sábado, 27 de octubre de 2018

CEMENTERIO DE HALLOWEEN II


















CEMENTERIO HALLOWEEN II

Me apresuré hacia donde se veían luces y se escuchaban coplillas y músicas. Tal vez, pensé, me encuentre con viejos amigos, con Mujersol, con Teseo, con Cyrano, con... Pero hubiera sido demasiada casualidad. No sabía dónde me encontraba, tampoco sabía exactamente dónde vivían MujerSol y Teseo, a pesar de que me habían dado sus señas. ¡Vaya usted a saber dónde se encontraba el cementerio Hallowen!

Era posible que muy al norte, cerca del territorio gringo. Entonces caí en la cuenta que mi cansada vista y la noche me podían haber jugado una mala pasada.

No se trataba de "Cementerio Hallowen" sino de "Hello, gringo, ven". Acortado en Hellovén.

A mí al menos se me hubiera ocurrido gastar esa broma, de haber sido mexicano. Aunque me parecía que los mexicanos eran muy discretos, educados y elegantes. Al menos esa conclusión saqué cuando me visitó Teseo en España.

Caminaba linterna en ristre, temblando de incertidumbre y deseando un tequilita para mis nervios, cuando desde detrás de una tumba me salió una figura al paso.


Me detuve asustado y mi corazón golpeó contra mi pecho, plof y plof y más plof. No cabía duda de la naturaleza de la figura encontradiza. La cara lívida, ojeras y círculos rojizos en los ojos, dentadura podrida y un traje de charro mexicano sobre su delgada silueta.

No encontraba palabras para dirigirme a él. Sin embargo él si las encontró para saludarme con mucho cariño.

-Hola amigo Slictik. He oído hablar mucho de usted.

-No sé si eso será bueno o malo. Que los muertos hablen tanto de mí. ¿Cuál es su nombre, amigo?

-Don Segismundo, para servirle.

-Si quiere servirme me vendría bien un trago de tequilita, para calmar los nervios y entonar el cuerpo. Por cierto, ¿no será usted ese de "La vida es sueño" de Calderón?

-Aquí tengo una botella de tequila que los muertos fabricamos para este día tan señalado. Si quiere algo comestible también he arramblado con productos típicos de la tierra, de la fiesta que están celebrando al otro lado de este cementerio.


Me tendió la botella y bebí un buen trago. Era fuerte, muy fuerte, buen tequila, pero con un sabor raro, como a raices de árboles milenarios y a bayas recogidas tres mil años atrás. Muy fuerte y muy añejo, sin duda.

Necesitaba el trago para enfrentarme a Don Segismundo pero también para bajar la comida. Dando vueltas por ahí me encontré una taberna mexicana donde me puse ciego de comer frijoles con carne, bien picantitos, y ahora me saltaban en la barriga. El tequila me vino soberbio para diluir la danza de la panza. Lo que no esperaba fue que algo me viniera a la boca y saliera sin poder remediarlo.

-Bruaaff.... Bruaaafff

Eran eructos poderosos que me dejaban el cuerpo más tranquilo, aunque la preocupación por cómo se tomarían lodifuntos semejante falta de respeto, y más Don Segismundo, allí presente, me hizo poner la mano en la boca como un silenciador.


-En vida me llamaban Don Segismundo, ahora no me llaman, por eso he tenido que salir a buscar compañía en fecha tan festiva. En cuanto a si la vida es sueño a mí al menos se me pasó en un sueño, lo malo es que la muerte es dormir más que otra cosa. Teniendo en cuenta que la vida es sueño y la muerte dormir profundo yo diría que el ser humano duerme más que un lirón. Sin tiempo para la reflexión y el cariño. Lo que más eché de menos en via fue el cariño y lo que más hecho de menos en la muerte es el cariño. ¿Podría darme un abrazo, Slictik?

Yo deseaba acercarme a la fiesta por si podía ver por allí mis viejos y queridos amigos y también por encajar a Don Segismundo en un ambiente donde me diera menos miedo. No obstante me acerqué hasta él y le dí un fuerte abrazo. Era tan delgado que yo diría que estaba en los puros huesos. Sin carne para atenuar el choque sentí como si abrazara a un esqueleto.

-Siéntese amigo sobre esa tumba y tome un traguito más, que veo que le gusta este tequilita. Yo tomaré otro para animarme.

Hice lo que me aconsejaba, justo a tiempo, porque no me sostenían ya las piernas. Pero no pude evitar lo que me ascendía por el tubo hacia la garganta.

-Bruaaafff...

-No se sienta molesto. Es señal de buen provecho y a los muertos no solo no nos enfadan sino que sentimos envidia. Los gusanos comieron nuestras carnes (¡Para lo que las necesitábamos!) y ahora con los huesos no podemos ni abrazarnos sin sentir las aristas.

-¿Por qué no me cuenta la historia de su amarga vida?

Eché un buen trago de la botella que me tendía y se la devolví. Él echó otro y se dispuso a contarme, no sin antes abrir su boca en una sonrisa que me permitió ver una dentadura podrida y una boca profunda, como la puerta del infierno.

-¿Por qué piensa que la vida de los difuntos ha sido amarga? ¿Por qué ya no estamos vivos? La mayoría de las veces la vida es más amarga que la muerte. ¿Mi vida amarga? Jeje

-Me alegra de que sea usted una de las excepciones a la regla. Imagino que si hiciéramos una encuesta entre los vivos la gran mayoría pensaría que su vida es amarga.

Continuará .
Slictik




No hay comentarios:

Publicar un comentario