viernes, 26 de febrero de 2016

QUIJOTADAS SOBRE LAS ELECCIONES




QUIJOTADAS SOBRE LAS ELECCIONES


Adivina, adivinanza, ¿quién soy sino soy Sancho Panza?

-Un papel no puede cambiar nada, dos tampoco. Un considerable montón de papeles ya tienen su chance.

No, no se trata de mandar instancias a la administración pidiendo o quejándose de algo.


-Metes un papel por la ranura y alguien siente un orgasmo. Pero ese no eres tú. A eso se le llama orgasmo por delegación.

-Alguien habla mucho, muchos aplauden, algunos miran indiferentes. Algunos graciosos se ríen de los que aplauden, de los que hablan y de los que miran indiferentes. Al final puede haber gresca.

No, no es un partido de futbol. El que habla mucho no es el locutor que lo está transmitiendo por radio. Los que aplauden no son los hinchas del equipo que va ganando. Los indiferentes no son los del equipo que ya está descendido. Los graciosos que se ríen de todo el mundo no forman parte de la peña del árbitro que acaba de sacar media docena de tarjetas rojas. Puede haber gresca sino intervienen las fuerzas del orden público. ¿Y los jugadores?. ¿Dónde están los jugadores?. Eso digo yo, ¿no era esto un partido de futbol?



-Todos dicen que van a ganar pero no juegan y los que juegan no saben quién va a ganar, al menos eso dicen cuando los encuestadores a pie de urna hacen preguntas.

-Los indecisos pueden acabar ganando el partido. ¡Corre y mete goles para eso!

-Gane quien gane es posible que no cambie tu posición en la tabla. Siempre hay partidos intranscendentes a lo largo de una liga.

-La mayoría acaba en el gobierno, la minoría en la oposición. La peña de los cuatro gatos incordiando y los que han jugado el partido en la caseta recibiendo broncas del entrenador, del árbitro, de los espectadores, de los periodistas, del equipo contrario, de sus familias y hasta del presidente del equipo ganador. Y es que se han metido tantos goles -hasta en propia meta- que todos reciben la correspondiente bronca...por si acaso.



SI FUERA...SI FUERA...


Una película.
Sería el Hotel de los líos de los hermanos Marx. Nadie sabe lo que está ocurriendo dentro, hay demasiado follón. Hasta que sale Groucho al balcón como candidato electo con bigote y puro. Los que están fuera se ríen de su discurso, pero no entienden nada.


Una tragedia
Sería Hamlet. Los candidatos andan farfullando por los rincones el monólogo de ser o no ser, he ahí el dilema. Los intrigantes se esconden tras los tapices y son apuñalados por error. Los cortesanos se divierten viendo a los bufones o con lo que pueden. A nadie le importa quién será el nuevo rey, disfrutan viendo en el televisor los mítines de los candidatos. La bella y soñadora Ofelia se arroja al río incapaz de sufrir tanto desmadre.


Un fenómeno metereológico.
Sería la lluvia primaveral que empapa los campos yertos. Brotan florecillas nuevas, hermosas y pizpiretas y unos extraños arbolitos con sonrisa perpetua en el tronco y ramas que parecen manos estrechando algo en el aire.

Si fuera una ciudad.
Sería la ciudad más grande del mundo. Todos salen de casa endomingados para aclamar al héroe que vuelve victorioso del combate. Pasado el día de fiesta cada cual vuelve a su vida cotidiana. Vuelve el rico a su riqueza, el pobre a su pobreza, el triste a su tristeza y los listillos a hacer el agosto.


Una empresa
Sería una multinacional con unos 40 millones de empleados pongamos por caso y un consejo de administración presidido por el candidato electo. La posibilidad de que un trabajador llegue a Presidente del Consejo de administración es harto problemática pero mayores milagros se han visto.


Si se tratara de describir toda una vida
El candidato dormiría con las mandíbulas colapsadas de tanto sonreír, se levantaría sonámbulo y estrecharía las manos a los muebles de su casa. Sus hijos huirían de él hartos de tanto besuqueo, su mujer huiría del cóctel de perfumes fuertes de su ropa que han dejado las señoras que le abrazan constantemente. En las comidas en familia hablaría tan retóricamente que su esposa e hijos y demás familiares invitados se atragantarían de risa. Llegaría un momento en el que considerarían las promesa electorales como una tortura infame y le arrojarían curruscos de pan duro a la cabeza. Menos mal que las campañas electorales solo duran dos semanas más o menos o todo el mundo reventaría y la adrenalina cubriría los tejados de nuestras casas.


Un maratón popular.
Ganarían los candidatos que no se han movido de la meta. El resto queda desfondado a lo largo del camino.

Un rastro
Todos comprarían papeletas en los puestos a los viandantes que pasean sin prisa mirándolo todo con curiosidad displicente. Suele comprar más el que tiene más labia aunque uno nunca sabe muy bien qué demonios acabará haciendo con las papeletas.


Un barco
Sería el Titanic donde todos votan para ver quién utilizará los botes salvavidas y para saber quién se salvará y quién será arrojado a las frías aguas del ostracismo social.


Un partido de tenis.
Uno acabaría hasta las narices de tanto peloteo destemplado.


OPINIONES RECOGIDAS EN LA CALLE AL AZAR

-La democracia es el mejor sistema político de todos los existentes y hasta de los posibles. ¡Cómo serán los otros!

-Las promesas electorales son los caramelos que se dan a los niños el primer día de cole para que no lloren.

-Los partidos políticos se pelean por tu voto. Ahora tienes la sartén por el mango. Mañana tendrás tu trasero friéndose y otros manejarán el mango de la sartén.

-Los mítines están hechos para que la retórica convenza a los partidarios. Los indecisos se los pasan muy bien oyendo los insultos que los candidatos se dedican entre sí.

-En una campaña electoral el candidato acabó hablando por señas en un mitin con mayoría de asistentes sordomudos.

-A los electores les prometieron tanto que no sabían dónde ponerlo. Tuvieron que dejar sus domicilios particulares e instalarse bajo un puente. Allí había suficiente espacio.

-El voto obligatorio decidiría a los indecisos...a votar en blanco.

-¿Listas abiertas o listas cerradas?. No acabo de entenderlo. ¿Significa que uno puede votar a candidatos de diferentes partidos en las abiertas y a los que propone un partido político en las cerradas?. ¿Eso significa que ya no existe un engranaje en los partidos políticos y cada uno va por libre?

-El caciquismo era un chantaje al lector. O yo o un diluvio de palos. Hoy las elecciones han mejorado, puedes votar a dos o tres partidos políticos que hacen elecciones primarias en el seno de sus partidos para elegir a los candidatos que se presentarán en las próximas elecciones...cuando hacen primarias...menudo follón cuando las hacen.


-El sueño del elector es una urna en forma de máquina tragaperras. Metes la papeleta y si hay suerte te toca el premio gordo.

-La pesadilla del elector tiene mucho que ver con elecciones en el lugar de trabajo. Siempre sale elegido el jefe. Nadie sabe la razón.



viernes, 12 de febrero de 2016

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO VI


EL INFIERNO DE LOS VIOLENTOS




Por supuesto que mi afirmación al rematar el capítulo anterior era una broma. Yo no soy Bugs Bunny, el conejo de la suerte… Si así fuera ahora no estaría en el Infierno, sino en el Paraíso, algo que no desespero de alcanzar algún día de estos. Estoy seguro de que se han sentido un tanto desconcertados por este toque de humor, porque en el Infierno rechina un poco o más bien diría que es inaceptable. ¿Humor en el Infierno? Entonces sería de pega. Y si hubiera amor todos querríamos escaldarnos en él, en vez de aburrirnos en el Cielo.

