lunes, 22 de abril de 2024

SEGUNDO ASESINATO EN CRAZYWORLD I

 


                          SEGUNDO ASESINATO EN CRAZYWORLD

La doctora, tras pedir calma, organizó todo aquel tinglado de la mejor forma que podía organizarse. Pidió a las damas que me llevaran en volandas al sofá del salón, que yo había conocido ya en otro tiempo que ahora se me antojaba tan lejano como mi nacimiento, del que no había recordado nada tras salir de mi amnesia, cosa harto natural porque nadie recuerda algo de su nacimiento. Tras aposentarme con sumo cuidado en aquel enorme armatoste, la doctora, reconvertida ahora en capitán general les ordenó que volvieran al dormitorio y rehicieran la cama, si es que podía rehacerse, o que llamaran al servicio de mantenimiento de Crazyworld para atender a aquella urgencia. Les ordenó que se quedaran allí porque ella necesitaba soledad para buscarme las constantes vitales. Y así se hizo. Yo me quedó sola con mi doctorcita, de la que intentaba recordar su nombre sin conseguirlo. Tras el brusco despertar mi mente se había dispersado más de lo que estaba antes, se había confundido bastante, dando pasos indecisos entre una supuesta niebla metafórica y al mismo tiempo estaba recordando a ráfagas, como en destellos relampagueantes, con una lucidez que me tenia muy asustado. Es decir, que estaba hecho un verdadero lío y para completar aquel panorama desolador mi cuerpo parecía anestesiado, bueno ciertas partes de mi cuerpo, como ya he dicho antes. No sabría decir qué partes en concreto habían perdido la sensibilidad, cuáles la estaban recobrando y hasta qué punto y lo que se podía esperar de esta tranquila recuperación. Ignoraba el tiempo, las horas, o los días que tardaría en recobrarme por completo. Mientras tanto estaba sometido a los caprichos de las damas o de cualquiera que pasara por allí, porque estaba seguro de no poder mantenerme en pie, de haberlo intentado. Sentía las piernas como chicles que no pueden ponerse en pie y caminar sin doblarse para todos los lados. Y ahora mismo estaba totalmente sometido a los caprichos de la doctora, que adoptaban la forma de una auscultación muy técnica y profesional, pero que en el fondo no eran otra cosa que un magreo concienzudo. Tras auscultarme el corazón con el estetoscopio, mirarme la tensión con un tensiómetro profesional y observar mi respiración durante unos segundos, comenzó a hacerme la respiración artificial como si me fuera en ello la vida. Me besaba de una manera muy poco profesional, aquello no era una respiración boca a boca, aquello era un largo beso con lengua. Cuando se cansó inició una exploración de mi cuerpo, abriéndome la chaqueta del pijama, cuyos botones desabotonó con toda la calma del mundo y me bajó el pijama y los calzoncillos, que imagino ella misma me había puesto al llegar, algo que no tenía claro porque seguía ignorando cómo había acabado allí. No tengo ni idea que pintaba aquella auscultación detallada de mi piel, desde los pezones, bajando, bajando hasta llegar a mi despierto miembro viril que se puso aún más contento de lo que ya estaba y saltaba entre sus manos como si estuviera vivito y coleando, que lo estaba.

En estas estábamos cuando se oyó el timbre de la puerta. A continuación, un alboroto de gallinero, exclamaciones de sorpresa insólita y de pronto escuché la voz de un hombre que reconocí enseguida. Era Jimmy, mi Jimmy, El Pecas. Su voz resultaba inconfundible y pronto lo sería su conducta, como así fue. No sé qué les diría ni cómo las convencería para que le dejaran pasar. Allí estaba, a la puerta del salón, mirándome con aquella mirada entre malévola y sarcástica, mitad demonio, mitad humorista que se burla de todo sin que para él exista nada sagrado.

-Maldito cabrón, las traes a todas de calle. No sé qué les das, pero aún estando muerto no son capaces de vivir sin ti. No me dijeron nada estas harpías. Sabía que te habían rescatado con vida, pero no soltaron prenda de dónde te habían escondido. Al fin hoy oí un rumor y supuse que la casa de la doctora era el sitio más probable donde encontrarte.

Intenté contestar, pero me di cuenta de que aún tenía dificultades, no solo para moverme, también para hablar.

