EL FUTURO DA RISA
Nota: Me apasioné por la ciencia-ficción cuando leí La Fundación de Isaac
Asimov en mi primera juventud. Luego descubriría nuevos autores y nuevos
textos. Desde entonces no puedo pasarme sin leer al menos un par de novelas de
ciencia-ficción al año. Mi opinión personal es que a este género aún le queda
un poco para alcanzar la calidad literaria que lograra el género negro con los
grandes clásicos como Hammet, Chandler y tantos otros. Hay algo que echo a
faltar sobre todo: el humor. No suele ser muy frecuente en este género hasta el
punto que ahora mismo apenas se me ocurre un solo nombre, Stanislaw Lew. Estoy
convencido: el humor podría darle nuevas alas a uno de mis géneros favoritos.
Claro que no seré yo quien consiga esta empresa, pero al menos lo voy a
intentar. Al menos será divertido. Por cierto que este relato me vino a la
mente pensando en la ola de frío que nos invade por estos pagos. Es un
\"poco\" apocalíptico, pero es que los tiempos son propicios para la
negrura.
I
OLA DE FRIO
La mercenaria voz de una locutora de radio intenta
convencer a los habitantes de la casa de las grandes ventajas que ofrecen los
almacenes \"Stock-pour-toujours\".
\"No se preocupe usted de la ola de frío y compre
edredones \"Sueños de oro\". Sueños arropados, sueños cálidos,
mientras en el exterior el aire se congela. Espere la llegada de la próxima
primavera con edredones \"Sueños de oro\" y reciba como regalo una
mantelería decorada por el gran diseñador Andy Jorjol. Hermosos soles harán
cálidas y apasionadas sus cenas junto al fuego del hogar\".
El anuncio se repite cada media hora, de forma machacona,
incordiante, plena del encanto de la publicidad diseñada para idiotas. Luego
sobreviene un silencio frío, ominoso, en la radio digital a prueba de las más
bajas temperaturas. Diseñada por la empresa \"Electronic
Anticongelator\".
Los silencios son debidos a que todo el equipo de
\"Onda Fuego\" permanece en sus puestos...congelados hasta los
huesos. La publicidad sale a las ondas puntualmente gracias a la solidez y
perfección de los ordenadores fabricados por Electronic. Los habitantes de la
casa en cuestión han sufrido la misma suerte: el padre permanece en el retrete
con una revista de \"Venus de fuego\" entre las manos y una gran
sonrisa satisfecha en su rostro de hielo; la madre, con la plancha de
Electronic en su congelada mano derecha, mira con ojos yertos cómo el calor,
que sigue conservando esta pequeña maravilla doméstica, ha hecho un agujero en
forma de plancha en la camisa de su marido (la mesa de madera humea con la
lentitud con que ascendería el humo de un cigarrillo que empezara a
congelarse); el hijo mayor demuestra una gran alegría gélida frente al video
juego, en el ordenador de Electronics, en cuya pantalla aún siguen matándose
figuras virtuales de gran realismo y en cuanto se refiere al hijo menor se ha
congelado en su habitación, en una postura indescriptible, frente a la consola
mágica de \"Electronics Anticongelator\".
Por toda la ciudad de Metrópolis se pueden observar
escenas similares: una familia frente al televisor Electronics, por supuesto,
en el que continúan programando películas por cable. En un coche, parado ante
un semáforo, que pasa del verde al ambar y de éste al rojo con puntualidad
Electronics, el conductor tiene la mano, congelada, bajo la falda, congelada,
de su acompañante. Ambos sonríen glacialmente, mientras por la radio, marca
Electronics naturalmente, se oye una canción de Leonard Cohen. Ha fallado
estrepitosamente la calefacción, que no es precisamente de nuestra marca
favorita.
En el campo un grupo de vacas congeladas, en una granja
de última generación, se ha quedado con el mugido en la boca, en protesta por
la música que sigue expandiéndose desde los altavoces JX-124, de Electronics, a
prueba de congelación. Y en el Polo Norte la última familia de osos polares
permanece congelada, de pie sobre el hielo, con las fauces abiertas en señal de
protesta.
¿Cómo es posible que alguien pueda estar narrando los
efectos de la última y definitiva ola de frío? Se preguntarían ustedes en el
caso de que no estuvieran plácidamente congelados. Voy a satisfacer su gélida
curiosidad: yo soy el ingeniero jefe de \"Electronics
Anticongelator\". El último y definitivo golpe de frío me pilló embutido
en un traje experimental, diseñado para soportar las temperaturas más bajas que
podría generar el universo en primera fase de glaciación.
Sigo vivo, es cierto, ¿pero ahora quién me calienta a
mi...? Ustedes me entienden.
Fin.
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