Tienen ustedes toda la razón del mundo. Aquí hay de todo, como en botica, menos humor. De amor no hablo porque se reirían y ya estaríamos de nuevo a vueltas con el humor. Ni siquiera en el Infierno de los humoristas existe ni un ápice de humor. No, no escucharán una sola risa. ¿En qué consiste su tormento? Lo sabrán a su debido tiempo.

Si estamos en el Infierno lo lógico es que todo el mundo sufra, aquí nadie se libra de su tormento. Si alguien quiere felicidad que se vaya al Nirvana; si quieren amor al Cielo; si quieren humor al club de la comedia. Sí, porque aunque el humor debería ser una cualidad divina y empapar el Cielo de arriba abajo, yo no lo tengo tan claro. ¡Qué quieren que les diga!



Si esto fuera una película de dibujos animados, yo podría ser Bugs Bunny, el conejo de la suerte o de la mala suerte, puesto que estoy danzando por el Infierno, de un tormento a otro. Y ustedes podrían ver lo que voy a mostrarles ahora con una sonrisa en la boca, sin inmutarse. Al fin y al cabo los cuerpos de los dibujos carecen de solidez, de sensibilidad, y se pueden trocear sin otra consecuencia que la risa del espectador sádico. La piel de los dibujos es solo pintura, que se puede quemar con toda tranquilidad, con gasolina y un mechero, pongamos por caso, o rasgar con una sierra mecánica y aquí no pasa nada. Sin embargo debo decirles que esto no es una película de dibujos animados. Esto no es la vida en dibujos o caricaturas. Esto es el Infierno, con todas las consecuencias, y por lo tanto sobran las bromitas y las sonrisitas. 

Lo que les voy a mostrar es la sección más terrible del Infierno. Por eso hoy estoy tan serio. Nada de bromas. Les voy a mostrar…¡Y dale! En realidad tan solo se lo voy a describir con mi bolígrafo Bic, con el que estoy escribiendo en un taco de pos-it, lo único que pude salvar de la aduana, lo que está sucediendo en la caldera de los condenados violentos. El estúpido demonio aduanero me requisó la cámara de vídeo, el móvil… Vamos, vamos, como que me dejó en pelota picada. Algo que no les he dicho hasta este momento, por vergüenza. Si bien es cierto que aquí todos, demonios y condenados, andan en bolas, como si tal cosa, a mí me sigue dando vergüenza. ¡Que le voy a hacer! El bolígrafo, el taco de pos-it y algunas cosillas más, que logré escamotear del avieso demonio aduanero, lo llevo en una mariconera que me cuelga del cuello, llegando hasta la barriga, por lo que no consigo ocultar mis partes pudendas. Parezco un cangurito gentil. Lo de mariconera no lo digo porque sea homófobo, que no lo soy, sino porque aquí es como lo llaman tanto demonios como condenados. Aunque no se lo crean también en el Infierno hay mucho machismo, sentimientos homófobos, maltrato, desigualdad de género y demás. Se lucha por evolucionar, si bien aquí lo que cuenta es que cada condenado sufra su tormento y cada demonio cumpla con su deber. No siempre es así. Como en toda burocracia, hay muchos fallos, las cosas se enredan y no hay Dios que las desenrede. Podría hablarles de ello y del transporte o de la comida, o de la vestimenta de gala (el traje de Eva es el de labor) o de las modas que imperan también por aquí. Podría hablarles de casi cualquier tema, con tal de librarme de describirles lo que están viendo mis ojos.

Para mí sería mucho más cómodo grabar en vídeo estas escenas y enchufarlas a las pantallas de sus televisores. Ustedes opinarían lo que quisieran, yo me iría mientras tanto a echar un pitillo a la calle (lo del tabaco en el Infierno es otro tema) y aquí paz y después gloria (es un decir porque de aquí el único que ha salido para el Cielo es el demonio arrepentido, Sloctik, del que les contaré sus aventuras en otro momento). Por desgracia tendrán que conformarse con mi cálido (aquí hay un calor que hasta calienta las palabras) verbo. Dicen que una imagen vale más de mil palabras, pues bien trataré de que sean dos mil por cada imagen. 



La caldera de los violentos es la más grande del Infierno, con mucha diferencia. No porque los violentos necesiten más espacio que nadie, que lo necesitan, como les voy a explicar, sino sobre todo porque son muchos, muchísimos. Si el clásico dijo aquello de “infinitus es númerus stultorum”, es decir, el número de los idiotas es infinito, el de los violentos no se queda atrás, sino que se adelanta corriendo. Si no me creen extiendan su mano derecha y vayan contando con los dedos.
Los lujuriosos son cuatro gatos-dedos: Don Juan Tenorio, Casanova, Mesalina y el fundador del Playboy. ¿Han visto? Lews ha sobrado un dedo de la mano derecha. Si hicieran lo mismo en otras secciones del Infierno les pasaría tres cuartas partes de lo ya sabido. Pero no estamos aquí para perder el tiempo, aunque aquí no haya tiempo, como no me cansaré nunca de repetirles. El Infierno es cuántico, por eso dicen que está a mucha profundidad bajo nuestros pies, justo donde comienzan las partículas y subpartículas atómicas. Como saben en el cuántico uno puede estar vivo o muerto al mismo tiempo, es la paradoja del gato de… (jeje, no se lo saben, ¡vaya con el nombrecito!). También pueden estar arriba o abajo, aquí o allá. Por eso todo lo que sucede aquí, en el Infierno, es muy raro, tal como en el universo cuántico, donde nadie se aclara, ni los genios de la física, ni los tontos de la política, nadie. 

Creo que les estaba diciendo (me estoy enrollando como una persiana para evitar desplegar ante ustedes los tormentos de los condenados violentos) que los violentos necesitan mucho espacio. No soportan a nadie cerca, por eso se pasan la vida pegando tiros o poniendo bombas y lanzan misiles o se lían a navajazos, lo que sea, con tal de tener su entorno muy despejadito.

Necesitan mucho espacio por la razón que les di antes, porque son tantos como arenas en la playa. Si no me creen extiendan las dos manos, descálcense y extiendan los pies, de manera que puedan verse los dedos y comiencen a contar:
.Caín-un dedo- Alejandro el Magno-otro… Napoleón el Buonaparte, tres. Y aquí me dedo en el contaje de dedos, háganlo ustedes por mí, mientras yo les doy nombres. Los dictadores que nos han asolado con su certeza de saber el camino y han intentado llevarnos por él a latigazos. Me ahorraran que les recite toda la lista, desde los emperadores persas, y antes, mucho antes, los arios, los césares romanos (Calígula, Nerón y Cia.) pasando por Atila, el rey de los hunos que quería serlo también de los otros, de todos. Kublaikan, el gran mongol… De los asesinos en serie solo les voy a citar a Jack el destripador, el más conocido, y voy a rematar con el mayor dictador, violento y genocida de la historia de la humanidad: Heil Hitler.



¿Cuántos dedos llevan ya? Seguro que han perdido la cuenta, han contado tantas veces los dedos de sus manos y de sus pies y los dedos del de enfrente que ya no saben si han llegado al infinito o se han quedado a las puertas. ¿Ven lo que les decía? Infinitus is númerus violentus.

Bien, por mucho que lo he intentado, ya no puedo dilatar más el momento. Estoy sobre una colina de brasas. No sufro porque en realidad no soy un condenado (algo que muchos de ustedes han pensado y deseado, lo sé de buena tinta) sino un visitante, con la famosa tarjetita que te cuelgan al cuello. Por eso no puedo sufrir los tormentos del Infierno, aunque quisiera. Aún no he sido condenado, aunque estoy en puertas. Espero que de ser así, comience por la sección de los lujuriosos, luego me lleven a la de los glotones y después de pasar por todas las demás, me permitan dejar la sección de los violentos para el final, si es que no puedo librarme de ella. 

