miércoles, 27 de mayo de 2015

EL SR. PARDO, GRAMÁTICO PARDO (TALLER DE ESTILO)


               

EL LENGUAJE

POR EL SR. PARDO, GRAMÁTICO PARDO

In principium erat verbum, en el principio fue el verbo, o lo que es lo mismo, el sonido, no confundir con el lenguaje escrito que llegaría bastante más tarde. Todo lenguaje es una comunicación, si utilizamos la palabra o verbo, será lenguaje hablado, si el gesto, lenguaje gestual y si la escritura, lenguaje escrito.

Todos imaginamos, porque no estuvimos allí, presencialmente, que el primer lenguaje de nuestros antepasados fue el gestual. Nada más fácil que hacer el gesto de que te doy con la cachiporra si no te callas. El lenguaje verbal ya requiere una elaboración más profunda y una evolución prolongada en el tiempo. Emitimos sonidos pero eso no supone el nacimiento de la ortografía y la gramática. Estas solo nacen a la vida con el lenguaje escrito. La razón puede ser tan válida como inválida, unos sonidos son más representables que otros y a veces es obligado representar sonidos parecidos de distinta forma.

Con el nacimiento del lenguaje escrito nació la señorita ortografía y la señora gramática, o lo que es lo mismo el bifronte o trifonte o como se quiera ver, señor Estilo o petimetre de la lengua. A partir de ese momento ya no fue lo mismo escribir con “h” que sin “h”, algo que en el lenguaje verbal nos traía al pairo porque “humor” suena lo mismo que “umor” y además tiene menos letras. Los filólogos se parten la cabeza buscando causas, ancestros, generatrices y generadores. Hubo un primer lenguaje que se bifurcó o crió hijos o nacieron varios lenguajes a la vez que se volvieron híbridos con la convivencia y la intimidad. Los filólogos son muy suyos, pero a nosotros nos vale con saber que ahora, en este preciso momento, unos dicen que hay que escribir de una determinada manera y otros no están de acuerdo, bien porque son más vagos o ácratas o rebeldes o lo que sea.

En el lenguaje no hay dogmas, y menos en el escrito. Cada uno habla como quiere y el que eso pase a la posteridad dependerá de que tenga muchos o pocos seguidores. Gabriel García Marquez, el gran escritor, al que nadie negará el oro y el moro y el estilo, dijo ser partidario de acabar con la ortografía, nada de con “h” o sin “h”, con “v” o con “b” y así sucesivamente. Reconozco que puede haber tradición y belleza y estilo en ciertas conductas “lenguaraces” o del lenguaje, pero de ahí a que los dogmáticos nos obliguen a aceptar como dogma de fe lo que ellos creen y solo porque lo creen ellos, media un abismo. Vale no suprimamos la “h” y sigamos con la “b” y la “v”, pero que me fusilen por escribir de una manera u otra, eso tampoco. Lo del acento también es muy relativo, porque al hablar ponemos más énfasis en una sílaba u otra y al escribir podemos desear reflejar ese énfasis, pero de ahí a utilizar el acento como un garrote contra los que no se “acentúan” va también un abismo. Al fin y al cabo todo es pacto y acuerdo. Los primeros que hablaron se pusieron de acuerdo para llamar árbol al arbol, aunque también le podían haber llamado “arból” o “lobra” si nos ponemos finos y al revés. Una vez que dos se ponen de acuerdo, si llega otro es más fácil que pase por el acuerdo de los dos que no obligar a los dos a pasar por el acuerdo del uno.

Como estamos viendo esto del lenguaje es muy relativo, como todo en la vida. Nos vamos a poner de acuerdo en que lo que es tradición manda más y que lo que diga la RAE va a misa, pero nada más, no llamemos analfabeto al que escribe sin “h” ni diosecillo furioso al que escribe con “h”. Si todos estamos de acuerdo en que la “h” es importante, pues a disfrutar con la “h” y santas pascuas. Ahora bien, no censuremos ni neguemos a cada cual que experimente y busque su propio lenguaje, estilo, ortografía, gramática y hasta podemos dejarle que se meta el dedo en la nariz, siempre que lo haga en privado o con disimulo.

Y con esto damos por finalizado este preámbulo. Iremos viendo poco a poco a qué acuerdos llegaron nuestros ancestros e iremos encerrando en el redil a las ovejitas y a los corderitos, unos con “h” y otros sin, unos con “b” y otros con “v”- Pero lo importante será el estilo, que cada cual adapte el lenguaje a lo que quiera decir como un guante se adapta a cada mano. Pero sobre el estilo ya hablaremos más adelante.



EL LENGUAJE DE NUESTROS ANCESTROS





Al principio no se necesitaba un lenguaje muy depurado para comunicarse. Las necesidades eran tan básicas que no se necesitaban matices depurados ni exquisitos. Hambre bien se podría decir ÑAM-ÑAM. No se necesitaban verbos. Para qué decir “yo tengo hambre” cuando todo el mundo sabía lo que alguien quería decir cuando empleaba la palabra o vocablo “hambre”, o sea, en lenguaje primitivo ÑAM-ÑAM. El verbo se inventó más tarde, cuando el hombre primitivo alcanzó el concepto filosófico de tiempo. Y en cuanto al “yo”, “yo tengo hambre”, eso tardaría bastante. En realidad el concepto de “yo” es algo muy evolucionado que llegaría siglos o milenios después, cuando el filósofo Heideger dijo aquella tontería de que el hombre es un ser para la muerte. Solo muere el yo, por lo tanto a partir de ese momento se instauraría el yo en el lenguaje y ya no se apearía de ese tren. Y eso que las sociedades modernas son masificadas, la muchedumbre lo mangonea todo, el nosotros puede al yo y las democracias no son sumas de yoes, sino de nosotros enfrentados entre sí.

