, solo egoísmo, depredación del más fuerte que se come al débil. El capitalismo es sistemático, organizado, requiere una mente privilegiada que ponga orden en el caos y tan creativa que experimente hasta dar con el “quid” de la cuestión. No como aquel que asó la manteca, estos nunca llegan a capitalistas.

El “quid” de la cuestión en el capitalismo fue la invención del dinero. No puedo acusar al profesor John Cabezaprivilegiada de haberlo inventado porque él no estaba allí, a pesar de que el pobre es más viejo que Matusalén, pero seguro que se trató de alguno de sus ancestros. Se dijo, el ancestro, ¿y si invento algo que nos libre de cargar a la espalda cajas de peras y manzanas? Pensó, meditó, experimentó y de pronto un día se le cayó una manzana de un árbol en la cabeza y gritó “eureka”, ya lo tengo. No creo, ni por pienso, que primero se inventara el dinero en papel, más bien supongo que el dinero comenzó con la acuñación de moneda. Tenemos metales, tenemos fragua, tenemos todo lo necesario, pues comencemos acuñando hierro, bronce, luego pasaremos a la plata, al oro, etc. Ahora solo queda convencer a la mayoría de que es mejor llevar una bolsa de monedas de hierro, por mucho que pesen, que un huerto a cuestas al mercado. Esta será la palanca de Arquímides que acabará moviendo el mundo. Pero antes alguien tuvo que convencer a la mayoría. ¿Fue el primer político de la historia? No sé, no sé, no lo tengo claro. Tuvieron que pasar muchos años, centenares, siglos, miles, milenios, para que la mayoría pensara que es mejor una mala economía que una buena guerra. De hecho aún seguimos teniendo guerras. Puede que alguien piense que debido al capitalismo. No sé, no sé, me da en la nariz que aquí hay más gato que un capitalista encerrado. ¡Pobres gatos! Siempre huyendo de todo el mundo, chivos expiatorios perfectos de la sociedad capitalista. Dejemos esto así. Aún me quedan muchas notas y eso que procuro sintetizar y esquematizar. Hasta el próximo capítulo y no olviden de mineralizarse y vitaminarse. ¡Uy qué digo! Que esto es del conejo de la suerte. Pues solo me faltaba que apareciera por aquí Bugs Bunny el conejo de la suerte.

martes, 5 de mayo de 2020

CÓMO ACABAR CON EL CAPITALISMO EN SEIS DÍAS

               MANIFIESTOS DE LA MENTE ENMASCARADA.COM

NOTA/Escrito antes de la pandemia, ahora casi resulta insultante que unos bichitos lo estén consiguiendo dejando a mis personajes en ridículo, pero así es la vida, imprevisible.



CÓMO ACABAR CON EL CAPITALISMO EN SEIS DÍAS



Se preguntarán ustedes a qué viene sacar a la luz este manifiesto de la Mente enmascarada.com en estos momentos, habiendo temas mucho más actuales, como la exhumación del dictador Franco o el independentismo en general o el catalán en particular. Pues bien se debe a mi proverbial prudencia, no miedo, ojo. Como nadie se va a tomar en serio este manifiesto, me puedo permitir el lujo de rescatarlo del almacén de manifiestos. Antes que nada debo decirles que sé muy bien a qué mano o autoría pertenece. A pesar de sus máscaras, a mí no me pueden engañar. Se trata de mis personajes humorísticos el Sr. Buenavista, economista y del profesor John Cabezaprivilegiada. Por eso juro y perjuro que este manifiesto no es de mi autoría, tan solo, como siempre, he podado, matizado y sobre todo he introducido una pizca de humor, como una inyección en nalga, de forma subrepticia, cuando mis personajes estaban descuidados. Aunque les parezca surrealista, mis personajes humorísticos carecen de sentido del humor, todo lo dicen en serio y muy en serio, por lo que aquí me ven intentando poner un poco de cordura, o “sease”, sentido del humor en este ladrillo incomible. Los humoristas somos los únicos habitantes de este planeta capaces de acabar con todo, de traer el apocalipsis en carroza de carnaval. Ustedes pensarán que en realidad yo quiero “realmente” acabar con el capitalismo, con mi economía e incluso con mi vida. Todo podría ser, en efecto, según se mire y desde dónde. Debo advertir que no soy “antisistema”, bueno un poquito, casi nada. Y también debo advertir a los antisistemas que no se les ocurra utilizar este manifiesto para terminar con esta sociedad de nuestros pecados, porque muy bien podría ocurrir que terminaran con ellos mismos, todo podría ser, que yo no me fío ni un pelo de mis personajes y menos de mis personajes humorísticos. Algunos piensan que los personajes no existen, no tienen vida propia, son los autores los que los manejan como a marionetas. ¡Ojalata fuera así! Por desgracia mis personajes tienen vida propia, hacen lo que quieren cuando quieren y convierten mi vida en un infierno, aunque a veces me hacen reír, sin pretenderlo, claro.

Ustedes-vosotros estarán intrigados en el por qué de seis días y no otra cifra similar o abultada. Parece un chiste pero creo que se debe a que al séptimo hay que descansar. No imagino a mis personajes haciendo un chiste, pero como todo es contagioso, hasta la gripe, bien pudiera darse el caso de que se hubieran contagiado de mi humor cascarrabias. Me he quedado pasmado, con la boca abierta y voy a investigarlo antes de poner en marcha esta rueda y que vaya donde quiera.

En cuanto a mi gatito Zapi debo decir que cada día es más burgués, el vicio corre que vuela mientras la virtud camina como yo con ciática y sin bastón. No soporta otros gatos en su territorio que es el mío y hoy he tenido que darle una voz. O les tratas como hermanos, con libertad, igualdad y fraternidad o acabo con el capitalismo y el que más va a sufrir eres tú, que yo soy un viejo achacoso, anarquista, ciático y encorvado con bastón. Tú verás.