jueves, 26 de octubre de 2023

EL BUSCADOR DEL DESTINO IX

 


Me despierto con una urgencia que no puedo posponer. Necesito vaciar la vejiga, no dentro de un rato, ya, me iré por la pata abajo. Salgo corriendo. Menos mal que antes de llegar al servicio recuerdo los gatos que se han colado en casa. Enciendo la luz, y en efecto, andan jugando en el servicio con unos rollos de papel higiénico amontonados contra una pared. Menos mal que venían con la casa, porque es otra cosa de la que me he olvidado en el supermercado, el papel higiénico. Los gatitos salen corriendo y se esconden en la habitación de la calefacción. No tengo tiempo para pensar. Orino como una fuente mientras intento recordar el sueño. Era entretenido, pero no recuerdo nada. Ya estoy mayor, de hecho, me queda poco para la jubilación. La próstata es uno de mis mayores problemas, cada dos horas en punto debo mear, esté donde esté y haciendo lo que esté haciendo. No quiero volver al urólogo porque en la exploración que me hizo hace años de la próstata, sufrí un orgasmo terrible. No me había informado, no me habían avisado, bueno sí, el urólogo me dijo vuela pluma los efectos de su dedo en mi ano. Pero no me esperaba algo así. Luego bromeé para mi coleto, si alguna vez volvía, cosa que dudaba, buscaría una uróloga, por lo menos el orgasmo tendría algún sentido. No volví, ni pienso volver, así me pille un cáncer de próstata, me niego en redondo. Y así estoy, procurando estar cerca del servicio cuando den las dos horas. Por la noche es un incordio, tienes que dormir a saltitos, como los canguros. A pesar de ello no duermo mal del todo y cuando me levanto no se me olvida encender la luz del servicio. Por suerte no vuelvo a ver a los gatitos. Estarán durmiendo. Todo quisque debe dormir las horas preceptuadas por la madre naturaleza.

 

Al día siguiente me despierto con la sensación de haber tenido unos sueños muy interesantes y agradables. Me olvidé de colocar la libreta y el bolígrafo en la mesilla de noche, deben de estar en un bolso de la mochila. No los voy a necesitar porque no recuerdo nada. Abro la puerta del balcón y contemplo el jardín y las montañas a lo lejos. Hace un día soleado. Miro en el móvil el tiempo, las temperaturas hoy serán altas y mañana más y al otro casi entramos en la ola de calor. Debo de darme prisa, desayuno y me pongo con la valla. Me acuerdo de mamá gata y los gatitos. Primero son ellos, hay que darles de comer. Decido subir el comedero e instalarlo en la habitación de la caldera. Cambio de opinión, allí pondré el arenero, el comedero y el bebedero irán en otra habitación adyacente al servicio. Cuando entro los gatos salen de un armario que tenía la puerta entreabierta, corren como cohetes pequeñitos. Vale, si duermen allí, también podrán comer y beber. Lo instalo todo. Voy a bajar a desayunar, pero veo que comederos y bebederos están vacíos. Relleno de agua los bebederos y bajo a la cocina donde he puesto el pienso. Subo el pienso. Mucho me temo que estas escaleras tan empinadas acabarán conmigo. Además de prostático soy obeso y debo tener el colesterol alto y también el azúcar y… Me da igual, no pienso ir al médico, así me muera de una vez. Si ese es mi destino, así será. Me doy cuenta de que tendré que memorizar o hacer una lista en el móvil con lo que tengo que subir y bajar o acabaré agotado de tanto subir, me conozco y sé que me olvidaré de una cosa y de otra y de otra, estaré todo el día subiendo y bajando. Claro que es un buen ejercicio, un ejercicio excelente, pero yo no quiero hacer ejercicio, bastante tengo con el trabajo de estar vivo como para encima hacer ejercicio. Echo el pienso en los comederos, y en ese momento me doy cuenta de que los gatitos son muy pequeños, puede que no estén destetados. En ese caso solo mamá gata necesitará comer. Esto es un incordio, debería echarlos a la calle. Se me arruga el alma, no puedo ser tan canalla. Los dejaré en casa. Al fin y al cabo, solo estaré un mes, hasta que se acaben las vacaciones.  Pienso qué será de ellos cuando yo me vaya y se me cae el alma a los pies. Decido no pensar más. Mejor me activo.

