domingo, 8 de abril de 2012

RECEPCIÓN-DON SERGE, CONSERJE ADJUDICA LA HABITACIÓN NÚMERO 1





EL NARRADOR SEGUNDO O NARRADOR DE DON SERGE

Don Serge estaba deseando poder instalar a un huésped en el hotel. Tras las necesarias obras y reformas el nuevo Hotel Monasterio de los disparates había quedado en condiciones de abrirse al público. Así se hizo con una campaña en la prensa, la radio –Onda Cero- y la televisión local. También se abrió una página en Internet. Pero hasta que Don Serge no descolgó el teléfono el día anterior no se produjo la tan anhelada inauguración.

Una familia quería instalarse en el hotel, no sabían si por unos días, un largo periodo vacacional o puede que de por vida, si se producía un milagro. Don Serge tomó nota y reservó una habitación doble, para el matrimonio, y para su hija. Sería la habitación número 1. Anotó cuidadosamente en el libro de Registro: Familia Fuentecilla Agüera. Andrés, Sonia y Natalia.

Cuando al día siguiente una encantadora familia traspasó la puerta Don Serge esbozó una encantadora sonrisa y se frotó las manos. Por fin los primeros huéspedes hacían su entrada triunfal.

-Buenos días señores, soy el conserje, pero todos me llama Don Serge. ¿Desean alojarse?

-Sí. -Contestó Andrés. Tenemos habitación reservada. Somos la familia Fuentecilla Agüera. Mi nombre es Andrés, mi esposa Sonia y nuestra hija Natalia.

-Ah, sí. Ya recuerdo que hicieron la reserva por teléfono.

Como para no recordarlo. Hasta había soñado con el momento de inscribir a los primeros huéspedes del hotel. Estaba tan feliz que salió del mostrador, estrechó calurosamente la mano a Don Andrés, hasta casi aplastarla, besó en las mejillas a Doña Sonia y estrechó en sus brazos a la señorita Natalia que se puso muy colorada. Balbuceó algo ininteligible y luego, cuando Don Serge volvió a colocarla en el suelo, se puso detrás de sus padres para protegerse.

-Firmen aquí, en el libro de registro, los tres, y luego nuestro botones, Alvarito Pina, les subirá las maletas a su habitación, la número 1. Son ustedes nuestros primeros huéspedes. Enhorabuena y la casa tiene el detalle de invitarles a una botella de champán francés, Don Perignón, un refresco para la niña, una cesta de frutas, unas tortitas de Alcázar, y un bonito búcaro de flores. ¡Alvarito, Alvarito!

Don Serge se desgañitó llamando al botones que no aparecía por parte alguna. Por fin se oyó un ruido, como de turbo, y Alvarito apareció en recepción, montado en sus famosos patines turbo. Su alegría fue tan expansiva como la de Don Serge, besuqueando a todo el mundo, incluido el propio conserje, quien disimuladamente se limpió luego las mejillas con el pañuelo.

-Lleva a los señores a la habitación número 1. Cerciórate de que no falte nada. Ustedes disculparán pero andamos escasos de personal. Y ponte a sus órdenes. Y no le den propina, que aquí la propina está comprendida. “Prix comprís” como dicen los franceses.

Alvarito colocó las maletas en el patín turbo y les pidió que le siguieran, procurando no pasar de primera para que los huéspedes pudieran seguirle sin tener que correr.

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