He sacado mis prismáticos (otra de las cosillas que logré escaquear del olfato del aduanero demoniaco) y miro la gran caldera que tengo delante. Es enorme, ciertamente lo es y no una metáfora. Diría que es casi infinita, puesto que no veo el final. A pesar de ello está a tope. No cabe un condenado más, ni una paja más en el pajar, ni un alfiler más en el alfiletero. Se parece bastante a una lata de sardinas en aceite de oliva hirviendo o al camarote de los hermanos Marx… solo que repleto de bombas lapa pegadas a los culos de los pasajeros.



Sí, efectivamente, el suelo de la caldera está plagado de minas unipersonales, y los culos de los condenados de bombas lapa. El resto del armamento, con el que son atormentados, se compone de tiros disparados por pistolas y revólveres, metralletas AK-43 y demás modelos, bombas fragmentarias y hasta misiles y bombas atómicas unipersonales. Aquí hay de todo y cada pieza de armamento está diseñada y colocada en el sitio adecuado para que cada condenado sufra lo máximo en el menor tiempo posible.

Aquí Satanás y Cia se han esmerado, han tirado la casa ardiendo por la ventana y contratado a los ingenieros más ingeniosos y a los genios de la ciencia más perversos…Me he interrumpido para mirar con la boca abierta un misil unipersonal que ha despegado de alguna parte, no sé cuál, y echando un apestoso y azufroso fuego por el culo o la retaguardia, como prefieran, y haciendo un ruido tremendo (Brooommmmm o algo parecido), ha volado sobre las cabezas de los condenados, una y otra vez, a toda velocidad, como alargando el suspense de quién será el afortunado y le ha caído en el cráneo a uno de ellos, o tal vez le ha entrado por el trasero, eso no lo puedo saber porque ha explotado de inmediato y del condenado no ha quedado ni una esquirla de hueso.

Es curioso, porque los demás, a pesar de estar pegaditos, no sufren las consecuencias, ni un trozo de víscera pegado a su piel, ni una gota de sangre… nada. Si no te toca ya puedes quedarte tranquilo… ¡Pero si te toca! Ya me gustaría a mí, ya, que los ingenieros y científicos terráqueos tuvieran estos misiles unipersonales, así, al menos, se evitarían los daños colaterales. Esto es tecnología punta donde la haya.



Verán, esto es algo realmente espantoso. Los condenados están pegaditos unos a otros, y de puntillas, porque en cuanto se descuidan, su peso, cayendo sobre la mina unipersonal, la hace estallar. El condenado de turno sufre las consecuencias, se queda sin pierna, sin las dos, sin bajo vientre (a algunos les vuelan las pelotas como si fueran de tenis), incluso el cuerpo entero se convierte en un amasijo de carne y hueso enrojecido. Sangran como cerdos, gritan como demonios o simplemente mueren en décimas de segundo (eso sí, sintiendo toda la terrible angustia de la muerte a la máxima potencia). Si esto fuera el planeta Tierra, y no el Infierno, sería una muerte dulce. Sin embargo en el Infierno cuántico el tiempo no existe o si existe se puede alargar y acortar o dimensionar de mil formas. Por lo que da lo mismo la forma en la que mueras, el sufrimiento es el máximo posible y durante el mayor tiempo que uno se pueda imaginar. No es un sufrimiento normal y corriente, como sucede en la Tierra, en la que te puedes quedar sin pierna por la explosión de una mina unipersonal, pero te desmayas enseguida y cuando te despiertas estás en el hospital, sedado, eso suponiendo que existan hospitales cerca y que te pillen a tiempo y no mueras antes o que no se les haya terminado la morfina. En cualquier caso, salvo caso de torturas sistemáticas, en cuartos iluminados de forma permanente para que te vuelvas loco o el tormento del ahogo que nunca terminan de ahogarte del todo, o tantos y tantos otros tormentos… inventados por el ser humano a lo largo de su historia, les decía que salvo en estos casos, la muerte violenta en el planeta Tierra no deja de ser mucho más liviana y agradable que en el Infierno de los violentos. 

Aquí el sufrimiento que padecen los condenados violentos es intensísimos, ni punto de comparación con el que infligieron en su día a sus víctimas, por muchas que fueran y por mucho que les hicieran sufrir. Prefiero no pensar en ello, prefiero dejar la empatía a un lado. Se me revuelven las tripas y me veré obligado a salir pitando, porque no aguanto más. Si ustedes se pusieran en la piel de estos condenados y desarrollaran y desplegaran toda su capacidad de empatía, el sufrimiento les volvería locos. Por eso no les aconsejo que lo hagan.

¿Por qué no se vuelven locos estos condenados violentos que han sido capaces de infligir castigos parecidos a decenas o centenares o millares de víctimas? Recuerden que son violentos. Perdieron su capacidad de empatía, y no solo eso, porque al fin y al cabo, lo que sufran los demás a mi ni plín, ni plán. También han aumentado el umbral del dolor hasta límites inconcebibles. No porque en la Tierra hubieran sufrido mucho (los que más han sufrido no han llegado ni a la suela de los zapatos de sus víctimas) sino porque una vez aquí, y en la caldera, estallándote en el culo bomba lapa cada dos por tres o haciéndote volar en mil pedazos una mina unipersonal, en cuanto te descuidas, o recibiendo disparos en la nuca a cada instante o ráfagas de fusiles ametralladores o viendo cómo se te meten por el trasero misiles unipersonales o cómo de pronto te estalla bajo los pies una bomba atómica unipersonal (¡que vaya calor desprende, ozú mi arma!), uno aumenta el umbral del dolor casi hasta el infinito o se volvería loco, si pudiera y lo dejaran. 

Es una pena que a ellos no les hubieran hecho lo mismo durante su vida en el planeta Tierra. Se hubieran arrepentido a tiempo y ahora no estarían aquí. Claro que los que les hubieran hecho eso también estarían aquí por violentos. O sea, que es la pescadilla que se muerde la cola y mea y no echa gota. En cuanto inicias la violencia ya no hay vuelta para atrás y todos los violentos acaban en las calderas de Pedro Botero. Porque estas sí, estas son las famosas calderas del Pedrito Botero, ese. Y me disculparán porque voy a salir pitando, vomitando, y con un sufrimiento tan atroz en todo el cuerpo y en toda el alma que necesito con urgencia un hospital y una buena enfermera.

_________________

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO V



Lamento esta inoportuna intromisión de la realidad física y material, la única existente y la única posible, y que uno de los demonios del Consejo –no voy a decir cual- se hiciera madridista a fuerza de ausentarse del Infierno y disfrazado como un forofo cualquiera presenciara partido tras partido en el Bernabeu en la mejor época de este equipo que viste de blanco, lo contrario a los demonios, que visten de negro. Debo decir que en el Infierno en este momento no debe haber seguidores del Barça, porque todos están en el Cielo… de momento… porque a pesar de que el Cielo y el Infierno duran para siempre, los acontecimientos terrenos cambian cada dos por tres y lo que ayer fue blanco hoy es negro y lo que ayer fue negro hoy es blaugrana. Y no voy a decir más porque me pierdo y mi hija es culé y mi hijo merengue y con todo ello voy a hacerme turrón navideño. 

Como esto es un microrelato no puedo ni debo seguir con el resto del himno. Interesados pueden pedirlo a Amazing Inferno, le será enviado sin gastos. Un detalle me puso los pelos de punta. Se oyó una voz infernal cantando el himno del Barça y los restantes demonios dejaron de cantar el himno infernal para cantar el himno del Madrid, aún con más fuerza, no fuera que alguno más estuviera pensando en arrepentirse. 

