domingo, 10 de junio de 2018

DICCIONARIO DE ZOOANTROPOLOGÍA IV

NOTA DE AVISO: Olvidado completamente de esta serie humorística, la casualidad ha querido que recuperando antiguos textos, ancestrales diría yo, en viejos formatos que han tenido que ser reconvertidos, me encontrara con numerosos aunque no muy extensos esbozos de personajes zooantropológicos que he decidido merece la pena poner al día. Pido disculpas si se me escapa algo, porque "in illo tempore" yo era otra persona distinta a la actual, por lo que si alguno se siente ofendido deberá pedirle cuentas al yo que era y no al que soy. Cierto que la personalidad se prolonga en el tiempo, pero pueden creerme que aquella personalidad y la actual tienen poco que ver. Pido disculpas a todos los animales, a los que siempre he querido, pero ahora muchísimo más tras mi aleccionadora, tierna y dramática experiencia gatuna. Sé que estoy entre la espada y la pared, porque pidiendo disculpas a los animales ofendo a los humanos y si pido disculpas a los humanos ofenderé a los animales, esto no tiene remedio, así que mis disculpas a todos y si alguno, animal o humano, se siente ofendido puede retarme a mortal duelo, que yo me dejaré morir de mil amores. A quien no pediré disculpas es al vulpes aviesus de las finanzas, porque no se lo merece, y si me reta a duelo, haré lo posible por sobrevivir. 

ZORRO AVIESO/VULPES AVIESUS 




Dice la leyenda que John “Cabezaprivilegiada” y nuestro querido amigo “Hipopótamus Hipocondriacus” llegaron a ser excelentes amigos a pesar del abismo que les separaba, tanto en cuanto al carácter e ideas de ambos como en cuanto al físico –John fino como un Quijote amojamado e Hipopótamus obscenamente gordo como cuatro Sancho Panzas. No faltaron bromistas, nunca faltan, que llegaron a compararles con los personajes inmortales del genial manco aun cuando John poco más tenía de Quijote que su llamativo físico. En cuanto a Hipopátamus aparte de su físico y su desmedida afición a la comida era difícil encontrar algún rasgo de carácter que le asemejara a Sancho Panza puesto que era un hombre extremadamente idealista y soñador. 

Continua contando la leyenda que al lamentarse Hipopótamus, a quien desde ahora vamos a llamar por su nuevo apodo, Slim el vengativo, puesto es así como él quiso ser conocido en la historia, sobre lo que podría comer de allí en adelante John sintió tanta compasión al verle hincarse de rodillas y lamer el césped en un vano intento de arrancar hasta las raíces, que le ofreció un puesto de trabajo como su ayudante, cuyo sueldo sería suficiente para alimentar todo su corpachón. John, siempre amable, le sugirió se pusiese a dieta al menos durante un par de meses al año para evitar los achaques que padecen todos los gordos. Slim, por no decepcionarlo, aceptó la sugerencia aunque para su coleto se dijo que ya haría él lo que le pareciese más conveniente al respecto. 

Este editor, convertido en narrador por azares de la fortuna, no puede dejar pasar la tentación de hacer una reflexión candorosa como todas las suyas respecto a la leyenda y la historia. Si bien la historia tiene muy pocos casos o "ixiemplos" de parejas famosas, de amistades nacidas contra viento y marea, de esa poco frecuente generosidad de dos corazones tan opuestos como el círculo y el cuadrado, la leyenda es mucho más generosa al respecto puesto que aparte de Quijote y Sancho, tenemos a Romeo y Julieta, a Tristan e Isolda, a.... por cierto que no me vienen a la mente otras parejas de leyenda que no estén formadas por macho y hembra, algo no tan difícil de comprender teniendo en cuenta la atracción que el sexo ejerce sobre todos nosotros. Ya metidos en harina esta editorial ofrece una sustanciosa recompensa a quien le cite parejas de hecho sin atracción sexual. Pueden llamar ustedes al 000..., en fin que ya se lo saben. Nuestro dúo cervantino pronto se convertiría en pareja imprescindible en todo acto social que se preciara. Slim ponía la salsa picante y John el postre empalagoso. El primero se dedicaba con gran placer por su parte a hacer retratos zooantropológicos a los asistentes más osados y temerarios de las fiestas y John después curaba las heridas producidas por Slim con el mimo de una dulce enfermera. 