 

Desayuno rápido, quiero acabar la tarea antes de que llegue la ola de calor. Salgo fuera, donde he dejado todo el instrumental. Dejo la puerta abierta y cuando estoy mirando los mejores tornillos para dejar bien sujetas las tablas de la valla, noto como una sombra veloz que se desliza por el reojo de mi ojo izquierdo. Miro y veo al gato o gata de ayer. He decidido llamarlo Silvestre, si luego es gata la llamaré Silvestrina. Más que nada porque como es un gato silvestre o merodeador, el nombre le viene a pelo, a pelo grisáceo, es un gato gris. Se ha colado en casa, buscando comida, imagino. Mierda, me he olvidado de poner un comedero con pienso en el jardín para Silvestre y todos los gatos asilvestrados del pueblo que quieran venir. El gato sale con la mitad de un cruasán en la boca. Mierda, me olvidé de dejar todo a bien recaudo, ahora no estoy solo. Entro para llenar un comedero y aprovecho para revisarlo todo. Dejo la mesa vacía, todo guardado. Me planteo si no será mejor cerrar la puerta. Decido que no, estaré entrando y saliendo toda la mañana.

 

Silvestre se ha comido el cruasán y mira con ojos ávidos el comedero, pero no se acerca. Mierda, me he olvidado de la distancia de seguridad. Traslado el comedero lejos de mí, a una distancia más que prudencial hasta para un gato y veo cómo ahora sí se abalanza sobre el pienso y come con ansia, no sin mirarme constantemente, por si me he movido. Decido no hacerle más caso y me pongo a la faena. Veo que algunos postes han sido tronchados por abajo. Hay un círculo de cemento donde estaba el poste. No tengo hacha para sacar punta a la madera y sin afilarla un poco no entra en el agujero. Busco por el jardín algo que me pueda servir. En un armario de plástico en un callejón, encuentro bolsitas con tornillos oxidados y otros adminículos propios de un manitas. Veo una barra de hierro, delgada pero suficiente. Me bastará con clavarla en la tierra del agujero y luego sujetar el poste a la barra. Soy un hacha… sin mango. No tengo alambre gruesa para sujetar barrita y poste. Mierda. Tendré que volver a bajar. Tendré que hacer otra lista, no me vendría mal unos saquitos de cemento rápido. Pues no, hoy no pienso bajar, tal vez mañana, o pasado, si aún no ha llegado la ola de calor. Mierda, mierda y mierda, no sé por qué tengo que arreglar yo la valla, para un puto mes que voy a estar de vacaciones. Bueno, mejor hacerlo yo que tener que dar explicaciones a la propiedad. Además me gusta hacer chapuzas, o me gustaba. Vale, lo haré, discutir me pondría de los nervios. Dejo el poste para más adelante y me pongo con otro trozo de cerca con los postes bien puestos, solo tengo que colocar las tablas y clavarlas con los tornillos. Escojo uno más bien largo y grueso. Tomo el martillo y doy un buen golpe en el tornillo. Joer, esta madera está muy dura. Será perfecta para una valla, pero los tornillos no entran ni a martillazos, así no puedo atornillarlos con el destornillador. Se me ocurre mirar a Silvestre, se ha zampado todo el pienso del comedero, ahora se está relamiendo a una distancia más que prudencial. Ha posado su culito en el suelo y me mira con los ojos como platos mientras se relame. Vuelvo a dar otro martillazo, no puedo evitar mirar la graciosa estampa del gato. Eso me descentra y en lugar de dar un martillazo al tornillo me lo doy en el dedo. Grito como si me estuvieran destripando. Es muy doloroso, mucho. Salgo corriendo hacia la casa, voy a necesitar el botiquín y una aguja. Seguro que el dedo se me hincha y tendré que pincharlo para sacar el pus. Como si fuera la primera vez que me sucede.

 