Y mientras el demonio arrepentido Sloctik era arrebatado a los cielos por el arcángel Miradél, Satanás y Luzbél exclamaron:

¿Por qué…por qué? 

Sloctik miró hacia atrás un momento y a sus negras orejas la exclamación de jefe y lugarteniente llegó como un triste: 

¿Poqué… poqué?

Y apenas arcángel y demonio se perdieron de vista todos los demonios del Consejo corrieron a una especie de bunker informatizado y encendieron los monitores. Así pudieron presenciar el vuelo de Sloctik en directo y así esperaban ver el resto de la película angelical, porque el sello que le había sido estampado en la frente al demonio arrepentido no era tal sello, sino una cámara oculta.


Se oyeron carcajadas. Todos se felicitaron, dándose fuertes palmadas en los cuernos y jugando con los rabos. 

-Hemos engañado a ese idiota de Miradél. El muy “gilipollas” pensó que sería más astuto que un demonio del Infierno.

¿Qué otras sorpresas nos deparará el largo viaje celestial de Sloctik? Las narraremos a su debido tiempo. Ahora nos espera una nueva visita el demonio económico y concretamente al infernal juego de la bolsa. Ustedes me disculparán, pero debo terminar rápidamente este microrelato para dedicarme a uno de mis culebrones. Que ustedes lo pasen bien en el Purgatorio. ¿Qué cómo digo? ¿Acaso no lo sabían? La Tierra es el Purgatorio. Pocos llegarán algún día al Cielo, porque la mayoría se despeñarán en el Infierno. Vivimos en una sociedad corrupta, lujuriosa y en crisis económica. Ándense con ojo. Puede que el Infierno esté más cerca de lo que parece. Cita de las profecías de San Malaquías, revisadas por Nostradamus… Amén.

UNA TEMPORADA EN EL INFIERNO IV




Vosotros os reserváis siempre las mejores carnes desnudas y a mí se me ofrecen las sobras, condenadas, feas y beatonas de tres al cuarto, y a menudo ni eso. En cuanto a los banquetes que se me prometieron son indigestos y asquerosos. En el infierno nunca se comió bien, todos los alimentos quemados o churruscados, las bebidas calientes, hasta las cervezas en verano, y qué decir del género, estropeado, maloliente. ¡Alguien ha podido pensar que un gourmet como yo podría satisfacerse con tan poco! Y en cuanto a mi asignación a los tormentos de los condenados nunca se aceptaron mis peticiones. No se me ha permitido torturar a Hitler, Stalin y los suyos. No he podido tocar a los millonarios más canallas, porque a pesar de no servir de nada el dinero en el infierno son unos lameculos profesionales de primera categoría y a cambio de besaros el culo a vosotros les habéis proporcionado lo mejor del infierno y librado de mis garras. Alguno hasta se ha dejado sodomizar por altas jerarquías, cuyo nombre no voy a mencionar aquí. Sí, porque entre vosotros hay sodomitas, y a pesar de que en el Infierno eso no es pecado, se avergüenzan de serlo. Ni siquiera se ha contestado a mis informes sobre la necesidad de un tormento psicológico, sutil y efectivo, y no esta mierda de calderas que solo calientan el cuerpo y a veces ni eso. Mi petición para que se formara una comisión, con el fin de estudiar la posibilidad de reimplantar la reencarnación, único tormento que me parece justo y rehabilitador, no solo no fue tenida en cuenta, sino que apareció en el boletín mensual de chorradas infernales y todo el mundo se burló de mí hasta que le vino en gana…

Y aquí Sloctik no pudo contener la emoción y se echó a llorar como un bendito, porque en el Infierno nadie llora. Lo que le sirvió al mismo tiempo para tomar resuello tras la larga parrafada. Satanás tenía el rostro como un tomate, no se sabe si por el calor o por la vergüenza, y los demás rechinaban dientes y daban pezuñazos en el suelo. Lo hubieran torturado allí mismo, de no ser por Miradiél, que había desenvainado la espada y les miraba muy fieramente.



Todo el Consejo demoniaco entrecruzó miradas de resignación. Hasta los tontos comprenden alguna vez que es inútil darse de cabezazos contra las ollas de Pedro Botero o enfrentarse por segunda vez a un arcángel con espada de fuego, y los demonios no eran tontos, aunque pudieran parecerlo a un visitante poco avezado. Satanás y Luzbel susurraron en voz muy bajo y al fin parecieron ponerse de acuerdo.

-Está bien. Vamos a aceptar lo inevitable sin poner el más mínimo obstáculo, pero queremos garantías de que al demonio Sloctik no se le ha lavado el cerebro ni está siendo arrebatado con astucias angélicas. Te rogamos, Miradél, que nos dejes estampar en su frente el sello infernal. Si no le asciende al Paraíso su libre voluntad, por cada puerta angelical que pase vomitará sapos y culebras y así hasta el habitante más beatífico del cielo y hasta el ángel más tontorrón sabrá que aquí hay gato encerrado. De otra forma estamos dispuestos a rebelarnos una tercera vez (la primera nos condujo al Infierno) y una cuarta y las que sean necesarias…Y a declararnos en huelga para siempre y todos los ángeles y arcángeles y serafines y demás huestes celestiales tendrán que bajar aquí y atormentar ellos mismos a los condenados. Tendrán que mancharse las manos. Y además dejaremos de pagar las hipotecas al Banco Central Celestial, el BCC, y nos declararemos en quiebra y el Infierno deberá ser subastado y…

-No es necesario. Estoy autorizado para aceptar estas condiciones.

Todo el Consejo infernal se quedó de piedra. Esperaban un largo regateo, una llamada a consulta, un tiempo de toma y daca que ellos aprovecharían para convencer a Sloctik de que como el Infierno no hay nada y que por mucho que te ofrezcan como en casita no se está en ninguna parte… y en el caso de que todas aquellas argucias fracasaran todos y cada uno de los miembros del Consejo estaba dispuesto a ofrecer su esposa a la lujuria del paupérrimo demonio de ultimísima clase y si ni aún así el demonio arrepentido se arrepentía una vez más y regresaba al redil…entonces, entonces aceptarían todas y cada una de sus condiciones: autorización para atormentar a Hitler y demás dictadores a su gusto y gana, para cambiar la estructura del Infierno de acuerdo a sus preferencias, contratando a arquitectos vivos o muertos de su cuerda, incluso a Santiago Calatrava y a Moneo. Por si esto fuera poco los condenados estarían bajo su supervisión desde principio a fin, es decir nunca, porque en el Infierno no hay final y todo es para siempre, como el matrimonio católico. Y… Las miradas de aquellos demonios sin corazón, de aquellas bestias pardas, lo decían todo. Estaban dispuestos a llegar a cualquier transacción, con tal de que Sloctik permaneciera con ellos. Todos sabemos lo terribles que son los precedentes. Basta con que algo suceda una vez para que todo el mundo se aferre a ello…Según el precedente de… Kramer contra Kramer… y la j…Donde hay un demonio arrepentido puede haber cientos, y se acabó el negocio. Satanás y Luzbel se miraron acongojados. ¿Tan bien les conocían ya en el Cielo que eran capaces de adelantarse a sus maniobras más astutas? Pues bien, de esta sacarían todo lo que pudieran y más.

-De acuerdo, Miradél, Sloctik, ese demonio cochambroso y repelente, el más vil de los demonios, es tuyo. Pero queremos algo más…

-Ni una palabra más. No hay más chantajes. Esto es todo lo que se me ha permitido concederos y sería inútil volver a comunicarme con la Sede central. Me llevo a Sloctik, este bendito y angelical arrepentido y quien se oponga sufrirá las consecuencias del fuego divino.