Se dice que concretamente este retrato que les vamos a mostrar hoy se hizo en un cóctel promovido por un conocido político que quiso congraciarse con el mundillo de la cultura y la farándula en general. Lo cierto es que no puede saberse a ciencia cierta este extremo puesto que otros le ponen causa en un avieso decana que cumplió su corto mandato en la universidad Galacticiensis cuando Slim, entonces Hipopótamus, daba sus primeras clases como profesor de psicología en aquella universidad. Se dice de dicho decano que era muy, muy avieso, pero avieso como una vulpejo con un gen canallesco de cuarta generación al menos. Lo que más le dolió fue que dicho decano, tras una mala inversión en bolsa, intentara recuperar parte de las pérdidas con un recorte drástico en los emolumentos de nuestro amigo. Se cuentan encantadoras anécdotas del ingenio de ambos contendientes, pero parece ser que Hip... digo Slim, salió vencedor gracias a una serie de demoledores epigramas (aún no se conocía la ciencia de la zooantropología) en los que utilizaba la gracia ácida de los fabulistas clásicos sin el empalago moralista que les es propio. Pero los editores se niegan a dar más datos al respecto, lean ustedes el segundo libro de la nueva colección “Ciencias del futuro” donde por un módico precio podrán ustedes disfrutar de esto y de muchas más cosas. John y Slim estudian todos los aspectos de la vida humana con la sagacidad y delectación a que ya nos tienen acostumbrados. Llamen, llamen al 00.. ( para qué repetir un número telefónico ya tan conocido) y recibirán un gracioso regalo de nuestro nuevo fichaje Slictik con sus ya famosas Quijotadas. Y aquí, y sin más rodeos, vaya un aperitivito más. 

VULPES AVIESUS( El más zorro entre todos los zorros)




ESPECIE: Zorruna

SUBESPECIE: Aviesa

MORFOLOGÍA: Fina, escurridiza, pelambrera difuminada, cabecita enternecedora y seductora, dan ganas de acaricierle detrás de las orejas. Ojos que intentan ser perrunos pero son zorrunos en cuanto se descuida. 

ENTORNO: Urbanitas de alto standing, depredador financiero, resulta atractivo por su fino traje, una segunda piel, a veces se deja llevar por su imaginación y entra en el mundo de fantasía también llamado Internet y allí desarrolla todas sus cualidades zorrunas que en el mundo real encuentran demasiados obstáculos. Puede adaptarse a cualquier entorno para sobrevivir, incluso en los entornos de clases medias o aún más, puede esconderse en guetos donde la pobreza todo lo pone a la vista. No importa su astucia le permitirá engañar a quien no tiene nada y sacar algo, cualquier cosa. Su especialidad son los gallineros de las gallinas de los huevos de oro.


BREVE CRÓNICA DEL VULPES AVIESUS

Dentro de la especie zorruna existe una subespecie especialmente retorcida y sutil en su conducta, capaz de engañar incluso a los depredadores más terribles e inteligentes. La jauría de perros pierde el rastro fácilmente de este espécimen debido a que por el camino “vulpes aviesus” va dejando chismes de cada uno de los miembros perrunos de la jauría de forma tal que no paso mucho tiempo antes de que se queden detrás enzarzados en una pelea terrible a mordiscos. Ya sean perros o cualquier otro perseguidor, todos se quedan atrás, discutiendo si lo dicho o no dicho era verdadero, falso o semi de ambas,el zorro avieso ya está a salvo en su madriguera. Cuando esto no da resultado su falta de olor y su capacidad de imitar el de los demás crea confusiones de tal calibre que nadie sabe a qué atenerse sobre la bondad o maldad de los demás. Suele acabar mal ya que con el tiempo termina irremisiblemente por encontrarse con el ingenuo cazador que,sin encomendarse ni a Dios ni al diablo y sin preguntarse por olores que no percibe, dado su nulo olfato,dispara su escopeta de amplios cañones hacia su primera presa, y nunca suele fallar, la suerte del primerizo. 