Salgo corriendo y Silvestre me precede a toda pastilla, salta el muro de piedra y desaparece. Subo las escaleras, corriendo todo lo que puedo, que es poco. Encuentro el botiquín y busco una aguja en los cajones del armarito del baño. Mira, hay un alfiletero y algodón. Estupendo. Bajo con calma, pasito a pasito. Me siento a la mesa del comedor. Tengo que quemar la punta del alfiler, solo me faltaba pillar el tétanos. ¿Y el mechero? Arriba. Subo con calma, estoy harto de subir. Encuentro el mechero en la mochila y pillo el paquete de tabaco, es pronto para el primer cigarrillo del día, pero el estrés me pone de los nervios y el cuerpo clama por nicotina, no entiendo cómo le puede calmar al cuerpo la nicotina, pero lo hace. Sentado a la mesa de nuevo procedo a quemar la punta del alfiler, pongo papel de cocina debajo y me pincho el dedo. Uf, cómo duele. El dedo ya está muy hinchado y sale un hilillo de pus. Aprieto para que salga más. Dios, cómo duele. Sale también sangre putrefacta. Me levanto y me acerco al fregadero, abro el grifo y lo lavo bien. Regreso a la mesa, me siento, y con calma desinfecto la herida, pongo un algodón y lo sujeto con esparadrapo, espero que le pequeña hemorragia se contenga y no tenga que andar toda la mañana cambiando el algodón. Salgo fuera, me siento en uno de los bancos de madera del jardín y enciendo un pitillo. Comienzo a toser desaforadamente. Debería dejar de fumar de una puta vez. Tal vez sea que es muy temprano para mí, no suelo fumar hasta el aperitivo y después de comer, con el café. Estoy hecho una mierda, gordo, con colesterol, seguro que con el azúcar alta, si no soy diabético estaré a punto de serlo, no en vano mi madre y mi abuelo fueron diabéticos. Debo tener los pulmones negros  y cualquier día me quedo en una tos. Bueno, calma que estás de vacaciones. A pesar de que no es aún mediodía el calor empieza a hacerse insoportable. Debería tomarme una cerveza bien fría. Lo dejaremos para luego. Observo que Silvestre ha vuelto y está encima del muro, contemplándome con interés. Está muy asilvestrado, no creo que nos hagamos amigos. Mejor, porque solo voy a estar un mes y además solo me faltaría hacerme amigo de todos los gatos del pueblo.

lunes, 16 de octubre de 2023

DIARIO DE UN GIGOLÓ VI

 


Tal vez se debiera a esa confusión que me perdiera por calles que conocía muy bien y en lugar de seguir en línea recta hasta mi destino, de regreso al piso que compatía con varios compañeros de universidad, terminara frente al pub de Paco, también llamado The Saylor o tal vez fuera Popeye, the saylor, porque mis ojos se fijaron más en un letrero que colgaba de la puerta que de las luces de neón que parpadeaban como si fueran bizcas. En letras manuscritas mayúsculas aquel letrero decía: SE BUSCA CAMARERO, PREGUNTAR EN EL INTERIOR.

 

Aquello me dio una idea. Estaba ya harto de hacer de portero de discoteca, recibiendo todos los golpes e insultos que se les escapaban a aquellos energúmenos y ninguna solicitud de compañía por parte de las chicas que frecuentaban el antro, –item más- habida cuenta de que el dueño de referido antro había desestimado mi solicitud de ascenso a relaciones públicas, un cargo más adecuado a mi prestancia, mi cultura universitaria y mi necesidad de cobrar un poco más, la posibilidad de cambiar de oficio que me estaba ofreciendo el destino… me pareció de perlas.

 

Me colé en el interior, pensando que por mal que me fueran las cosas no me irían peor que en la fiesta, y al menos me podría tomar una cerveza o una “copichuela” para el camino. Me sorprendió la decoración. Lo más que había esperado era un poster de Popeye o un barquito dentro de una botella en alguna estantería. En realidad todo el interior semejaba la proa de un barco, con el timón en su sitio, las paredes decoradas en madera y repletas de artilugios marineros, brújulas, sextantes y todo tipo de objetos cuyo nombre y utilidad ignoraba, como buen marinero en tierra que era (acababa de leer el poemario de Alberti). Incluso pude observar la existencia de pequeños camarotes, sin duda lugares íntimos para que las parejas necesitadas pudieran darse un ligero achuchón, algo así como un beso a hurtadillas, porque no estaban los tiempos para otras cosas en los lugares públicos.

 

Sin ninguna prisa, observando el entorno como un detective que se introdujera en la boca del lobo para investigar la mala vida de la esposa de su cliente, me acerqué hasta la barra, donde pedí una cerveza negra. Un hombre, mitad oso, dada su envergadura, y mitad humano, a juzgar por su tripita cervecera, se acercó hasta el lugar donde me había aposentado, con una sonrisa servicial en la boca.

 

-¿Qué va a ser?

 

-Una cerveza negra.

 

-¿Cualquiera?

 

-Cualquiera.

 

Me sirvió una jarra.

 

-A esta invita la casa.

 

-¿Y eso?

 

-Me da en la nariz que vienes a algo más.

 

Me enfadé un poco por su soberbia de creerse capaz de leer mis pensamientos.

 

-¿Cómo a qué? Si puede saberse.

 

-No te enfades, chico, ¿no has visto el letrero en la puerta?