Todo el Consejo demoniaco se levantó como una piña, llevaron el puño derecho al corazón, que está en el costado izquierdo también en los demonios (hay cosas que nunca cambian) y a voz en grito se pusieron a cantar el himno infernal:
“Lasciate omnia speranza, voy chi intrate,
Lasciate, lasciate, condenati del averno,
Aquí esperati tuta clasi di tormento.

Lasciate il corpo materiale
Raiche del pecato originale.
Il fuoco eterno calentará vostro inverno.

Y vostro corpo espirituale
Sirá sodomizato a la brava
Y lascerato con látigo de sieti punti.

Alé Madrid… etc




Continuará

viernes, 5 de febrero de 2016

METRÓPOLIS VIRTUAL III




                    METRÓPOLIS VIRTUAL III



             EL PUB DE MARTINA LA DIVINA


Viejos-verdes City es una de las ciudades piratas más caóticas que conozco y tan peligrosa como Las Vegas City. Los muñequitos no tienen el menor control, pueden arrojarse bajo tu coche con total desvergüenza y no sirve frenar porque se ríen en tus narices. Si alguna vez llegan a ella les aconsejo que pisen el acelerador de su coche a fondo y se olviden de las consecuencias. Los corchos de champán francés rebotaban en los cristales, en la carrocería y armaban un ruido de mil demonios al caer sobre el techo. Era una tormenta de granizo, pero de granizo francés del caro. Me encomendé a Santernete, nombrado recientemente patrón de los internautas, y aceleré todo lo que pude, procurando mantenerme en el centro de la calle porque nunca sabes lo que puedes encontrarte en sus orillas. Si tenía suerte podría llegar sin más tropiezos al pub de Martina, la divina, justo al final de la calle, en un callejón mugriento y oscuro, según se mira a la izquierda. Allí me esperaban los coleguillas de siempre, aquellos viejos verdes con los que había vivido y revivido tantas aventuras.

En el mundo virtual todo es tan fugaz como la propia vida, solo que la aceleración es mucho mayor, debemos estar en un tris de alcanzar la velocidad de la luz. Con lo que todo se ralentizaría, se producirían extraños fenómenos temporales y puede que los viejos verdes alcanzásemos una segunda juventud que nos vendría muy bien. Las amistades son fugaces. Los muñequitos que te encuentras hoy por la calle y con los que trabas amistad eterna mañana ni te conocerán. Así es la vida virtual y hay que aceptarla como es o dejarla. No hay término medio. Por eso tengo suerte de haber conservado durante tantos años a mis viejos amigos del club de la comedia. Nos conocímos hace muchos  en una de aquellas páginas antiguas donde era preciso registrarse, luego pasabas al foro e intentabas hacer reír al personal con alguna gansada. Allí fue donde conocí a Slictik, a Smyte04, a Smart 25, a Lunaroja01 y tantos otros. Mientras los demás se enzarzaban en insultos y recriminaciones sin fin, nosotros íbamos a nuestra bola y bien que lo pasábamos. Decidimos crear una sociedad secreta y hasta prestamos juramento: Uno para todos y todos contra todos.

Hemos aguantado carros y carretas mientras el universo virtual evolucionaba. Nada ni nadie pudo separarnos. Muchos han caído por el camino. Llevamos tatuados en nuestros pechos, a la altura del corazón, sus nombres sobre una crucecita. Nunca los olvidaremos. Ahora nos reunimos en el pub de Martina, un delicioso lugar donde nos podemos poner de buena cerveza hasta la nariz y fijarnos en la bulla que montan un grupito de jóvenes que caen por allí de vez en cuando. La cerveza, en realidad, se la toma Martina. En cuanto recibe la correspondiente trasferencia de créditos se sirve unas cuantas cervecitas, las que sean, y se las bebe al ritmo que le vamos marcando los muñequitos. Como estamos conectados virtualmente con ella los efectos de las cervecitas los repartimos entre todos. Menos mal porque de otra forma Martina no hubiera podido sobrevivir ni mantenerse tan joven, atractiva y dicharachera. ¿Se imaginan a Martina bebiéndose unos doscientos tanques de cerveza todos los días sin el derivador electrónico que nos hace llegar la euforía del alcohol y las ganas de hacer pis, con perdón?. Martina evacua la cerveza por un tubito que le han acoplado al riñón. Es molesto pero compensan los créditos que se ingresan en este negocio.



No pude llegar hasta el final de la calle. Hoy Viejos-verdes está más congestionada que nunca. Se celebra el milenio-nuevo. Estaremos en el año 3000 a las doce y un segundo de esta noche. Ahora son las 22,10 por lo que espero llegar al pub de Martina a tiempo. Encontré un huequecito en el arcén derecho. Cinco metros libres, con tan solo dos filas de coches, unos encima de otros. Esta es la mía, me dije. Paré el vehículo, tomé lo necesario, casi todo, porque los cacos suelen dejarte hasta sin frenos si ven algo en el interior que pueda interesarles, e insertando mi tarjeta de créditos en el buzón más cercano contemplé el espectáculo siempre divertido de ver salir del pavimento una grua enorme que se apoderó de  mi vehículo colocándolo en tercera fila, en el huequecito que había visto. Recibí el correspondiente ticket que guardé en la cartera y me dispuse a seguir andando hasta el pub de Martina. Junto a una farola observé a un inconfundible empleado del ayuntamiento pirata con su mono azul celeste de los aparca-coches, fumándose tranquilamente un pitillito. Me acerqué hasta él y le solté una propinilla.

-Vaya. Creí que hoy no llegaba. He tenido cuatro peleas y dos heridos por reservarle el sitio de costumbre.

Le entregué las llaves del vehículo por si surgia algún problema y dándole una palmadita en el hombro le deseé un buen milenio entrante. Antes de dar un paso más introduje todo aquello de valor que encontré en mi persona en el bolsillo oblongo de la camisa que sellé con la contraseña para hoy: "Soy un viejo verde, no me rasques que hoy no me pica". Caminé por la acera con agilidad impropia de mi edad, me deslicé a través de los grupos como un fantasma y en pocos minutos me encontré a la entrada del oscuro callejón donde Martina ha situado su pub.





METRÓPOLIS VIRTUAL II




  LA CIUDAD PIRATA




Desde luego las ciudades piratas son actualmente lo más divertido de la Red. Todo lo marginal, lo pirata, ha sido lo más divertido a lo largo de la historia. Lo establecido, el stablishmen, el statu quo, será lo que sea, que no me voy a meter en juicios de valor, pero de divertido tiene poco.  Con la seriedad de entierro que acostumbran a exhibir los que van montados en ese burro, con perdón, no es extraño que todo el mundo se lance de cabeza a lo prohibido. Que no digo yo que no sea algo serio mantener a la bendita sociedad al margen de piratas y macarras pero una cosa es una cosa y otra ir por la vida con cara de entierro. Que ya sabemos que todos nos vamos a morir pero tampoco es cuestión de recordarlo todos los días y a todas horas. Vamos, digo yo.

La ciudad a la que me dirijo en mi cochecito virtual tiene el atrevido nombre de Viejos-verdes-City. Allí he quedado con el resto de la pandilla. Los que quedamos de aquellos heroicos tiempos de chats, foros, correos electrónicos y tortugas en la Red. Que no exagero nada con lo de tortugas porque simplemente en encender el ordenador y buscar una página te tirabas medio fin de semana. Algunos de ellos se han encontrado con la Parca virtual en cualquier esquina y se han colado por el agujero del cementerio de internautas donde recibes un entierro de primera si has cotizado la mitad de tu sueldo a las Cias de seguros virtuales que son unas verdaderas lobas. He tenido la desgracia de asistir a varios de estos sepelios con música de banda y muñequito orador con disfraz del Ejército de Salvación que está en todas partes, lo mismito que la divinidad. Otros colegas están demasiado doloridos ya para permitir que les trasladen del lecho del dolor al casco virtual del sudor. Ni siquiera las dulces y potentes enfermeras que nos ha puesto la S.S. consiguen animarles para este viaje infernal. ¡Quién nos iba a decir a nosotros, los jóvenes carrozas, que la S.S. no solo aguantaría el tirón del futuro sino que incluso llegaría a ser la multinacional por excelencia, más sólida que Fort Knox donde los yanquis siguen teniendo sus cuantiosas reservas de oro!