Puede que algunas leyendas zooantropológicas sean solo leyendas urbanas o selváticas. Puede que la especie zorruna sea mejor de lo que algunos piensan, especialmente, aquellos ejemplares de zorros que se dedican exclusivamente a sobrevivir, utilizando para ello las facultades que les dio la naturaleza, tales como su astucia zorruna para difundir bulos, manipular, mentir con impasible ademán, sembrar falsos rastros, esconderse en la espesura, asaltar gallineros con pocas medidas de seguridad... Bueno, esto es más difícil de tragar, porque las gallinitas están indefensas y sus huevos son futuros pollitos y los pollitos son tan tiernecitos y están tan indefensos que por mucho que el zorro nos intente convencer de que él tiene que sobrevivir no podemos aceptar que sea de esa manera. Lo que de ninguna manera podemos aceptar es la conducta patológica del vulpes aviesus, también conocido como zorro de las finanzas. Bien trajeado, encorbatado, zapatos brillantes, cartera de ejecutivo de alto standing, con mucha labia, sonrisa amplia, vestido con la piel del pragmático idealista y romántico, con sinuosos movimientos se cuela en la sede de la bolsa, crea empresas financieras, especula como un canalla y se esconde en los reptilíneos escondrijos de la libertad de mercado, de la democracia, de la libertad a cualquier precio, y con dientes afilados sangra los cuellos de las ingenuas presas cuando pasan descuidadas por rincones oscuros no detectados por la señalización vial. El vulpes aviesus puede causar verdaderas masacres en su búsqueda de los gallineros con los huevos de oro, pero siempre saldrá bien librado alegando el liberalismo, la libertad de mercado, la democracia y que el capitalismo no puede ser perfecto, por mucho que se intente. He dicho "siempre" pero no es así, porque algún cazador primerizo le puede cazar en un disparo afortunado y cuando no es un cazador es un periodista o un juez incorruptible. 

Algunos ejemplares de "vulpes aviesus" se cuelan en entornos propicios a sus zorrerías, tales como los partidos políticos, el mundo empresarial, el deporte... lo que sea, con tal que haya muchas gallinas en el gallinero y las posibilidades de encontrar los huevos de oro suban exponencialmente. No perdonan, sus rapiñas son antológicas, y las suelen guardar en espacios boscosos especialmente densos, cercanos a pantanos o territorios de arenas movedizas. Sus nidos, cuando son descubiertos, sorprenden por la cantidad de huevos de oro allí almacenados. No importa porque el vulpes aviesus encontrará disculpas para todo, razones verosímiles, y con impasible ademán y rostro tranquilo, alegará que le persiguen por envidia cochina, porque nadie es tan astuto como ellos para aprovechar los agujeros legales, reglamentarios, administrativos, las zonas boscosas del mercado libre, del liberalismo más democrático, de la democracia más democrática, para deslizarse en las sombras diurnas o nocturnas hasta los gallineros más escondidos, realizando verdaderas zarrazinas de pollitos indefensos, de gallinas cluecas e incluso no desdeñan los gallineros más pobres y miserables, donde gallinas y pollitos, donde todos, todos, pasan hambre. Luego dirán, con sonrisa zorruna, que son gajes del oficio y que la libertad de mercado tiene sus efectos secundarios.

Jamás aceptarán verse en los álbumes de los depredadores más sanguinarios de la selva, ellos son otra cosa, sutiles y astutos zorritos que hasta pueden resultar simpáticos si uno ignora sus andanzas. Hasta ahora no se han cuantificado las pérdidas en vidas y gallineros que ellos han ocasionado. Tan astutos y zorrunos como siempre comparan sus limitados huevos de oro con los presupuestos nacionales o internacionales, con la suma de todos los sueldos de todos los trabajadores del planeta y dicen que eso no es nada, que un país, un planeta, se lo puede permitir. No se dejen engañar, en cuanto vean un vulpes aviesus, salgan corriendo, y miren a ver si le ha mangado la cartera... digo los huevos de oro. 


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