 

-Así es, pero cómo puede saber que me interesa.

 

-Pareces universitario y perdona que te lo diga así, pero también se te ve como necesitado de redondear tus ingresos.

 

Me miré la ropa. Llevaba la camisa desgarrada y con manchas, tal vez de la copa que alguien me arrojara por encima. Eso me ablandó un poco.

 

-¿Sigue en pie la oferta?

 

-Pues claro. Si tuviera camarero ya habría retirado el cartel. ¿No crees?


De esta manera se inició mi relación con Paco. Así dijo llamarse mientras me tendía su manaza de oso.

lunes, 9 de octubre de 2023

LA ÓPERA DEL LOCO IV

 


ACOTACIÓN

La clon de Plurabella atraviesa el escenario con paso de bailarina de ballet y besa en la boca al bufón, que responde apasionadamente. La concurrencia grita, silva y patalea. El bufón se retuerce y vomita y vomita, pura dinamita.  Las figuras imitan a los pataleantes y gritones, se organiza un buen ballet, algo así como el lago de los cisnes. El clon de Plurabella es el cisne y los otros son demonios disfrazados de cisnes negros. Todo esto ad libitum del escenógrafo. La música sigue siendo de Perotinus Magnus, vamos a recorrer gran parte de su obra, no toda, porque es mucha.

LA CONDESITA VILENTA

Aca,aca,aca vemos con bufón, on,on y on. Es repugnante ante, ante y ante ser amada por ese ridículo mutante. Por eso grito, ito, ito y más ito.

ACOTACIÓN

Se pone a gritar. El bufón cae al suelo, se espatarra. Su boca se abre, abre y abre y de ella comienzan a salir una tupida niebla ectoplasmática que es moldeada por manos invisibles. Y de ella sale una obra maestra, estra, estra, estra.

TODOS

E,E,E…EEEEÉ

Repiten y repiten, asombrados, a cuatro, cinco, seis voces. No es para menos, el clon es perfecto, la condesita Vilenta es aún más bella que la real. ¡Qué digo! Mucho más, infinitamente más. Pero tiene un pero. Pero, pero.. ERO ERO

TODOS

ERO   ERO  ERO, a dos voces, se forma un tremendo contrapunto.

 

viernes, 29 de septiembre de 2023

DIARIO DE UN GIGOLÓ V

 

EL PUB DE PACO/CONTINUACIÓN

 


Fue entonces cuando se me acercó una chica a la que tampoco conocía. Con todo desparpajo me pidió que bailara con ella. Estaba sonando una canción lenta y todo el mundo aprovechaba para arrimarse y sobarse con esmero. Recordé haberla visto con el anfitrión de la fiesta o alguno de sus amigos. Podría muy bien ser su novia. Me juré ser discreto. Cumplí mi juramento, pero no así ella que enseguida se arrimó todo lo que pudo dentro de un espacio físico que no presentaba obstáculos a los cuerpos, y desde luego pudo mucho, creo que hasta el aire debió sentirse un tanto comprimido. No contenta con ello bajó las manos y me sobó el trasero y si me hubiera descuidado un poco hasta me hubiera bajado la cremallera de la bragueta. Semejante actitud no era muy frecuente en las mujeres, al menos en las que yo conocía, que solían limitarse a poner el semáforo en rojo, en ámbar o en verde o a dirigir el supuesto tráfico hacia ellas con un “savoir faire” que daba gusto. Eso me indicó que se trataba de una chica “progre” y tan libre como se lo permitía el entorno y las circunstancias.

A pesar de que supuestamente el ambiente universitario era de lo más libre y “progre” del país, el escándalo que se armó fue mayúsculo. Por suerte no duró mucho porque un chico se acercó hasta nosotros con una mirada luciferina en sus ojos de jaguar nocturno, me separó a empujones de la chica y continuó empujándome como si le estorbara en cualquier espacio que ocupara mi cuerpo. Al parecer era el novio porque ningún otro ser querido, ni siquiera su padre, se habría comportado de aquella manera, como un toro que cornea la capa roja una y otra vez. 

Tuve que ponerme serio, agarrarle del cuello, hacerle una llave inmovilizadora y gritarle a la oreja que yo ignoraba que la chica fuera su novia, que no tenía obligación de saber acerca de las relaciones de las chicas que me pedían un baile, que no fui yo quien la invitó a bailar, sino ella a mí y que eran sus manos, las delicadas manos de su novia las que me estaban magreando a mí, tocándome el culo con mucho salero y no las mías, humanoides y bastas las que habían buscado su delicioso culo. O sea, dicho en plan pijo, que arreglara sus problemas con su novia y no conmigo, un discreto invitado que no conocía a nadie en la fiesta, y rematé diciéndole con cierto “recochineo” que si yo fuera su novia ya le hubiera mandado a tomar por donde amargan los pepinos, dicho con toda fineza.

