miércoles, 17 de junio de 2020

PRIMER ASESINATO EN CRAZYWORLD V


                  

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Era mi segunda visita en…¿Era mi segundo día en Crazyworld? ¡Quién lo hubiera dicho! Juraría que llevaba allí una semana por lo menos, tal vez un mes. Aquello era un pandemónium de todos los demonios, si puedo expresarme así. Me habían ocurrido más cosas allí en un día que en un año o en una década en otro lugar. Y en todo aquel tiempo apenas me había separado de mi anfitrión, cicerone, mayordomo y guía en una sola pieza, Jimmy El Pecas. Sí señor, el más grande entre los grandes, el más astuto de toda la zorrería, el sabio, el hiperactivo, mi única esperanza de salir de aquel infierno cuanto antes, sobre todo antes de que al asesino en serie se le torciera la portería y me enfilara en su punto de mira. Sí, asesino en serie porque solo había un muerto hasta el momento pero los habría a docenas en unos días. Eso era al menos lo que los dos pensábamos.

En otro momento me hubiera encantado una segunda visita al centro de seguridad, especialmente solo. Heather era una mujer hermosa, deliciosa, maravillosa y todo lo que termina en osa, incluido el carácter que se le ponía cuando veía a Jimmy. Sentía la viva necesidad de adorarla, esperando que ella, como Kathy, me llevara al lecho cuanto antes, o me ofreciera su apartamento o incluso un sillón en aquel lugar, todo antes que volver a pasar otra noche con mi amada Kathy, no saldría vivo, de eso estaba seguro. Era muy temprano, por la mañana, un momento del día no especialmente favorable para mí. Sí, ya sé que soy amnésico pero era como un atisbo, una sensación, una intuición, algo me decía que prefería las tardes y las noches, bueno algunas noches. No sabía cómo nos recibiría Heather, aunque esperaba que ya se habría enterado de todo, al menos eso es lo que se espera de un centro de seguridad, aunque como dicen en mi pueblo, en casa del herrero cuchillo de palo. No sé por qué me puse a pensare en cuál sería mi pueblo, tal vez porque no quería adelantar acontecimientos.

Después de todo hubo suerte, y eso que era por la mañana. Hubo suerte de que ella tuviera el turno de mañana o tal vez lo había tenido de noche pero se había quedado para ayudar en lo que fuera preciso. Hubo suerte de que alguien le hubiera transmitido que Jimmy estaba a cargo de la investigación y yo era su adlátere o Watson, si lo prefieren. No sé quién pudo haberle transmitido semejante información pero lo seguro era que había tenido tiempo, dado que Jimmy y yo nos habíamos pasado nuestro buen tiempo en el tanatorio. Y por último hubo suerte de que yo fuera primero al llegar a la puerta. Heather me vio a mí y se le endulzó la sonrisa en la cara. Me abrió, me agarró por los hombros y me atrajo hacia sí, no porque deseara besarme, que puede que también, sino sobre todo porque quería tenerme dentro para cerrarle el paso al Pecas, quien consciente de la maniobra puso el pie y pasó después que yo, digamos que le gané por la cabeza, si hubiéramos estado en el hipódromo y sido caballos.

Heather hizo como que no veía al Pecas y en todo momento se dirigió a mí, y muy de cerca. Me llevó hacia la mesa circular de control, hizo que me sentara en la única silla, giratoria, que había allí, se colocó detrás, puso sus manos sobre mi barbilla, luego sobre mis hombros, como si fuera a darme un masaje y acercándose a mi oreja derecha me susurró: ¿Qué es lo que quiere de mí un yogurín como tú? Pude observar, con gran esfuerzo, que El Pecas permanecía a una distancia social más bien fría y precavida, observando la escena con sonrisa aviesa y ojos de fuego de dragón que quiere comerse a la dragona, pero como no puede, al menos se conformaría con incinerarla.

Puse a Heather en antecedentes, con voz normal, un poco meliflua, diría yo, de lo que nos había atraído hacia allí.

-Pero eso es un trabajo ingente, para un día y tal vez toda una noche. Me tienes a tu disposición si logras que ese sátiro de tres al cuarto nos deje solos.

