LI YI, PROFESOR DE TAICHI...A SU MANERA
El Sr. Pestolazzi, dado el nulo éxito de las conferencias
de D. Crisanto, mago blanco, decidió contratar por su cuenta a Li Yi, profesor
de taichi,a su manera, claro, porque dice seguir un estilo propio, mezcla del
Yang, Chen y Wu, más otros movimientos y técnicas inventadas por este chinito,
más bien bajito, delgado como un junco, ojos rasgados y tan oblicuos que si el
espectador le sostiene demasiado tiempo la mirada acaba por marearse y creer
que se está tambaleando. Eterna sonrisa en su boca diminuta, de labios finos, a
través de los cuales asoma un diente mal colocado. Es simpático dicharachero,
aunque apenas sabe una docena de palabras en español y media en inglés, con las
que se ayuda para que su chino resulte aún más incomprensible. Su vitalidad le obliga a estar dando siempre
saltitos, haga lo que haga. Se mueve como una serpiente o permanece quieto en
la postura de la grulla el tiempo que sea necesario, hasta que el espectador crea
haber sufrido una alucinación y descubra que lo que había imaginado un chino
haciendo el espantapájaros ahora más bien le parece un arbolito, un bonsai
colocado con discreción en una esquina.
En el salón oriental, al lado del chinoise, da clases gratuitas
este chinito que sin gran consumo de energía y con muy poco esfuerzo conseguirá
que los clientes del hotel descubran el qi y desbloqueen aquellos canales que
tienen taponados desde tiempo inmemorial, causa de la mayoría de sus
patologías. Y no solo los clientes del hotel, hasta los propios autores pueden
colocarse de pie delante de su ordenador y comenzar la primera clase.
Más bien les aconsejo que se tumben porque comenzaremos
con un ejercicio para percibir el qi estando tendido. Además de cómo ejercicio
de taichi pueden utilizarlo para desarrollar su capacidad de visualización o
cómo desarrollar su fantasía a través de imágenes.
Túmbense en el suelo, sobre la alfombra, separen los
brazos de su cuerpo unos centímetros. Eleven las rodillas de modo que la planta
de los pies quede pegada al suelo. Coloquen una mano sobre el vientre y otra
sobre el pecho, concentrándose en la respiración. A continuación desplacen las
manos a los lados con las palmas hacia arriba.
Ahora mantenga los codos apoyados en el suelo y levante las manos para
que las palmas queden una frente a la otra, con los dedos apuntando hacia
arriba y las muñecas rectas y relajadas. Respire e intente notar cómo el qi
circula por sus manos. Notarán frio o calor o cosquilleo. Su consciencia,
centrada en las manos, les hará darse cuenta de un montón de sensaciones que
antes les pasaban desapercibidas. Conozcan su cuerpo, descubran el qi.
Y con esto acaba hoy su lección el profesor Li Yi. Y para
que se hagan una idea de los muchos beneficios que obtendrán de la asistencia a
sus clases, escuchen unos breves momentos algo sobre el taichi.
Nacido en china en torno al siglo XIII, era una síntesis
de ejercicios de artes marciales y meditación en posición sedente. Su
legendario fundador fue Chang San Feng, inspirado por el combate entre una
grulla y una serpiente enrollada. Diseñó un evolucionado sistema de
autodefensa, no basado en la fuerza bruta sino en la potencia del flujo, la
flexibilidad, la maleabilidad y el arraigamiento. Además de sus beneficios como
arte marcial, el taichi permite cultivar un flujo saludable de energía vital o
"qi".
Y otro día más cosas.
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