El muy estúpido no me hizo el menor caso, emperrado en que nos diéramos de puñetazos. Como estaba bien sujeto comenzó a forcejear con las piernas y en un descuido me acarició un poco el tobillo. Eso colmó mi paciencia y lo lancé con todas mis fuerzas contra unas mesas, donde quedó espatarrado. Un amigo suyo intentó separarnos y la novia del mencionado amigo se puso de uñas por salir en defensa de aquella guarra que iba también a por su novio…Detuvieron la música, todo el mundo intentó separar a todo el mundo, acabaron por pelearse quienes no tenían la culpa de nada y llovieron puñetazos y patadas por todas partes. Yo salí de allí, tan discreto como si no tuviera la culpa de nada, y tan precavido como si tuviera la culpa de todo, incapaz de aclarar mi mente de la confusión en que había caído, puesto que ahora no sabía muy bien si la chica que me había metido mano era la novia del que me había golpeado o en realidad era la novia del anfitrión que supuestamente me había invitado y el que se enfrentara conmigo era un amigo del anfitrión o si la chica que llamara guarra a “mi chica” era novia del anfitrión, de su amigo o del amigo de su amigo. Aquello era un rompecabezas que daba dolor de cabeza. ¡Menudo follón!

En el camino hacia la salida recibí algún golpe perdido, alguna colleja sin importancia, y una chica se acercó a mí pidiéndome que la acompañara a casa y a cambio me recompensaría. Con la oscuridad que se hizo cuando las bombillas se rompieron y las luces se apagaron no supe, hasta que estuvimos fuera, que en realidad era la chica que me había metido mano y por la que se había organizado todo aquel “guirigay”. Cuando estaba a punto de aceptar su amable invitación y sacar algo positivo de aquella noche nefasta un chico se acercó poniéndome de chupa de dómine. No sabía quién era y no me paré a averiguarlo. Salí de allí como alma que fuera a llevar el diablo, sin culpa por mi parte, un poco magullado y bastante malhumorado.

jueves, 14 de septiembre de 2023

LA ÓPERA DEL LOCO III

 


ACOTACIÓN

La sustancia se transforma en una copia maravillosa de Plurabella, es un clon perfecto, incluso mejor que el original. Se mueve por el escenario como si levitara. El asombro es absoluto entre la concurrencia. Pero no por  lo milagroso y maravilloso del espectáculo, ni por la hermosura del clon, por su luminosidad de supernova, sino porque está desnuda.

TODOS

Nuda, nuda, nuda a a a ay. Está desnuda.

LOS DUQUES

Es un insulto, ulto, ulto y muy ulto.

TODOS

Nuda, nuda, nuda y nhuda. Está desnuda.

ACOTACIÓN

Se van uniendo voces cortesanas, que se entrelazan, formando una perfecta armonía.

LORD MENTORO, CANCILLER, MINISTRO DE FINANZAS.

Oro, oro, oro y oro, me ha costado mucho oro.

TODOS

Nuda, nuda, nuda y nuda. Está desnuda.

LA CONDESITQA VILENTA

Ja,ja,ja y já. Menudo chasco. Todos se burlan de Plurabella. Nuda, nuda, nuda y nuda. Está desnuda. Ja, ja y já.

UN CORTESANO GORRÓN Y PELOTA

Es repugnante, ante, ante y ante. La excelentísima duquesa no merece esta afrenta, enta, enta y enta.

TODOS

Qué afrenta, enta, enta y enta. Linchemos al bufón, on, on, on y ón.

BUFÓN

Es mi obra maestra, estra, estra y estra. Inspirada en la bella entre las bellas, la gentil duquesita Plurabella. Mi corazón se ha enamorado. El corazón del bufón hace plon, plon y plón. Te amo, amo y amo, dulce Plurabella. Ya no puedo vivir sin ti, la dama más bella que verán mis ojos. Siempre, siempre y siempre te amaré. La eternidad a tu lado será un suspiro. Estoy tan alegre que canto, canto, canto y cantaré como un pajarito enamorado. Ado, ado, ado. Anto, anto, anto. Canto, canto y canto.

domingo, 3 de septiembre de 2023

UN DÍA EN LA VIDA DE UNA FAMILIA VANTIANA XXVI

 


