viernes, 13 de junio de 2014

LADINO, EL TERRORISTA PSICOLÓGICO I





          EL CIRCO DE SLICTIK PRESENTAAA

          A  LADINO, EL TERRORISTA PSICOLOGICO



         NARRADO POR EL INSPECTOR CLAUSOT
         CON LA AYUDA DE SU AYUDANTE LA PANTERA ROSA.


Los tiempos cambian que es una barbaridad y esto vale tanto para la genética, que pronto nos permitirá mirarnos en el espejo de un rebaño de clónicos, si nuestro bolsillo está bien provisto, como en el terreno de la siempre cambiante y siempre astuta delincuencia. Ladino fue mi primer caso en el tenebroso mundo del terrorismo psicológico internacional. Con este ejemplar inédito e inaudito adquirí tanta experiencia que años más tarde sería nombrado inspector jefe de la brigada de antiterrorismo psicológico de Scotland Yard.

¿Qué quien soy yo? Me presentaré. Inspector Clausot de Scotland Yard a su servicio. Aunque tengo la nacionalidad inglesa y soy policía casi desde la cuna lo cierto es que ya no soy un chaval. Pongamos que tengo casi los cincuenta, unos años más o menos a esta edad no significan nada. No voy a describirme por discreción. En esta profesión la discreción si no lo es todo al menos se necesita en un ochenta por ciento, pongamos por caso, de nuestra actividad. Un policía discreto es un tesoro y la efectividad aumenta al menos un cincuenta por ciento, digamos por decir una cifra, comparado con el policía que aparece todas las semanas en las portadas de alguna revista del corazón.

Si como dice el refrán español uno es más de donde pace que de donde nace Clausot tiene más de apátrida y de errante vagabundo que de cualquier otra cosa. Me he pasado dos tercios de mi vida profesional como asesor de otras policías del inmenso mundo. No en vano hablo sin pensar más de doce idiomas y pensando previamente lo que voy a decir otra docena más de lenguas. Esta y no otra es la razón por la que puedo escribir esta larga historia en español o castellano, la lengua materna de Cervantes, sin necesidad de intérprete o traductor que todo lo manipula por muy honrado que sea. Y esta y no otra es la razón, por mucho que me guste pensar lo contrario, de haber sido elegido como asesor de la policía española en esta nueva forma de terrorismo que nos ha cogido en pañales a todas las fuerzas de seguridad del planeta. Soy consciente de lo extraño que suena este término de terrorismo psicológico pero tendrán que apechugar con él porque dará mucho que hablar en las próximas décadas.

Fui llamado a este maravilloso país inventor de la tortilla de patata y el rioja por correo electrónico urgente y codificado que llegó al mando supremo de Scotland Yard con prioridad uno que es la máxima para cualquier clase de asuntos relacionados con la delincuencia. Y aquí me tienen en su capital Madrid, más concretamente en el Ministerio del Interior. Estoy sentado en un cómodo sillón orejero frente a la mesa de caoba del ministro que está revolviendo en los cajones a la busca del expediente perdido. El señor ministro me recibió muy cordialmente en la puerta y, luego de despedir a los dos colegas que tuvieron el detalle de irme a buscar y traerme bien escoltado en un avión de Iberia, me estrechó la mano con tanta fuerza que el aire se llenó de chispas. Una vez en el interior del amplio y bien provisto despacho cerró la puerta con llave, conectó la alarma contra intrusos y el artilugio distorsionador de escuchas indeseadas y me escanció una buena dosis de bourbon en un vaso de pata de elefante que me puso en la mano con gran ceremonia. A continuación me ofreció un habano de su preciada cajita repujada en plata, puso a mi disposición el sillón orejero y se dispuso sin ceremonias a buscar el dichoso expediente que no acaba de aparecer. Mientras lo hacía me dio un poco de cháchara como hacen las personas bien educadas.

-No es por miedo a que nos escuchen el que haya cerrado la puerta con llave. Este despacho está diseñado a prueba de bombas y cotilleos. Se trata de que ni un solo hilillo de humo llegue a la nariz de mi secretaria o mañana me obligan a dimitir. ¿Ha oído hablar alguna vez de terrorismo psicológico, amigo Clausot?

