miércoles, 3 de octubre de 2018

3001 ODISEA DE LA JUSTICIA III





TERMINO CON LOS DATOS Y SIGO LA HISTORIA

Hay muchos más datos que deberían conocer, pero no quiero atosigarles, porque aunque los funcionarios de justicia estén acostumbrados a estar constantemente inundados de datos y más datos, todo cerebro tiene un límite y el nuestro lo está alcanzando ya.

Baste de momento con que sepan que el mundo no es lo que era. En cualquier momento las máquinas pueden asaltar el poder como en Termineitor y las Crónicas de Saraha Connor, y necesitaremos muchos capitanes rebeldes, como ese muchacho, ¿cómo se llama? Uumm Bueno, no me acuerdo. Lo importante es que estén preparados y sigan las peripecias de estos robots de Justicia. En cuanto puedan háganse pasar por ellos y escóndalos en un sótano. Imiten su sonrisa metálica, procuren sacar tantos asuntos como ellos, o al menos un cincuenta por ciento, y esperen a ver en qué acaba todo esto.

No hagan caso de lo que les diga el chiflado del profesor. Que dé la cara. Que salga de su bunker y nos explique qué hay de mentira en lo que estoy contando.

El proceso fue largo, pero llegaron a lo que pretendían. Querían una economía perfecta, sin crisis periódicas, mano de obra barata y muy productiva. Con los robots encontraron el elixir de la perfecta economía. ¿Qué se necesita más producción? Pues se les programa a doble velocidad. ¿Qué se necesita menos? Se les ralentiza. ¿Qué hay que despedir? Pues se les hiberna en almacenes perfectamente acondicionados y con un robot barato echando aceite a sus junturas y limpiando el polvo de sus carcasas. Así hasta que haya que contratar mano de obra. Entonces se les saca del almacén. Se les pone a punto y se les reintegra a su puesto de trabajo.

¿Que eso no soluciona el problema del consumo? Se programa a los robots para que compren todo lo que se produce. ¿Que se necesita más consumo? Se les acelera para que se pasen el día comprando, de tienda en tienda. ¿Que ya no es preciso consumir tanto? Se les quita un chip y se les pone otro y a estar en casita, viendo la televisión.

Todo tiene solución si se sustituye a los humanos por robots.  El problema es que los humanos sigamos viviendo y poblando el planeta sin que la economía se vaya a pique cada dos por tres o consumamos más de la cuenta o menos de lo necesario o decidamos tener muchos hijos o pocos o ninguno o seamos libres para ver los programas de televisión y las películas que se producen o decidamos comprar tantos libros de repente que hagamos millonarios a los editores y a los escritores (menos que a los editores) o un día decidamos estudiar economía y así no puedan engañarnos con eso de que la economía es lo que es y a ti te encontré en la calle o pensemos por nosotros mismos y decidamos que los políticos no nos sirven o que los gestores que tenemos son una birria y los cambiemos. La solución no es el socialismo ni el capitalismo ni ningún “ismo” que se les ocurra. La solución es el ser humano. Y no el “humanismo”, porque eso ni sé lo que es ni me importa.

Y perdonen el rollo que les he soltado, pero me he puesto a mirar a una preciosidad en bikini, se me caía la baba, hasta que me puse a pensar por mí mismo y comprendí que era una robot y que en la cama puro mecanicismo y que fuera de la cama idem de idem. Me he puesto muy triste, pero ya se me pasará.

En el siguiente capítulo contaremos cómo Gestoreitor decide pedir el traslado. La reacción de Tramiteitor y cómo viene en su ayuda AuxEjecuteitor y otras peripecias igualmente regocijantes. De la edad de jubilación hablaremos más adelante. Aún hay tiempo hasta los 67,68,69,70. Como todos los funcionarios del 3001 son robots bien podrían jubilarse a los 500 años o no hacerlo nunca. Un robot nunca se queja, por eso es un robot.



COMENTARIO MÍSTICO DE MILAREPA

No hagan caso de paraísos artificiales, de economías sin altibajos ni crisis, de futuros sin problemas, repletos de ocio, de robotinas en bikini, y de dinero virtual que se consigue con solo respirar. Ser humano conlleva un dolor permanente. Ser humano es aprender las lecciones tras cada crisis. Ser humano es poder decir no y aceptar las consecuencias. Ser humano es aceptar con dignidad las desgracias de la vida y luchar por la justicia, por la verdadera justicia, porque el maestro Jesús ya lo dijo: Bienaventurados los que luchan por la justicia.