-Muy bien, amigo, no nos gustaría que pasaras la línea roja y sufrieras las consecuencias, fueran las que fuesen. Además tenemos que dar por concluida nuestra conversación porque el día se está terminando y nos gustaría hacer el viaje turístico por Vantis, para que lo conozcan nuestros anfitriones, que supongo solo lo conocerán de forma virtual, aunque un paseo nocturno, con todas las luces encendidas también tiene su encanto, pero como siempre andamos escasos de tiempo. No obstante me gustaría invitarte a un programa especial sobre el futuro de los animales del planeta, lo que aprovecharíamos para saber más cosas de ti y de tus colegas, los amables robots que hacen nuestra vida tan agradable. ¿Habría algún problema, querido amigo?

-Ninguno, Arminido. Avisadme con suficiente antelación y os dedicaré un día completo. Ha sido una conversación muy agradable. Gracias por preocuparos por este humilde robot.

-Gracias a ti, Amantanimales, seguiremos en contacto. Y ahora, amados holovidentes, ha llegado el momento de regresar al hogar de nuestros anfitriones, que tan amablemente accedieron a compartir un día cualquiera de su vida cotidiana con todos nosotros. Pero antes daremos un paseo sin prisas por la ciudad de Vantis, capital de este planeta, al que llamaron Omega, a saber por qué, una ciudad que solo algunos de ustedes conocen en persona, porque virtualmente la inmensa mayoría de los habitantes planetarios se la saben al dedillo. ¿Estáis preparados, Alierina, intrépida reportera?

-Lo estamos, intrépido Arminido. Damos las gracias de corazón a Arleína, nuestra generosa anfitriona, que nos ha preparado un exquisito ágape, del que todos hemos disfrutado con delectación. También damos las gracias a nuestro querido tertuliano Artotis, que aún sigue hablando con los caeros, y esperamos que algún día, ya fuera de programación, nos invite a su maravillosa finca, para disfrutarla sin prisas y sin pausas. A mis brazos, Arleína, este sin duda será el comienzo de una buena amistad.

-A los míos, Alierina, no nos conocíamos en persona, aunque soy una seguidora de vuestros programas. Daos por invitados, solo tenéis que avisarnos con un poco de antelación. Decírselo a Artotis.

-Nos damos por invitados y buscaremos fechas en nuestras agendas. Por cierto, Arminido, no nos vendría mal un equipo de sustitución para este programa o cualquier otro que se te ocurra y nos pueda sustituir de vez en cuando, que es que no paramos. Y además me debes unas vacaciones. Ya hablaremos tú y yo.

-Hablaremos, Alierina, y si aceptas mi invitación a cenar, hablaremos largo y tendido.

-Muy bien, queridos holovidentes, emprendemos el camino de regreso. El bueno de “H” nos ha facilitado un plano muy completo de la ciudad de Vantis y alrededores, que nuestro equipo de producción irá intercalando en los momentos adecuados. Y como todos están ya en el interior del vehículo, ahora subiré yo, que les iré comentando lo más interesante de nuestra capital…Ya estoy en la cabina, al lado de Rosindra, que nos irá contando lo que vamos a ver del zoo, que recorreremos en su totalidad, antes de hacerlo con Vantis. Por cierto, Rosindra, ¿Eres tú los pocos vantianos que conocen físicamente la capital?

-Así es, Alierina, todos los días que no descanso debo sobrevolar Vantis, de punta a punta hasta llegar a mi puesto de trabajo, en el centro de visitantes. Por tu cara de sorpresa veo que te sorprende que viva tan lejos. Tiene una explicación muy sencilla. Cuando me independicé y con mis pocos créditos le pedí a “H” que me construyera una modesta casita, aún no trabajaba en el zoo. Elegí la zona sur, la menos poblada, y una parcela alejada del centro urbano. Cuando me ofrecí voluntaria para trabajar en el zoo comprendí que una casita más cercana, desde donde pudiera trasladarme en bicimóvil individual, hubiera sido más práctica. Podría haberle pedido a “H” que me trasladara la casita, puesto que mi trabajo me estaba dando abundantes créditos para hacerlo, pero ya me había acostumbrado a mi hogar, donde estaba muy a gustito, y he preferido gastarlos en el transporte.