Esto último lo dijo susurrando en mi oreja. No sé si Jimmy tenía claro que estorbaba allí o que el trabajo de visionar todas las grabaciones sería de un tedioso capaz de dormir a una marmota ya dormida o que era un buen amigo y quería dejarme el camino libre con Heather. El caso es que dijo con voz agria que él allí sobraba. Que me encargara yo de repasar todas las grabaciones de la noche, especialmente empezando por John Smith, nuestro asesino en serie particular y el primer sospechoso mientras no se demostrara lo contrario. Que él iba a sacar al doctor Sun de su estado catatónico para que nos firmara un salvoconducto que nos permitiera acceder a todos los rincones de Crazyworld y a todas las personas. Al mismo tiempo intentaría sacarle algo, lo que fuera, sobre la vida y milagros del finado director. Me voy, dijo dando un patadón en el suelo y luego escupió con ganas.

Heather alargó la mano hacia un botón y la puerta se abrió, desapareciendo por ella un Pecas al que debían de perseguir todos los demonios del Averno. A ella le faltó tiempo para dejar mi retaguardia, colocarse por delante y sentarse tranquilamente en mis rodillas.

-No te preocupes –me dijo, ahora con voz normal- ya limpiará ese gargajo la señora de la limpieza. Tú y yo nos vamos a dedicar todo el día y toda la noche a repasar los vídeos, empezando por el de John Smith. Teniendo un asesino en serie a disposición sería estúpido no ponerlo el primero de la lista. ¿No crees?

Le di mi aquiescencia como pude, no fue fácil, porque notaba los cálidos pechos de ella sobre el mío. Se había acurrucado sobre mí como una gatita melosa. También notaba su espléndido cuerpo, podía notarlo a pesar de mi ropa y de la suya. Lo que sí noté sin interferencias fueron sus labios ansiosos y carnosos sobre los míos. Fue un beso a tornillo sin prisas, percibí su lengua buscando la mía, como un gato juega con un ratón. Me sentí tan bien, tan relajado a pesar de la agitada noche que había sufrido, que hice una cuenta rápida. Mejor con ella que pasar otra noche con Kathy. A pesar de su intensa libido que palpitaba en sus venas y de lo mucho que parecía desearme, siempre sería mejor que me estrujara ella que catwoman, una gata insaciable. Tal vez pudiera tomarme un descanso de vez en cuando, ver las aburridas grabaciones, charlar como si tal cosa y hasta comer un poco cuando fuera la hora. Mi decisión estaba tomada. Me quedaría allí mientras fuera posible.

Todo esto lo pensé mientras ella se regodeaba en el beso, y aún me sobró tiempo para plantearme algunas cosillas más. Cuando se dio un descanso para respirar yo pude meter baza.

-¿Qué te parece si empezamos por John Smith y luego seguimos con los demás?

-Claro, cielito, debes de estar agotado tras una noche con esa lagarta.

-¿Cómo lo sabes?

-Sería la primera vez que ella no fuera la primera con un recién llegado. Pero yo voy a ser la segunda y nadie nos molestará.

-¿Cómo lo vas a conseguir?

-Fácil. Les he dicho a mis compañeros que yo me ocuparé de todo, aquí en el centro de seguridad. Que no nos molesten, salvo que se produzca un terremoto y entonces tampoco hace falta porque ya nos enteraremos. Nadie puede abrir desde fuera, una vez bloqueada la puerta, como yo voy a hacer ahora.

Y se puso en pie. Se separó un poco de mí, no mucho, para hacerse con un mando a distancia que no estaba muy lejos y regresó a mis rodillas. Se puso cómoda y me dijo que solo tenía que darle instrucciones y ella se encargaría de hacerme ver la grabación que quisiera. De nuevo se colgó de mi boca y como no podía decir nada intenté transmitirle por morse mis deseos. La abracé con ganas, respondí a su beso y bajé mi mano derecha hasta sus nalgas, allí tecleé con el dedo una vez. Lo entendió a la perfección. Su mano hizo algo con el mando y en la pantalla principal, más grande que las demás, apareció el cuarto de John Smith. Lo supe porque dormía a pierna suelta sobre su lecho, vestido, sin taparse, como si no hubiera tenido tiempo de prepararse y el sueño le hubiera tomado por sorpresa. La cámara hizo un zoom y pude ver su cara en primer plano. Entonces me llevé un formidable susto. Imagino que Heather hizo algo con el mando a distancia y todos los ventanales del centro de seguridad retemblaron, bajaron unas persianas metálicas que taparon todos los huecos posibles y nos quedamos a oscuras.

