viernes, 26 de junio de 2015

CRAZYWORLD (EL CENTRO DE SEGURIDAD)

EL CENTRO DE SEGURIDAD DE CRAZYWORLD II





Descendimos varios tramos de escaleras. Calculé que si el hall era la planta baja y existían varios niveles en los sótanos, al menos deberíamos estar en el tercer o cuarto nivel. En cada descansillo existía una puerta metálica con pasador. Conté tres y en la cuarta Jimmy se detuvo, me señaló la puerta y se puso un dedo en los labios. Silencio, aquí no se habla. Abrió con suavidad y me hizo pasar. Entró él y sujetó la puerta con suavidad hasta que ésta se cerró sin hacer el menor ruido. El Pecas caminó como de puntillas por un suelo de baldosas relucientes. El pasillo era muy amplio y estaba en penumbra, apenas una lucecita azulada cada quince o veinte metros, calculé por el número de pasos que dábamos entre bombilla y bombilla. A ambos lados del pasillo numerosas puertas cerradas con un número en su parte superior, bien clarito. Las de la izquierda tenían números impares y pares las de la derecha. Habíamos iniciado el paseo en los números más bajos, 1 y 2, y ahora estábamos en las veintenas. Jimmy me hizo un gesto para que me detuviera y empujó con suavidad la puerta número 25. Ésta cedió El Pecas entró muy rápidamente, encendió una lucecita roja y me hizo un gesto enfadado. Quería decir que entrara a la mayor rapidez posible y dejara de hacer el pasmarote en el pasillo.

Una vez dentro los dos, empujó la puerta con tal precaución que parecía una escena a cámara lenta en un video. En cuanto encajó con un ligerísimo clic, que yo imaginé más que escuché, Jimmy se relajó, respiró con fuerza y comenzó a charlar como un cotorro.

-Aquí podemos hablar y gritar lo que queramos. Las paredes están acolchadas e insonorizadas. Nadie nos oirá. Tampoco hay cámaras ni micrófonos, salvo en media docena. Esta no es una de ellas. Puede que el doctor Sun esté por aquí, hipnotizando a algún idiota que se ha dejado atrapar en sus garras. Este es el peor castigo a que pueden condenarte en Crazyworld. Una temporadita aquí y acabas más manso que un león viejo y castrado en un zoo. Procura que nunca te encierren en las celdas de aislamiento. Puede que tú seas tan inmune como yo a la hipnosis de ese payaso de Sun, pero solo permanecer aquí, solo, días y días, sin la menor diversión, comiéndote el coco, sin posibilidad de hacer ruido ni de golpearte la chola contra las paredes, es para volverse loco. Puedes creerme, amigo. Ya te explicaré en otro momento cuáles son los castigos que te pueden traer a este lugar infernal.

-¿Lo has probado muchas veces?

-Unas cuantas y esto doblega a cualquiera. Puedes creerme. Claro que también es un excelente lugar para estar solo y pensar, sin que nadie te vigile, o para venir con alguien…ya me entiendes… y echar un buen polvo sin miedo a que te interrumpan. Vine con Kathy muchas veces, cuando éramos uña y carne. Pero esa maldita ninfómana cambia de humor como el viento mueve la arena en el desierto: hacia donde le da la gana. La única precaución que tienes que adoptar es bajar por la escalera, nunca por el ascensor o te descubrirán. No hacer el menor ruido cuando estés aquí, porque es posible que ese cabronazo de Sun esté por aquí a cualquier hora y en cualquier momento. Además se supone que los que están en las celdas no oyen nada ni pueden ver fuera de sus celdas (no hay trampillas) pero algunos parece que huelen cuando entra alguien y montan unos escándalos de campeonato. No importa si están en celdas sin cámaras ni micrófonos, pero como alguno esté en una vigilada ya tienes aquí a la pasma en menos que cuentes hasta diez. Por eso mucho ojito cuando quieras bajar aquí solo. Ya te recordaré las precauciones que debes adoptar siempre. Y si traes a una mujer contigo, entonces hay que redoblar la vigilancia. No es un mal lugar para echar un polvo. Claro que tu propia habitación (si sabes dónde están las cámaras y los micrófonos y los anulas; con cuidado de no alargar más de una hora la desactivación, porque sino salta una alarma en el ordenador del Centro de seguridad) es aún mejor y estás más a gusto. Si eres buen chico puede que te enseñe mi escondite secreto. Allí podrás llevar a cuantas mujeres quieras y montarte una orgía, si quieres, no hay el menor problema. Pero tendrás que jurarme que guardarás el secreto, aún a costa de tu vida.

-Lo juro, Jimmy.

-No seas idiota. Aún no sabes de qué estoy hablando. A veces pienso que no te haces el tonto, sino que eres un estúpido, sin el menor sentido de la realidad.

-¿Qué realidad, Jimmy?

-Quería dejar esto para más adelante, pero me has cabreado mucho. Te lo voy a contar ahora y espero que eso te haga cerrar la boca durante un tiempo…¿Qué realidad? Me preguntas. Esta realidad. ¡Capullo! De aquí no se puede salir. Una vez que has entrado no puedes salir… Nunca. Es como una cadena perpetua. ¡Convéncete!

Por un momento me quedé pensativo. ¿Me lo había dicho ya antes? Creía recordar que sí, pero no estaba seguro. En realidad no estaba seguro de nada o de casi nada. Entre la amnesia y la cantidad de datos que El Pecas arrojaba sobre mi cráneo cada minuto, nunca podría estar seguro de lo que él me había dicho o de lo que yo había imaginado o de lo que realmente ocurría a mi alrededor. ¿Encerrado allí de por vida? ¡Espantoso! ¿Pero no lo había pensado ya antes? Me estaba haciendo un verdadero lío. 

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