-No, no te esfuerces. Me hago cargo. No creo que hayan tenido tiempo de contarte cómo te encontraron. Habrán estado demasiado ocupadas con aspavientos y carantoñas. Te haré un resumen porque tenemos cosas muy importantes entre manos. Ahora mismo nos ha caído encima otro asesinato. Sí, no te rías. Justo cuando te rescataron y todo Crazyworld se puso patas arriba, alguien aprovechó para cargarse a una mercenaria del sexo. Esto se complica, si es un asesino en serie no encaja que se dedique a hombres y mujeres y si matar al director nos obligaba a buscar a una mujer, el que ahora se haya cargado a una puta no tiene el menor sentido. Me apostaría las pecas a que se trata de un hombre. Es una pena que no puedas ayudarme en mis elucubraciones, pero pronto lo harás. Te necesito. En cuanto Mr. Arkadin se ha enterado ha blasfemado en arameo y dice que se presentará aquí en dos o tres días como mucho. Para entonces tienes que estar en pie y echándome una mano o te retorceré los huevos, como que me llamo Jimmy. En cuanto a tu rescate te diré que la primera noche nadie pareció echarte de menos, excepto Alice, esa camarera del infierno, que puso el grito en el cielo porque no aparecieras. Quería que todo el mundo se pusiera a buscarte con desesperación. Menos mal que les pude convencer que una noche no es nada para ti, podrías haber encontrado a una mona que te gustara y estarías encaramado en cualquier árbol con ella. Sí, ya sé lo que me dirías, aprovecho que de momento parece que no puedes hablar. Al día siguiente a Alice se unió Heather quien temía que te hubiera alcanzado un rayo. ¿Un rayo a ti? ¡El rey de las tormentas! Esta fue más práctica. Programó un robot para que te buscara en el bosque y consiguió que nuestro veterinario particular le prestara los perros con mejor olfato del condado. Pidió voluntarios y formó grupos de búsqueda. Dolores encontró un dron de carga en nuestro almacén de trastos viejos y estuvo todo el día aprendiendo a menejarlo en los jardines, luego se unió al grupo de Heather que manejaba media docena de perros.

“Se formaron varios grupos de batida, unos más numerosos que otros. Yo no me uní a ninguno porque estaba convencido de que aparecerías mas pronto que tarde. Pero no sucedió así. Pasaron los días y no había el menor rastro de ti. Yo empecé a preocuparme de verdad. Curiosamente los perros permanecían en el claro, donde Alice dijo haberte dejado. Heather les obligaba a moverse, tirando a la fuerza de sus correas, pero apenas lograba que caminaran unos pasos por el bosque. Enseguida se volvían y husmeaban por el claro como locos. Al final Heather se desesperó, les soltó para que olisquearan a su gusto y se unió a otro grupo que peinaba una zona muy tupida del bosque. Así fueron pasando los días. Te preguntaras cuántos. Voy a satisfacer tu curiosidad, fueron casi dos semanas. Los grupos regresaban a Crazyworld, comían, dormían, se reintegraban a la búsqueda. El grupo de pacientes permanecía fuera de sus celdas, nadie se ocupaba de ellos, así que El telépata loco y el Sr. Múltiple personalidad formaron su propio grupo. El doctor Sun permanecía en su despacho, volviéndose más loco de lo que ya está. Yo iba a verle para darle cuenta de la investigación. No avanzaba nada. Sin ti para ponerme pegas a todo cualquier hipótesis me parecía razonable. Fui a hablar con la doctora y me dije que aquella mujer era incapaz de asestar múltiples puñaladas a nadie, ni para vengar a su hijo ni para defenderse.

“Aunque no te lo creas El telépata loco defendía, testarudo como un buey, que tú estabas en alguna parte del claro. Nadie le hizo caso, por supuesto, pero era muy curioso que los perros y aquel loco se aliaran para permanecer allí, obcecados en que solo podías estar allí. No te vas a creer lo que ocurrió. Dolores aterrizó su dron en el claro porque ningún grupo la llamaba porque hubieran encontrado una pista, como habían acordado. Allí habló con El telépata loco que no le dio ninguna razón, peregrina o no, simplemente le dijo que estabas allí porque él podía escuchar tus pensamientos ¿Dónde? Preguntó la buena de Dolores. Los pensamientos de ese hombre me vienen de abajo, contestó el loco. Así que ni corta ni perezosa se acercó a los perros, los acarició y chistó con cariño y les enseñó una prenda de ropa tuya. No me preguntes cuál porque no lo sé. Los perros olieron y comenzaron a cavar en una zona que aún conservaba algo del barro producido por la tormenta. Yo no vi nada de esto, por supuesto, me lo contaron. Al parecer sufrió una crisis histérica y comenzó a chillar, llamándote a voces. No puede estar muerto clamaba y juraba y perjuraba que si aparecías vivo nunca se separaría de tu lado. Perdido por completo el sentido se introdujo en el barro y comenzó a caminara con dificultad. De pronto la zona se hundió, dejando al descubierto lo que parecía un suelo metálico. A pesar de su histerismo Dolores comprendió que había descubierto algo muy importante, el azar la había puesto encima de la única pista tuya y claro… la hundió con su peso. Creo que ella era la única persona en Crazyworld capaz de producir un hundimiento semejante. Da gracias a su peso, de otra forma nunca te habrían encontrado.

“Llamó a todo el mundo que se congregó en el claro. Trajeron una excavadora y picos y palas y todo el mundo se puso a cavar. Encontraron lo que luego resultó ser el techo del búnker donde esa maldita zorra de Kathy te tenía atrapado. Hundir ese techo hubiera sido imposible, ni haciendo caer el edificio principal de Crazyworld sobre él, pero la curiosidad mató a la gata. Al parecer Kathy, sorprendida por el enorme ruido que todo el mundo estaba produciendo en la superficie quiso saber lo que estaba pasando y asomó su cabecita por una trampilla que se abrió por algún mecanismo. En cuanto observó la causa de aquel ajetreo, supo que te habían encontrado e intentó cerrar la trampilla, pero en ese momento la leona de Dolores, que se encontraba muy cerca, se tiró en plancha e impidió que aquello se cerrara, sacando a Kathy a empollones, sujetándola por la cabeza.

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