En aquellos tiempos primitivos no se elucubraba tanto, cada tribu que vivía en un lugar concreto inventaba un lenguaje concreto. Mientras unos llamaban ÑAM-ÑAM al comer, en otros lugares, más secos y áridos, podrían llamarlo GRUG-GRUG. Nadie sabe por qué se inventaron los lenguajes y cómo evolucionaron. Mis colegas listillos hablan del indoeuropeo como lengua madre, pero a mí, con perdón, me parece una tontería, en realidad el lenguaje nació porque uno de nuestros ancestros tuvo hambre y en lugar de llevarse la mano a la boca, para indicarlo, ese día estaba cabreado, muy cabreado y dijo GRUG-GRUG y no hizo gesto alguno. Al final tuvieron que comprenderle porque se lió a garrotazos con los que no le comprendían. El lenguaje fue una invención de los fuertes, como todo en esta vida. Los fuertes escriben la historia, antes inventaron el lenguaje, y dictaron las normas sociales. No conozco a un solo débil a una sola víctima que haya inventado algo. La ley del más fuerte domina la historia, la vida y el lenguaje. Y así nos encontramos con el lenguaje machista, porque los machos dominaban a las hembras, hasta que hoy reclaman la paridad y hacen muy bien, porque los machos sojuzgaron a las hembras durante milenios y ahora es justo que antes de igualarse nos sojuzguen a nosotros, los machos estúpidos. De ahí que la equiparación del lenguaje al sexo sea uno de los logros más asombrosos de nuestros tiempos. Las mujeres siguen cobrando menos en los trabajos y sufren toda clase de humillaciones machistas, pero eso sí, el lenguaje es “tela marinera”, tan importante que se cambia lo primero antes de cambiar nada, es prioritario.



El lenguaje primerizo fue el lenguaje de los fuertes, por eso era tan basto, tan agresivo, tan, tan… de todo lo malo. Luego llegaron los intelectuales, que no eran fuertes, pero eran listos y la historia cambió y el lenguaje cambió y todo cambió. Pero ya hablaremos de eso, porque hay para rato. 

EL LENGUAJE DE GRUÑIDOS



Los fuertes gruñían más que los débiles y sus gruñidos fueron aceptados por el resto de la tribu como vocablo pactado y aceptado. Los que no lo aceptaron fueron muertos y yertos a garrotazos. Las necesidades más elementales, básicas, de pura supervivencia conformaron el lenguaje básico por el que se rigieron nuestros ancestros. Si comida era ÑAM-ÑAM o GRUG-GRUG, según el territorio y la nacionalidad, el sexo fue ÑACA-ÑACA o FOKI-FOKI. Y así con todo. El lenguaje se acomodó al más fuerte del lugar, y en los lugares cálidos el lenguaje se hizo dulce, un estilo portugués-brasileño, muy cálido, muy sensual. En los lugares fríos, gélidos, todo el mundo estaba de mal humor y el más fuerte de peor humor que ninguno y se utilizó el lenguaje GRUG-GRUG.

Cuando una tribu derrotaba a otra le imponía su lenguaje, pero como el lenguaje cala mucho, tanto como el sexo o más, por mucho que una tribu sometiera a otra y la follara bien follada lo cierto es que el lenguaje permanecía en el cerebro de los sometidos (que no subconsciente porque entonces no existía algo tan complejo) y con el tiempo los lenguajes se fueron mezclando como el agua y el aceite, solo que mucho mejor. Así surgieron las ramas del lenguaje, como las otras, las ramas vegetales se complican conforme el árbol se hace más viejo. Y así del lenguaje indoeuropeo fueron surgiendo otras lenguas o lenguajes de los que todos hemos oído hablar. 

Si supiéramos leer en los ojos del de enfrente, en su rostro crispado o sonriente, si supiéramos leer las emociones en los gestos, el caminar, la expresión del rostro, la luz o las tinieblas de las miradas, el lenguaje no hubiera sido necesario y nunca se hubiera inventado. Algunos de mis colegas más pirados dicen que en realidad el lenguaje apareció sobre la faz de la Tierra cuando nuestros primeros ancestros perdieron el don de la telepatía y otras magias blancas y negras que fueron su patrimonio al principio de los tiempos. No necesitaban ni mirarse porque sus cerebros se comunicaban telepáticamente. Al perderse esas maravillosas facultades el cerebro se redujo y así los neandertales y cromañones tenían la cabeza grande y el cráneo pequeño. Luego llegó el homo sapiens y el cerebro fue creciendo de nuevo, con tanta información inútil como le metían dentro. La cabeza en cambio se hizo más pequeña porque no necesitaban convertir el cráneo en un baluarte para defender las ideas, les bastaba con que le salieran por las orejas. Y cuando les comenzaron a salir por la boca comprobaron asombrados que habían inventado el lenguaje sin darse cuenta.

Así pues, queridos alumnos de este curso de estilo, ortografía y lo que sea para escritores y no escritores, debo deciros que todo lenguaje es un pacto y que todo pacto puede romperse y que los fuertes someten a los débiles, pero los listos acaban sometiendo a los fuertes tontos. Y así el lenguaje va evolucionando. Pero no es sagrado. No es el lenguaje de Dios, es el lenguaje de los humanos, y como tal sometido a revisión. Al final de este cursillo les propondré unas cuantas revisiones que seguro les van a gustar mucho. Hasta tanto seguiremos con la historia del lenguaje, porque quien no aprende de la historia está condenado a repetirla.

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