A mi me duelen todos los músculos -suponiendo que me quede alguno- y todos los huesos, que me quedan muchos,  de este cuerpo serrano que aún conservo, por llamarle de alguna manera. Pero os aseguro que nada ni nadie podrá evitar que moribundie bajo este casco virtual de nuestros dolores, que es un verdadero engorro, creánme. Sudaba como un bendito cuando a la entrada de la ciudad un muñequito vestido de policía federal me dio el alto. No me sorprendió lo más mínimo puesto que las autoridades de Metrópolis velan con ahinco por que se cumplan las normas. Una de las más importantes es no llevar nunca droga debajo de la ropa interior. Ya sé que les puede extrañar que unos simpáticos muñequitos actúen de manera tan incorrecta pero las drogas de diseño continúan haciendo furor y algún listillo ha inventado una droga-virus que oculta bajo la ropa interior y activada en el momento adecuado contamina el casco virtual del internauta real llevándole a curiosos mundos encuadrados dentro de un universo de saga de ciencia-ficción donde todos acaban perdiéndose en fantasías futuristas sin pies ni cabeza. Nadie que se sepa ha vuelto nunca de esos mundos por lo que las autoridades están aterrorizadas por el bajón de natalidad en Metrópolis, los internautas cada vez son menos y más viejos.

Dejé que el policía hurgara en mi ropa interior sin ningún miedo. Acostumbro a llevar siempre unos marianos viejos y remendados que antes utilizaba solo en invierno pero con los años uno va sintiendo más y más frío, incluso cuando suda. Le bastó el tacto de la vieja prenda de lana y un rápido vistazo para darse cuenta de que un servidor era inocuo por naturaleza. Son los jóvenes con su manía de llevar ropa interior de colorines y de andar probando siempre cualquier novedad que se les ponga al alcance los que más les preocupan. Alcé mi gorra en un saludo amistoso y puse el cochecito en marcha adentrándome por la calle principal de "Viejos-verdes-city".

Suena raro que justo a la entrada de una ciudad pirata nos espere un policía federal de Metrópolis. Es como si en un puti-club de los de antes un policía de uniforme vendiera entradas pero es que los tiempos han cambiado mucho y la tecnología ha avanzado tanto que cualquiera puede hoy construirse una ciudad pirata en el primer arrabal o desierto que se encuentre al paso y hay muchos. La posibilidad de controlar estas ciudades piratas es una entelequia a la que las autoridades renunciaron hace tiempo, incluso las más recalcitrantes. De esta manera se conforman con poner un miembro de las fuerzas del orden a la entrada de cada ciudad pirata para que se cumplan las normas más elementales. La principal es no llevar droga-virus que pueda acabar con la mínima tasa de natalidad capaz de mantener Metrópolis dentro de unos límites aceptables. Se dice que apenas nace un internauta por cada uno que muere. Un verdadero desastre que nadie sabe cómo remediar.

La ciudad pirata más famosa es "Las-Vegas-sueño-de-ludópatas", en inglés "Dream-ludopatín". Está controlada por las diferentes mafias piratas que se mueven por Metrópolis como Pedro por su casa. Cada una de ellas tiene su trozo de pastel muy bien delimitado y a nadie se le ocurriría comerse algo ajeno o sufriría una terrible indigestión virtual. Se la distingue muy fácilmente de las otras porque las fuerzas del orden son muñequitos de anchos hombros, sombrero caído sobre los ojos y trajes a la vieja moda de los años veinte del siglo del mismo guarismo. La moda retro sigue haciendo estragos y cada vez son más los que buscan en un pasado remoto la pátina de individualidad que todos hemos perdido en numerosas hemorragias virtuales.

Hace algún tiempo que no voy a Las Vegas porque el juego no ha sido nunca una de mis adicciones. De vez en cuando junto con la pandilla hacemos una escapada porque las muñequitas de los espectáculos musicales están de toma pan y moja. Alguna que otra vez merece la pena escuchar a un viejo cantante, de los de antes, que nos deleita con los viejos éxitos. La música de ahora es una especie de machaqueo insufrible a base de los más modernos instrumentos, sintetizadores de ensueño, que sólo se utilizan para encontrar el vellocino de oro del ritmo supermachacante. Tiene algunas otras atracciones divertidas que algún día les contaré.

Estaba deseando llegar al pub de Martina "La divina", una portorriqueña que quita el hipo a pesar de su edad provecta. Allí me estaría esperando toda la panda a la que tanto quiero y tanto me quiere. ¡Oh Dios mío qué recuerdos más deliciosos cada vez que veo sus viejas y feas caras!. Seguramente faltaría alguno ya demasiado dolorido para ser trasladado desde su lecho hasta el sillón superanatómico. Cada vez somos menos y es que ni en Metrópolis uno se libra de empalmar el cochecito al carro fúnebre de la Parca virtual que aún utiliza el viejo medio de transporte de la carroza tirada por caballos. ¡Pero vaya lo que corren los viejos percherones!. Me puse triste pensando que a mí también me llegaría la hora y gruesas gotas de sudor perlaron mi casta frente de viejo verde. Y eso que ya era de noche en "Viejos-verdes-City" porque aquí puedes salir de casa con un sol espléndido y pillarte una granizada en mitad de la autopista o hacerse de noche justo en lo que tardas en echar un pis ecológico en el arcén.

Estaba a punto de llegar al pub de Martina cuando apenas tuve tiempo de frenar para no cargarme a un muñequito que estaba gesticulando como un loco en medio del asfalto. Observé su uniforme y me puse a temblar. Se trata de un guardia de seguridad de la ciudad pirata. Son los peores, los más meticulosos y los más cencerros. No hay quien les aguante en cuanto se ponen a hacer tolón-tolón. No me atreví a bajar el cristal de la ventanilla, no me fío de que se acabe calentando y me suelte un sopapo. Di orden a mi casco virtual de que encendiera los altavoces exteriores del cochecito. El guardia gritaba como un energúmeno sin lograr hacerse entender y es que los cristales están hechos a prueba de bombas virtuales y de estrépitos no deseados. Los altavoces no solo me sirven para comunicarme con el exterior sino que recogen todos los sonidos del entorno hasta el límite que tú quieras, incluso la raspadura de un fósforo contra la cajetilla de tabaco de los fumadores empedernidos que no han sido capaces de dejarlo ni a tiros y las autoridades han tenido el detalle de permitirles fumar en público.

>>Pare el motor, amigo, tengo que registrar el coche.

Me había olvidado de advertirles que otra de las normas esenciales es llevar programas de contrabando en el maletero. Los hackers siguen haciendo de las suyas y no resulta especialmente gracioso quedarte paralizado en cualquier parte incluso en mitad de un beso a tornillo con una muñequita de las Vegas. Siguen pretendiendo apoderarse de Metrópolis y de todas las ciudades piratas que encuentren a su paso. Son como los caballos de Atila donde pisan ellos no vuelve a crecer el chip. Lo cierto es que llevan un tiempo tranquilos porque las autoridades de Metrópolis han decidido pagarles un canon por cada visitante. Guardan sus créditos en las cuentas cifradas de la banca-suiza-virtual (B.S.V.) que sigue siendo el inconmovible paraíso fiscal de la historia. Algunos rumores pretenden que los gobiernos virtuales empiezan a tener miedo de un golpe de estado virtual de los hackers pero es solo un rumor porque qué haría un hacker en el gobierno si precisamente lo suyo es hacer la puñeta al statu quo a cualquier precio.