“Para todos los holovidentes. La estupenda finca de Arleína y Artotis está situada al extremo norte del zoo, cercana al comienzo de las estribaciones de las Montañas Negras, como es natural puesto que los caeros adoran la nieve y pueden acercarse a la zona montañosa cuando comienzan las nevadas, aunque el resto del tiempo Artotis le pide a “H” que haga nevar sobre su finca, creando un microclima adecuado, del que disfrutan sus adorados caeros. Por cierto que ya me gustaría a mí ganar tantos créditos como gana Artotis, le debéis pagar muy bien su trabajo de tertuliano, aunque imagino que también tiene otras actividades que le permiten llenar sus arcas de créditos. Ahora vamos a recorrer el zoo en toda su extensión, deteniéndonos más en las zonas que aún no hemos visto. Abajo ahora estamos viendo el vallado de rayos omega que separa el zoo de la finca de Artotis, como ven ustedes, hay señales intermitentes que indican dónde está situada la valla. No para los animales, que ya la conocen muy bien, sino para los omeguianos que puedan acercarse por aquí y no utilicen el transporte público, que no serán muchos, si es que hay alguno, pero el bueno de “H” piensa en todo.

“Desde la cabina podemos ver las primeras estribaciones de las Montañas Negras. Aquí la valla tiene una peculiaridad que les llamará la atención. La valla está programada para dejar pasar a los caeros en ambas direcciones. No sabemos por qué. Tal vez “H” sienta un especial afecto por ellos, si es que una inteligencia artificial puede tener preferencias afectivas, o tal vez se trate de una cláusula del pacto a que llegó con los granjeros rebeldes hace ya mucho tiempo. Como saben los caeros forman parte esencial de la supervivencia de estos granjeros. Domestican a todos los que pueden para que les ayuden en sus faenas agrícolas y de transporte y a los salvajes los matan por su carne y pieles, nunca más de los imprescindibles para que ellos sobrevivan. Y hablando de curiosidades, tal vez no sepan que toda la valla que nos separa de las Montañas Negras tiene otra peculiaridad, deja pasar a los omeguianos que quieran traspasarla en dirección a las granjas de las montañas, no así en sentido inverso, tal vez “H” haya previsto la posibilidad de ataques de algunos de estos granjeros que deseen acabar con una civilización que no les gusta. No parece que haya muchos, aunque siempre es posible que el fanatismo pueda impulsar a alguno a ataques terroristas. De hecho. se ha tenido conocimiento de algunos extraños sucesos que nuestra inteligencia artificial ha intentado ocultarnos y que bien podrían explicarse si barajamos esta posibilidad.

“Esta zona, cercana a las montañas, está poblada por caeros del zoo que aumentan o disminuyen conforme algunos emigren en dirección a las Montañas Negras, o bien sean los caeros salvajes los que se acerquen al zoo, especialmente en los inviernos más crudos, cuando la alimentación escasea. De alguna manera estos animales saben que aquí hay siempre alimento. Son muy inteligentes. Como los koories, cuya zona está en los terrenos boscosos aledaños a las estribaciones montañosas y que hemos visto antes de venir a la finca. Pasaremos por encima del bosque, pero no nos detendremos. Lo estamos haciendo ya. Ahora sobrevolaremos una zona especial donde viven algunos depredadores especialmente peligrosos, entre ellos algunos que habitan en las Montañas Negras en estado salvaje y que son los únicos que se atreven a atacar a los caeros. La valla los deja pasar en dirección a las montañas, pero no permite su paso a otras zonas del zoo para evitar ataques a las especies aquí recogidas. El bueno de “H” los alimenta muy bien por lo que son muy raros los intentos de abandonar su zona. Tienen carne en abundancia, fabricada especialmente para ellos. Incluso ha tenido el detalle de hacer que esta carne se mueva, gracias a algún artilugio de su invención, para hacerles correr un poco y sentir que su instinto salvaje tiene algún sentido. Esta zona del zoo puede ser visitada, pero sin posibilidad de aterrizar y siempre en movimiento. Les puedo asegurar que yo misma he podido presenciar alguna de estas curiosas cacerías, en las que los depredadores corren detrás de piezas de carne, imitando a las especies a las que cazan en estado salvaje. Resulta muy curioso ver a la carne moverse, como si estuviera viva. Les aseguro que las cacerías son una imitación casi perfecta de animales corriendo, huyendo de sus depredadores. Para los holovidentes interesados les doy el dato de que en nuestro centro de visitantes podrán contemplar grabaciones de holovisión de estas cacerías, que por cierto son las más vistas.

domingo, 27 de agosto de 2023

DIARIO DE UN GIGOLÓ IV

 




                            EL PUB DE PACO

 