Me atraganté debido a lo imprevisto de la pregunta. Hacía un año escasamente me obligaron a seguir un cursillo intensivo de contraterrorismo psicológico y gracias a mis desvelos obtuve un diploma en el que se aseguraba que el inspector Clausot era experto en la nueva locura internacional. Lo cierto es que a pesar de que en ningún país existe legislación al respecto tanto los servicios secretos como los servicios de información de la policía y el ejército llevan ya algún tiempo estudiando este curioso fenómeno. Hasta ahora los servicios secretos se han encargado de solucionar a su drástica manera habitual los casos más peligrosos pero ya se están dando los primeros pasos legislativos para sacar adelante una nueva ley que permita enchironar a estos nuevos delincuentes. Unicamente existe un país, Chokhar (un lugar perdido de la mano de Dios y de los hombres y no me pregunten en qué punto del mapamundi se encuentra porque me pondrían en un compromiso)en el que el dictador lleva ya tiempo aplicando la estricta ley que él mismo ha redactado. A todo terrorista psicológico confeso se le corta el pito, el de abajo, eso sí con anestesia, y de esta manera no le quedan más ganas de ir por ahí haciendo el payaso. En realidad este precedente no es nada serio puesto que aprovechando la nueva moda ha aplicado este calificativo a todo opositor al régimen e incluso a un pobre diablo que con arteras artes psicológicas sedujo a una de las múltiples esposas de su harén. Fue detenido inmediatamente y se le cortó el pito tras un proceso sin la menor garantía legal, de risa vamos.

Se empezaba a hablar de poner coto a esta insidiosa forma de terrorismo pero ningún gobierno se atrevía a dar el primer paso y llevar al parlamento un proyecto de ley tan polémico cuando surgió Ladino, un peligroso y muy habilidoso delincuente, lo que terminó con los pocos escrúpulos que quedaban al respecto. Ya se había producido algún escándalo al írsele la mano a los servicios secretos. Ustedes saben muy bien que la opinión pública es muy susceptible siempre a estas ejecuciones sin juicio previo.




Oír al ministro esta expresión y ponerme a temblar como una vara verde todo fue uno. Nunca me gustó reptar en la sombra como una serpiente oscura. Y esta iba a ser mi misión porque el señor ministro por fin encontró el dichoso expediente. No me siento tan transparentemente ético como un cristal recién repasado por una cuadrilla de limpiacristales de primera pero prefiero la delincuencia habitual a los métodos reptilíneos de los servicios secretos. Estaba ya temblando imaginando que el ministro iba a proponerme la caza de Ladino y yo iba a negarme así tal cual estaba, con el puro en la boca y el vaso de bourbon en la mano. En lugar de hacerme la propuesta directamente el muy ladino me tendió el perdido y encontrado expediente. En el mismo encontré una carta debidamente firmada y sellada por el jefe supremo de Scotland Yard en la que se me conminaba a ponerme a las órdenes de la policía española en todo lo que fuere menester previo cordial requerimiento al efecto.

Una vez vista la carta el ministro me tendió una foto que observé atentamente. Se trataba del retrato de un hombre de cuerpo entero vestido impecablemente con un traje caro, corbata de seda, zapatos relucientes, un maletín de piel en su mano derecha y un pirsing o como se diga en su oreja izquierda. Pero  lo que más llamó mi atención no fue el pendiente de las narices -también llevaba otro adminículo en ese apéndice- sino su sonrisa ladina que consiguió apagar mi puro como si de sus anchas napias hubiera salido un viento gélido muy fuerte.

-Este es Juan-Luis Armenteros Rodriguez, alias ladino. Creemos que se trata de un peligroso terrorista psicológico y solicitamos su colaboración para desenmascararle.

Se levantó de su poltrona y muy obsequiosamente reencendió mi puro con su Dupont de oro.

-Es más astuto que un zorro pero tiene una gran debilidad. Le gustan las mujeres más que al viento enredarse en la lencería fina de una dama burguesa tendida al aire libre, la lencería no ella, en el tendedero de su casa de campo. Por ahí precisamente le atraparemos, por los c...

Volví a atragantarme. Tosí violentamente. No me esperaba esta obscenidad en la boca de aquel señor tan peripuesto.

-Para ello necesitaremos la colaboración de su colega y amiga Lady Jane, más conocida como la pantera rosa. Tengo entendido que su atractivo es irresistible y su inteligencia casi superior a la suya, inspector Clausot, y le pido disculpas.

-No se disculpe, querido amigo. Lady Jane es una amiga tan adorable que no me avergüenza reconocer que su inteligencia duplica la mía y su atractivo físico es superior en un diez elevado a la centésima potencia. Estará encantada en colaborar con nosotros aunque confieso que se me eriza el bigote solo de imaginarla masticada por la sonrisa de este canalla.

Le devolví la foto. El estrechó mi mano y me obligó a dejar el puro en el cenicero de cristal de Bohemia para darme un abrazo. Momento que aprovechó para susurrarme en la oreja: "Su amiga ya está en camino. Me he permitido adelantarme a sus intenciones. Usted me disculpará, amigo Clausot".

Continuará.



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