A todos nos gustaría que se acabara de una vez el paraíso fiscal del B.S.V. porque cualquier tipo de guerra virtual termina siempre con las armas nucleares-víricas escondidas en sus cajas fuertes. Así no hay manera de acabar de una vez por todas con el armamento. Estas guerras son como ciclos climatológicos a los que uno se acaba acostumbrando. Que toca lluvia, pues lluvia, que toca guerra de hackers, pues qué le vamos a hacer. En este momento nadie sabe si estamos en primavera o en otoño y ¡maldito lo que nos importa!

A la orden del guardia respondí con una sacada de lengua de  total desvergüenza. A lo que respondió aquel con otra sacada de lengua mucho más larga y de color verde, supongo que ya había descubierto que se trataba de un viejo verde aunque no crean que algunos jóvenes y sobre todo jovencitas se dejan caer por aquí. Supongo que es el morbo que nunca muere. Mano de santo, pueden creerme, el guardia pasó de registrarme el coche y es que para mi suerte aún seguían conservando la contraseña de mi última visita. El guardia bajó la mano, esbozo una sonrisa de oreja a oreja y me hizo señas de que podía continuar mi accidentado camino.

La ciudad bulle de muñequitos que saltan como cabritillas locas y descorchan botellitas de champagne francés con un entusiasmo digno de la celebración de un nacimiento. Los viejos verdes somos así, alocados, llenos de vitalidad, todo lo queremos celebrar, sea lo que sea, y con champagne del bueno. Un corcho rebotó en el parabrisas y me preparé para lo peor porque nadie escapa indemne a estas celebraciones.




Continuará.

EL PALETO Y LA ECOLOGÍA

POLIEDRO


NOTA: Este texto es muy viejo, casi tanto como yo, lo escribí hace ya muchos años, cuando comencé a conocer Internet y se publicó en el Poliedro, uno de mis primeros blogs que me facilitó mi entonces operadora telefónica, hoy desaparecida. Como no quiero morirme y que mis textos humorísticos más viejos permanezcan en el eterno olvido, como no quiero que una sola risa se pierda por mi culpa, he decidido buscar y subir aquellos viejos textos de una época, no sé si gloriosa, pero sí pasada, muy pasada.



E L P A L E T O Y L A E C O L O G Í A



El hueso del albaricoque está ahora en eso del crecimiento sostenido. Algo que no comprendo muy bien, tal vez porque la señorona Economía y quien les habla no nos llevamos... ni bien ni mal. Carece de esos atractivos que me ponen... es gorda, bien vestida, más bien fea si se la mira detenidamente y huele a putrefacto a pesar de las capas de fuertes perfumes que la cubren de los pies a la cabeza.



Digo, y puede que no me equivoque, que eso del crecimiento sostenido dependerá del techo de nuestro hogar. En mi caso, que soy bajito, podría seguir creciendo un centímetro cada año y me moriría de viejo antes de alcanzar el techo. Pero aunque la señora Economía sea muy bajita, casi todas las gordas lo son, tiene ínfulas de inmortalidad, y claro, así no se puede, porque aunque dicha señora -que tiene todos mis respetos- sea muy bajita y el techo de su hogar muy alto -pongamos las estrellas- si va a vivir para siempre, aunque solo creciera un milímetro anual, terminaría por darse un buen coscorrón contra el techo. No es que me importe mucho, entre otras cosas porque no estaré aquí para soportar sus chillidos histéricos, pero puede que a algún retoño de mi simiente se le horaden los tímpanos ante esos gritos destemplados y no es por nada pero tengo un especial afecto por esos hipotéticos retoños, ustedes me disculparán.



Si el hogar donde vivimos es de todos, me temo que o la señorona Economía adelgaza un poco poniéndose a dieta o pronto no cogeremos ni los más delgados. Ademas, no es por nada, pero sus desechos inundan nuestro retrete y sus olores, con perdón, atufan a leguas de distancia. Cada vez que me toca ir al retrete detrás de tan digna señora me persigno y me pongo una pinza en las narices.



Los desechos son naturales, forman parte de la humillación a que nos somete la naturaleza biológica humana, pero podríamos tener un poco más de cuidado, digo yo. O al menos que no me pongan siempre detrás de esa gorda a la hora de ir al retrete. Ahora, encima, a tan digna señora se le ocurre pasear por todas partes cada tres por cuatro. Debe de ser por esa moda de la globalización.



Con ello atasca los retretes de medio mundo y encima pone los dientes largos a tanto ciudadano tercermundista que no ha visto algo gordo en toda su vida y menos una señora tan gorda. Y dejemos los chistes soeces para otra ocasión que no está el horno para bollos. Porque no me negará usted, señorita o señorito, que después de unos días de ayuno y abstinencia ni ustedes ni nadie estaría por la labor; ni siquiera por labores muy placenteras, ustedes me entienden y yo me comprendo.



Que los delgaduchos esos sí están por la labor; bueno, hijos míos, si no tenemos para comer procuremos que al menos una parte del cuerpo engorde aunque solo sea un instante. ¡Que luego nacen retoños como hojas de árbol frondoso!, y qué van a hacer esos delgaduchos si nadie les enseña el baile de un pasito "palante" y otro "pa tras". Me temo que eso que está pensando usted señorona Economía no está ni medio bien, eso de castrar o convertirse en clitoricida, no es digno de tan gran señora. Imagínese usted que la clitoricidan y ya no vuelve a tener orgasmos en su vida, vea usted los niños guapos, musculosos y bien vestidos que vea. Ya sé que a usted eso no le preocupa mucho pero imagínese que la paladizan, o como se diga que soy "mu burro" para esto del lenguaje, y pierde el paladar a la primera de cambio. ¿Cómo va a seguir disfrutando de tan exquisitos manjares como llegan a su boca?. Puede seguir engordando como una elefanta "preñá" y no disfrutará nada, lo que es nada. Ni orgasmos ni paladasmos, va usted buena, digna señora...



A lo mejor, tal vez, si no me equivoco -como soy tan burro me paso el día pidiendo disculpas- una dieta suave permitiría que dejara unas toneladas de fofa carne que se podría repartir entre los delgaduchos que dejarían de pensar en engordar esa parte del cuerpo tan "poblemática". Aparte de que la contaminación disminuiría, vamos digo yo, al menos dejaría de sufrir durante un ciclo, aunque sea cortito, esas ventosidades suyas, digna señora -y no se ofenda- pero hay días que ni todo el perfume del mundo podría ocultar semejante putrefacción.




¿Y qué me dice del derritimiento, o como se diga, de los polos?. Que no parece sino que ha ido usted allí a ventosear para que nadie la oiga ni la huela. ¿Y eso de los diluvios universales que ahora actúan en plan zonal, como si odiaran la globalización?. Pues no parece sino que usted se ha tronchado de risa por allí en una de sus visitas globalizadoras y se ha orinado -con perdón- en sus enormes bragas. Y todavía hay a quien le extraña que el Danubio venga "crecío". El mozo "tié" que venir furioso, se ha tragado todo el líquido cuando usted se ha puesto a escurrir esa prenda íntima en sus orillas.



Sí ya sé que no es "pa reirse" cuando a uno le quitan la vida, lo único que realmente tiene -¡y "pa lo que dura"!- pero si no me tomase las tragedias de mi hogar a risa ya me habría "suicidiado", que están las cosas muy mal por nuestro querido hogar ahora que usted se ha marchado a dar vueltas como un satélite espía alrededor del mundo.



