domingo, 8 de abril de 2012

HABITACIÓN NÚMERO 1-NATALIA Y FAMILIA

NARRADOR





Alvarito Pina con las maletas de la familia Fuentecilla en el patín turbo, enfiló el pasillo de la planta baja en dirección al ascensor situado al final del mismo, a escasa velocidad seguido por Natalia y sus padres. En un descuido, aceleró más de lo previsto, hizo un giro brusco hacia la izquierda, y tiró por los suelos un macetón con una palmera de interior, que forma parte del exquisito ornamento de dicho pasillo, en el que se encuentran además, numerosos lienzos de gran valor, una mesita sobre la que reposa un jarrón con flores y un anaquel con diferentes figuritas de ornato. Una de las maletas cayó al suelo, y fue recogida de inmediato por Alverito que no pudo evitar que Don Serge le viera, ya que al oír el golpe, llegó corriendo con las manos en la cabeza, con ganas de dar un sopapo a Alvarito, paro se contuvo ante la presencia de los huéspedes y el temor de causarles mala impresión, y se limitó a quitar hierro al incidente.
-Nada, no ha pasado nada. Avisaré al jardinero para que compre otro tiesto y sustituya el roto. Al perecer, a la palmera no le ha pasado nada. Disculpen la torpeza de Alverito. Es su primer trabajo y aún está en periodo de aprendizaje.

Estrechó la mano de Andrés, volvió a besar a Sonia, e intento abrazar a Natalia que se escabulló y se resguardó detrás de su madre, y se marchó susurrando... «cuando te pille después, a solas, Alvarito, te vas a enterar de lo que vale un peine»

Cuando salieron del ascensor, accedieron a otro pasillo como el anterior, finamente decorado, y Alvarito que aún conservaba las mejillas sonrojadas por la vergüenza pasada y el temor a la bronca que le esperaba, muy atento, abrió la puerta de la habitación Número 1, e invitó a pasar a los primeros huéspedes, contento, porque contribuirían a que conservara su empleo. Pues, con cinco millones de parados en nuestro país, mantener el trabajo es muy difícil. Y después de disculparse por lo sucedido y asegurarse de que no necesitaban nada más, se disponía a subir a su patín turbo-propulsado, cundo Natalia haciendo gala de su gran sensibilidad, hizo una seña con su pálida manita para que se detuviera.
-No te preocupes, Alvarito. Un accidente lo tiene cualquiera, y no ha pasado nada grave. Cuando estemos instalados bajaremos. ¿Verdad papá?
Por supuesto, -dijo Andrés, sorprendido por el atrevimiento de su hija que parecía estar empezando a superar su timidez.
-Gracias, preciosa niña por tu comprensión. Estoy a vuestro servicio. Si me necesitan, será un placer orientarles en lo que deseen.
Y dicho lo anterior, se montó en su patín, y se marchó por el pasillo a toda velocidad con riesgo de estrellarse contra la pared del final.

Cerraron la puerta, y se dedicaron a deshacer las maletas, no sin antes mirar detenidamente la estancia que consta de una amplia habitación con una cama de matrimonio, y unida ella, una pequeña alcoba con una cama unipersonal donde dormirá Natalia. Ambos aposentos tienen una ventana que da al exterior, así como el cuarto de baño común a las dos habitaciones. La decoración de las habitaciones, en consonancia con lo visto hasta ahora; cortinas, camas y muebles de calidad, de estilo moderno pero, con cierta sobriedad. En la habitación de Andrés y Sonia hay una mesita y sobre ella, una lamparita. Dos sillas, una a cada lado, y en el suelo el búcaro de flores, regalo del hotel. En un rincón, una nevera pequeña. En la cabecera de la cama, a dos tercios de altura, adosado a la pared, un aplique de luz con interruptores conmutados para que ambos cónyuges la puedan encender o apagar cuando lo deseen. Un amplio armario para la ropa. En la alcoba de Natalia, además de la cama, hay una mesita y sobre ella, una lamparita con flexo para adaptarla en altura, propia para leer, y una silla. También un pequeño armario para la ropa, y, un aplique de luz igual que el del dormitorio grande.

Cuando colocaron sus ropas y otros enseres en los armarios, a petición de Natalia, decidieron bajar para ver algo más del hotel y de paso, preguntar si habían llegado más huéspedes. En el pasillo, frente a las puertas de las habitaciones hay un acristalamiento a través del cual se ve todo el patio interior con sus mesas redondas alrededor del pozo que abasteció a la comunidad religiosa hace más de cuatrocientos años. La familia Fuentecilla contentos de haber elegido ese lugar, pues, les gusta todo lo que han visto, hasta ahora, salieron al pasillo y se dirigieron al ascensor. Pero, la curiosidad de los niños es inagotable, y Natalia, miró a través de la pared acristalada, y guitó.
-¡Mirar, papá, mamá, que patio tan bonito se ve desde aquí!
Y miraron y quedaron admirados como su hija y bajaron para verlo mejor, de cerca.

Llegaron a recepción y salió a su encuentro Don Serge, frotándose las manos de contento, con una sonrisa de oreja a oreja.
-Qué tal señores, ¿les ha gustado la habitación? Y a ti señorita Natalia, ¿te ha gustado la tuya?
-Sí, Don Sege, nos han gustado mucho. –contestó Andrés-, hora, nos gustaría ve el patio...

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