A pesar de lo agradable que me estaba resultando recrearme en la imagen de Amako y lo placentera que fue nuestra intimidad durante los meses que convivimos, la mente, siempre caprichosa, siempre voluble, me impidió retener a la dulce Amako entre mis brazos por más tiempo. Una parte de mi mente parecía muy interesada en rememorar los orígenes, cómo empezó todo, como si de esta manera pudiera encontrar explicaciones que nunca nadie le había pedido, ni yo mismo, o ser absuelta de hipotéticos pecados que yo nunca creí haber cometido. A pesar de que mi vida siempre había sido para mí transparente y cristalina, como el agua fresca de un arroyo de montaña, algo en mi interior, tal vez el “yo” hipócrita, ese que siempre quiere ir con los demás, vayan donde vayan y aunque se arrojen al abismo (¿dónde va Vicente?, donde va la gente?) quisiera a toda costa justificar lo que casi todo el mundo considera injustificable, que alguien venda su cuerpo por dinero y se convierta en un prostituto o gigoló.

Fuera la que fuere la razón que tenía mi mente más hipócrita, pacata y reprimida, parecía estar obsesionada con hacerme revivir unos recuerdos que yo conocía ya muy bien. El pub de Paco estaba situado por la zona de Bilbao, para quienes conozcan la capital, y de cara al exterior no se diferenciaba en nada de los muchos bares de copas del barrio, que entonces comenzaban a llamarse “pub” y que a mí, siempre tan romo para los idiomas, me sonaba como a “puf”. ¿Dónde vas tío? “Puf”, dónde voy a ir, a tomarme una copa. ¿Sería por eso que los llamaban “pufs”? Creo recordar que la aparición de los bares de copas tuvo mucho que ver con el ansia imitativa, anglófila, que nos invadía a los españoles por entonces, imagino que en gran parte debido a los famosos Beatles y al rastro que dejaron aquellos escarabajos o cucarachas, como me comentó un compañero sabiondo y que “fardaba” de hablar inglés como los ángeles ingleses, que era la traducción al español. 

La casualidad, o el destino, o tal vez mi deseo subconsciente de acabar de una maldita vez por todas con aquella miserable vida que llevaba, trabajando en empleos desagradables y mal pagados para lograr juntar lo indispensable para los gastos de matrículas y otros a los que no llegaba la cortísima asignación de mis progenitores, me llevaron aquella noche frente al pub de Paco. Regresaba yo del cumpleaños de un compañero de clase en la universidad al que apenas conocía y con el que solo había intercambiado un par de frases por pura cortesía. Con el tiempo me enteraría de que la invitación había tenido un claro tinte egoísta, con ella buscaba atraer a muchas chicas guapas entre las que hizo correr la voz de que “el guaperas” asistiría. En aquel tiempo me costaba mucho aceptar que pudiera tener algún atractivo para el bello sexo. Fui un adolescente larguirucho, pecoso, granuloso, repelente, como me decían las chicas, y tanto me acostumbré a sus desplantes y burlas, que mi éxito nada más llegar a la universidad me pilló de sorpresa por completo. Además mi desgraciada historia con María me hacía mirar con muchísimo recelo incluso a las chicas más guapas. *

*NOTA DEL EDITOR: Los lectores pueden conocer la historia completa de María, así como la de todas las mujeres que aparecen en esta historia, leyendo “Cien mujeres en la vida de un gigoló” que pueden adquirir en todos los comercios del ramo a un precio módico.


Como decía, regresaba de aquel malhadado cumpleaños al que nunca debí haber ido. ¿Por qué acepté? ¿Puede uno saber porqué elige un camino en una encrucijada y no otro, por qué mover un dedo puede cambiar tu vida y no moverlo significará ser un gris y anónimo oficinista? Nadie conoce el profundo sentido de la vida, ni si hay oficinistas allá arriba que van trazando nuestro itinerario en la vida como un funcionario de justicia tramita la ejecución de una condena, una vez que la sentencia ha adquirido el carácter de firme. Tal vez influyera en ello que me lo pidiera casi de rodillas la supuesta novia de uno de los amigos íntimos del homenajeado. Como supe después, para mi desgracia, la chica al parecer estaba colada por mis huesos y estaba esperando el momento de arrojarse en mis brazos y dar un desplante público y drástico a su novio. 

Apenas conocía a nadie en la fiesta, excepto a la mencionada novia y a un par de amigas suyas. La mencionada novia estaba muy ocupada preparándole la trampa al novio y las dos amigas estaban tan asediadas que me serví un gintonic y me dediqué a observar “el percal” desde un rinconcito a oscuras.