Por cierto, digna señora, que no me parece ni medio bien que ande usted por ahí siempre del brazo de señorones gordos y encopetados que si viniera alguna vez conmigo, bajito y delgaducho como soy, ya le habría puesto a dieta y hasta "enseñao" la danza de un pasito palante y otro patrás. ¡Que vá usted en "mu malas" compañías, digna señora.



Y ahora a ver si llego al correo que quiero que esos del "Griinpeace" me publiquen este manifiesto, a ver si entre "tós" podemos arreglar nuestro hogar que no hay mas que uno a no ser que nos visiten los marcianitos y confiesen que eso del planeta rojo era una engañifa, un enorme toldo rojo que ponen cubriendo su planeta en cuanto "qui se" enteraron de que mandábamos los cohetes al espacio. Que no se porqué me da en la nariz que eso de mundos deshabitados en la Galaxia es una gran manipuleision o como se diga de sus habitantes en cuanto "qui se" enteraron de que la raza humana iba a salir al espacio. Porque no me negará usted, digna señora, que somos los más guarros de la Galaxia y tal vez los más malos, que ni los flims de holligood han podido inventar malos más malos que nosotros.



A pesar de ello le mando un suave abrazo, digna señora, que no "pue" ser fuerte porque no abarco su cintura de avispa -y esto va con retranca- pero a pesar de ello la quiero no en vano me da de mamar "tós " los días a sus ubres enormes de matrona robusta, que ya ha conseguido que me ponga a cien solo de pensarlo. Me voy "disparao" al retrete y espero que sus olores ya se hayan "atenuao".



Que me acabo de enterar que otro petrolero se ha "escoñao" y perdón por la expresión en la Costa de la Muerte, que no parece sino que aquello sea el cementerio de los petroleros y como esto siga así me voy a ir a Marte y me meto debajo el toldo, que me han dicho que las marcianitas son bocaíto de nata, oigan. Que esto se acaba, oiga, que nunca venderé más barato. Dos manifiestos a un rial (uy, perdón, que como soy tan mayor se me ha "quidiao" lo del rial, que ahora son euros o economeuros o lo que sea).




Adiós y no os descuidéis mucho porque la próxima postal va a ir desde Marte.



Y que perdonen las señoras por meterlas en esta danza macabra pero como en nuestra lengua Economía es femenino "pues" se me ha "ocurrío" que el "señor Economío" no pegaba mucho aunque los que manejen el "cotarro" sean los señores políticos y los señores economistas y los señores... que todos son señores y así nos va, que las señoras tienen otra manera de hacer las cosas, más dulce, más suave...y no es por "na" pero más inteligente. Desde aquí hago un llamado a las señoras a ver si se ponen al tajo y nos gobiernan lo suficiente para que esto cambie (me acabo de acordar de la señora Tacheer o como se diga y es que en "toas" partes hay algún garbanzo negro).



Que "na" más. Que este paleto será "mu" paleto pero en mi pueblo cuidábamos mejor las cosas...hasta que llegó la globalización, que no sé qué será pero "too" lo está "istropiando".












EL FUTURO DA RISA

Nota: Me apasioné por la ciencia-ficción cuando leí La Fundación de Isaac Asimov en mi primera juventud. Luego descubriría nuevos autores y nuevos textos. Desde entonces no puedo pasarme sin leer al menos un par de novelas de ciencia-ficción al año. Mi opinión personal es que a este género aún le queda un poco para alcanzar la calidad literaria que lograra el género negro con los grandes clásicos como Hammet, Chandler y tantos otros. Hay algo que echo a faltar sobre todo: el humor. No suele ser muy frecuente en este género hasta el punto que ahora mismo apenas se me ocurre un solo nombre, Stanislaw Lew. Estoy convencido: el humor podría darle nuevas alas a uno de mis géneros favoritos. Claro que no seré yo quien consiga esta empresa, pero al menos lo voy a intentar. Al menos será divertido. Por cierto que este relato me vino a la mente pensando en la ola de frío que nos invade por estos pagos. Es un \"poco\" apocalíptico, pero es que los tiempos son propicios para la negrura.



I

OLA DE FRIO


La mercenaria voz de una locutora de radio intenta convencer a los habitantes de la casa de las grandes ventajas que ofrecen los almacenes \"Stock-pour-toujours\".

\"No se preocupe usted de la ola de frío y compre edredones \"Sueños de oro\". Sueños arropados, sueños cálidos, mientras en el exterior el aire se congela. Espere la llegada de la próxima primavera con edredones \"Sueños de oro\" y reciba como regalo una mantelería decorada por el gran diseñador Andy Jorjol. Hermosos soles harán cálidas y apasionadas sus cenas junto al fuego del hogar\".

El anuncio se repite cada media hora, de forma machacona, incordiante, plena del encanto de la publicidad diseñada para idiotas. Luego sobreviene un silencio frío, ominoso, en la radio digital a prueba de las más bajas temperaturas. Diseñada por la empresa \"Electronic Anticongelator\".

Los silencios son debidos a que todo el equipo de \"Onda Fuego\" permanece en sus puestos...congelados hasta los huesos. La publicidad sale a las ondas puntualmente gracias a la solidez y perfección de los ordenadores fabricados por Electronic. Los habitantes de la casa en cuestión han sufrido la misma suerte: el padre permanece en el retrete con una revista de \"Venus de fuego\" entre las manos y una gran sonrisa satisfecha en su rostro de hielo; la madre, con la plancha de Electronic en su congelada mano derecha, mira con ojos yertos cómo el calor, que sigue conservando esta pequeña maravilla doméstica, ha hecho un agujero en forma de plancha en la camisa de su marido (la mesa de madera humea con la lentitud con que ascendería el humo de un cigarrillo que empezara a congelarse); el hijo mayor demuestra una gran alegría gélida frente al video juego, en el ordenador de Electronics, en cuya pantalla aún siguen matándose figuras virtuales de gran realismo y en cuanto se refiere al hijo menor se ha congelado en su habitación, en una postura indescriptible, frente a la consola mágica de \"Electronics Anticongelator\".

Por toda la ciudad de Metrópolis se pueden observar escenas similares: una familia frente al televisor Electronics, por supuesto, en el que continúan programando películas por cable. En un coche, parado ante un semáforo, que pasa del verde al ambar y de éste al rojo con puntualidad Electronics, el conductor tiene la mano, congelada, bajo la falda, congelada, de su acompañante. Ambos sonríen glacialmente, mientras por la radio, marca Electronics naturalmente, se oye una canción de Leonard Cohen. Ha fallado estrepitosamente la calefacción, que no es precisamente de nuestra marca favorita.

En el campo un grupo de vacas congeladas, en una granja de última generación, se ha quedado con el mugido en la boca, en protesta por la música que sigue expandiéndose desde los altavoces JX-124, de Electronics, a prueba de congelación. Y en el Polo Norte la última familia de osos polares permanece congelada, de pie sobre el hielo, con las fauces abiertas en señal de protesta.

¿Cómo es posible que alguien pueda estar narrando los efectos de la última y definitiva ola de frío? Se preguntarían ustedes en el caso de que no estuvieran plácidamente congelados. Voy a satisfacer su gélida curiosidad: yo soy el ingeniero jefe de \"Electronics Anticongelator\". El último y definitivo golpe de frío me pilló embutido en un traje experimental, diseñado para soportar las temperaturas más bajas que podría generar el universo en primera fase de glaciación.

Sigo vivo, es cierto, ¿pero ahora quién me calienta a mi...? Ustedes me entienden.

Fin.