No acepten que los transformen en robots. No hagan caso de dogmas mecanicistas. La economía no es como es porque no puede ser de otra forma. Eso es puro mecanicismo. Los humanos la manejan y la economía es un instrumento en sus manos. Si nos proponemos metas humanas y somos solidarios descubriremos que la economía funciona (¡Milagro!) y que algún día nos podremos jubilar a una edad razonable y que los funcionarios de justicia nunca serán sustituidos por robots y que los parados encontrarán trabajo cuando los cabezas cuadradas dejen de pensar en la matemática y piensen en el ser humano.

Algún día les hablaré del ser humano, como algo más que un cóctel de hormonas o una fábrica de genes. Algún día descubrirán que solo el lado espiritual del ser humano le librará de su crisis permanente, de su ruina. Porque mientras pensemos que solo somos cuerpos o estructuras de ladrillos genéticas ambulantes nos resultará complicado ver al otro como a un hermano. Cada uno luchará a muerte por lo suyo y las soluciones que nos daría la solidaridad habrá que buscarlas en guerras fratricidas entre robots. Entonces podrá ocurrir que se fije la edad de jubilación a los cien años, que los gobiernos saquen de la crisis a la banca y al sistema financiero y dejen hundirse a los trabajadores. Todo dependerá del sistema político, de los votos y de las estrategias. Digan no. Somos humanos. Queremos que se nos respete, que se nos considere como a tales y que se dejen del mecanicismo de las crisis. Un ser humano solidario sabe cómo salir de cualquier crisis y un ser humano que luche por la justicia sabe cómo enfrentarse a las injusticias. En otro momento les hablaré de su lado espiritual. Ahora sigan con la crisis.



NOTA DEL NARRADOR PARA SUS FUTUROS TELESPECTADORES

Nada de lo que aquí se cuenta es verdad, ni ha sucedido, ni sucederá nunca. Todos los personajes que aparecen son ficticios, puesto que como todos ustedes saben Japón aún no se ha puesto a fabricar robots como churros.

Así pues disfruten y ríanse como yo a carcajadas. Ustedes no están en una playa de Hawai, con éstas bermudas horripilantes, pero aún desde su oficina podrán echar a volar la imaginación y divertirse un rato… hasta que llegue el monstruo de humo, como en Perdidos, y tengan que salir por piernas.

No se crean nada, como no se lo creían los protagonistas de Perdidos, y ya ven dónde están ahora, luchando por su supervivencia, dando vueltas y más vueltas a la noria del tiempo que los lleva de una dimensión a otra, los trae, hace que se olviden, luego recuerdan, luego vuelven a olvidar y están aquí y están allá, como dicen que sucede en el universo de la física cuántica.

Nada es cierto, nada es verosímil, pero sigan mi consejo: metan sus ahorros en un calcetín y así la próxima crisis no se los llevará consigo; cuando oigan hablar de Japón y sus robots, échense a temblar; cuando escuchen las trompetas del Apocalipsis salgan pitando… por si acaso.

Les agradezco mucho su seguimiento de este culebrón que aún está en fase de guión. Me consta que antes han seguido otros, pero no los había escrito este su seguro servidor.

Quiero dejar bien claro que los comentarios a pie de página no son míos. El profesor Cabezaprivilegiada es un chalado. No le hagan caso. En cuanto a Milarepa, es un joven monje budista, un santo, un cielo de hombre, pero no tiene los pies en la tierra. Anda predicando el advenimiento de una futura humanidad solidaria y sin crisis, olvidada del materialismo y dedicada al espiritualismo y a la meditación. Sus reflexiones pueden ser muy profundas. Pero no se dejen engañar por ellas. Lo único que tocarán sus manos será el dinero. Si hay paro no comerán, si no tienen techo se mojarán… La espiritualidad está muy bien, pero para Milarepa, quien vestido con su túnica azafranada predica nuestra próxima reunión en el Todo, nuestra condición de hijos de la luz, de Dios. La espiritualidad está muy bien para Milarepa, quien baja los ojos a sus pies desnudos cuando observa de lejos a una señorita en bikini, aunque esté en la playa. Nosotros, los menos espirituales, solo creemos en lo que vemos y palpamos.


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