Heather dejó de besarme, separó su rostro del mío lo suficiente para ver la expresión de mi rostro y se echó a reír.

-¡Menudo susto te he dado! ¿Verdad cariño? El centro de seguridad puede bloquearse como ante un asalto de un ejército de tanques. Nadie nos verá ni podrá entrar hasta que yo lo diga.

-Me parece muy bien, querida, pero me gustaría tener un poco de luz, si fuera posible.

Ella tocó el mando y una luz muy atenuada se expandió desde el techo.

-Voy a dejar que te recuperes un poco y luego haremos un descanso para darnos un poco de cariño. Todo el mundo necesita su dosis de cariño y aquí en Crazyworld más que en ninguna otra parte. Aquí no se sobrevive sin la correspondiente dosis de cariño.

-¿Un descanso? Si ni siquiera hemos empezado.

-¡Oh, perdona! Vale, veremos unas cuantas grabaciones y luego descansamos.

-Si no te importa me gustaría ver a cámara rápida o nos tiraremos con la grabación de John Smith todo el día.

-Claro, claro. Que tonta soy. Dime a qué velocidad quieres verla.

-A toda la que sea posible mientras mis ojos puedan percibir que el bulto en la cama no se mueve.

-Ok, mi amor.

Y la grabación comenzó a rodar como una bola de nieve por una cuesta. Mucho me temía que allí no habría gran cosa que ver, como así fue. El asesino en serie no se había movido en toda la noche, ni siquiera para hacer pis. Nuestro primer sospechoso descartado.

-Bueno, el sospechoso más obvio tiene una coartada muy sólida. ¿Por dónde quieres seguir?

-Puedes poner las grabaciones tal como te resulte más cómodo, sin saltos, una tras de otra.

-De acuerdo, cariño, pero me vas a permitir que me acomode y te deje mirar a ti, que para eso has venido. Yo mientras tanto voy a disfrutar de mi dosis de cariño.

Y así lo hizo. Abrió sus piernas, yo cerré las mías. Se colocó sobre mis rodillas, buscando la postura más cómoda, como una gatita zalamera y buscó mis labios con la calma de quien tiene toda la vida por delante. Yo busqué colocar la cabeza de tal forma que no la molestara, con mis dedos puse sus cabellos sobre su orejita, que acaricié en un gesto cariñoso que no me costó nada y me dispuse a ver como pude las siguientes grabaciones. Estaban colocadas, al parecer, según la planta y la habitación, planta primera, habitación 101 y así sucesivamente. Todas las habitaciones tenían su correspondiente huésped, a algunos los conocía cuando la cámara hacía zoom y mostraba el rostro del durmiente. Supuse que esa era la forma de situar al huésped en su habitación. No sería lógico que alguno se equivocara de habitación o intercambiara la suya con la de otro, pero en Crazyworld todo era posible, como había experimentado en mi corta estancia. Imaginé que el que algún huésped invitara a una huéspeda, o al revés, a compartir habitación, o cualquier otra combinación nacida de los gustos personales en cuestión de sexo, podía ser lógico pero no posible, sobre todo si quien se encargaba de acostar a los huéspedes era la señorita Ruth. Resultaba entretenido saber cómo era la vida nocturna de Crazyworld, aunque no tanto como para detenerse a contemplar los bultos bajo las sábanas y mantas que bien podían no moverse en toda la noche. Por eso había establecido un acuerdo tácito con Heather. Cuando le daba un golpecito con mi índice en su nalga pasaba a otra grabación y cuando daba dos seguidos las imágenes se movían a la velocidad necesaria para que no se me escapara el que algún durmiente pudiera levantarse, aunque solo fuera para ir al servicio. No tenía reloj para hacerme una idea de cuánto tiempo tardaba una cinta en recorrer toda la noche a velocidad conveniente, pero llevaba su tiempo. El suficiente para que Heather tuviera que respirar varias veces, lo que yo aprovechaba para ir haciendo preguntas necesarias y pragmáticas para ir conociendo ciertos detalles que como novato desconocía.

-Imagino que también hay grabaciones del personal, incluso del vuestro, los agentes de seguridad.

-¿Las quieres ver?

-Ahora no. Prosigamos primero con los huéspedes y luego seguiremos con el resto.

Y proseguimos, también con la serie de besos que me estaban excitando un poquito a pesar de ser por la mañana y de la noche que había tenido.



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