jueves, 30 de julio de 2015

EL GRAN TEATRO DEL MUNDO...ANIMAL




Esta escena la he escrito para un grupo de amigos que acostumbran a hacer un pequeño sketch en sus cenas. Este fin de semana tienen una. Se me ocurrió porque hace una semana estuve en "la granja" de Bautista, el mismo que viste y calza en las Historias de Bautista. Su cerdita había tenido ocho cerditos, preciosos. El cerdito Vicente comía apaciblemente. La tortuga Milenaria le seguía para ver si le daba un buen remojón con la manguera. El gallito peleón no cesaba de cantar y de pasearse enseñando el pecho. Había patitos, pollitos, una oca que marchaba a paso militar. Aquello era como la granja de George Orwell, solo que en bueno, un lugar apacible y maravilloso. Saqué unas cuantas fotos que espero pueda subir para ilustrar este texto. Luego hablamos, espero contar la conversación en un próximo capítulo de las Historias de Bautista.

Esta fábula animal está dedicada a Helena que subió un hermoso fotopoema del que se deduce su inmenso amor a los animales. Y por supuesto, también está dedicado a todos los que aman a los animales.





EL GRANJERO FELIZ

FÁBULA CÓMICA EN UN ACTO

PERSONAJES
EL GRANJERO FELIZ
LA VACA PACA
EL TORO HELIODORO
LA CERDITA HACENDOSA
EL CERDITO VICENTE
EL GALLITO PELEÓN
LA GALLINA CLUECA
LA PATITA CUAQUITA
EL PATITO CUAQUITO


ESCENARIO

El granjero feliz está de pie, delante de su silla. A su alrededor, sentados en sus correspondientes sillas están el resto de los personajes. Pueden llevar máscaras del correspondiente animal o simplemente se presentan imitando el sonido del animal.

EL GRANJERO FELIZ, dirigiéndose al público.



-Todos los días, al caer la tarde, mientras se pone el sol, sea verano o invierno, me reúno delante de mi granja con todos los animalitos. Son mi única compañía desde la muerte de mi esposa. Mis hijos están lejos. En mi granja no hay Internet, ni televisión, no tengo teléfono ni whasap. Solo les tengo a ellos. Hablamos como amigos y nos contamos nuestras cuitas.

Dirigiéndose a los animalitos sentados frente a él.

-¿Alguno de vosotros quiere contarnos algo?

Se levanta la vaca Paca.

-Muu, muu, muuuu. Yo tengo algo que decir. Soy una vaca feliz, me conformo con un poco de hierba fresca y algo de terreno para pasear. Pero debo protestar. Quiero que mi protesta conste en acta.

El granjero feliz que ha sacado de su bolsillo una libreta y un bolígrafo comienza a escribir. Luego levanta la vista y habla con Paca.

-Tu protesta constará en acta. ¿De qué quieres protestar?

-Protesto de que todas las noches me toques las ubres para sacarme la leche. No me gusta y además te quedas con todas las ganancias.

-¿No te parece justo? Yo pongo la granja, pongo los medios de producción, os doy de comer gratis. ¿No es justo que me quede con las ganancias? Además, ¿para qué las quieres tú?

-No es justo. Yo como la hierba, la rumio, produzco la leche y no recibo nada a cambio.

-¿Quieres dinero a cambio? ¿Lo vas a rumiar también?

-Quiero más campos de hierba y quiero que compres más vacas. El toro Heliodoro no me deja en paz, quiere hacerme terneritos a todas horas, terneritos para el matadero y para que tú tengas más dinero en el banco.

-Que hable el toro Heliodoro.

-Muu, muu, requetemuu. Bueno, ejém, a mí no me importaría que compraras más vacas, así dejaría en paz a Paca, solo le haría terneritos una vez a la semana, o puede que ni eso. En cuanto a los terneritos son mis hijos y no me parece bien que los vendas para carne y que humanos caníbales se los coman. Quiero que conste en acta mi protesta y quiero más vacas. He dicho.

-Está bien, tu protesta queda registrada. ¿Alguien más quiere hablar?

-Yo, soy la cerdita hacendosa. Gruf, gruf y gruf. Yo soy muy feliz cuidando de mi casita y de mis numerosos cerditos, pero no soporto estar encerrada todo el día. Quiero que conste en acta mi protesta. Quiero poder pasear, dos veces al día, sin bozal, con todos mis cerditos a mi lado. Y quiero que compres otro cerdo. Vicente está ya viejo, le cuesta hacerme cerditos. Resopla como una locomotora cada vez que tiene que hacer cerditos. Un día de estos le va a dar algo.

-Que hable el cerdito Vicente.



-Gruf, gruf y más gruf. Reconozco que estoy viejo. Tal vez debería irme a un asilo para cerdos. Pero si compraras otra cerdita, más joven, tal vez no resoplara tanto haciendo cerditos. Quiero poder pasear también, todo el día encerrado en la celda, no puedo ni dar dos pasos para estirar las piernas. Y quiero que mis hijos tengan una vida libre y respetable. No quiero que sean alimento para caníbales. He dicho.

-¿Alguien más quiere hablar?

-Yo, yo quiero hablar. Kikiriḱí, el gallito peleón está aquí. Soy feliz, muy feliz, paseando entre mi harén, la cresta alta, picoteando donde quiero. Todos me respetan. Pero hay demasiadas gallinas en el gallinero. Deberías comprar otro gallo, aunque nos tuviéramos que partir la cresta a espolonazos de vez en cuando. Uno siempre debe aspirar a más, a ser más feliz. Y quiero que mis pollitos sean felices, comer pollo es canibalismo. Todos los huevos deberían ser fecundados. He dicho.

-Yo soy la gallina clueca. Po-po-po poponé. Po-po-pó poponé. Quiero un gallo para cada gallina, y que trabaje duro, nada de estar todo el día cantando y sacando pecho. Que cuide a sus pollitos como lo hago yo. Que colabore en las faenas del corral. En nombre de todas mis hermanas quiero la igualdad, quiero la libertad de elegir gallo y que se legalice la pareja de hecho. 

-Cuá, cuá, cua-cuá. Soy la patita Cuaquita y quiero expresar mi agradecimiento al señor granjero. Nos da de comer, nos permite bañarnos en el estanque, nos permite pasear por donde queremos. Que cada uno viva como quiera. Vive y deja vivir. Nosotros somos muy felices. El patito Cuaquito me quiere mucho, nuestros patitos nos quieren y nos dan piquitos todo el día. Somos un matrimonio feliz. Solo queremos que se deje de fabricar el foi de pato. ¡Abajo el foi de pato!

Todos, incluido el granjero, gritan.

¡Abajo el foi de pato!

De pronto el granjero se rasca la cabeza.

-Esto. A mí me gusta mucho el foi de pato. Pero desde mañana untaré foi de soja en mi tostada.

Bien, bien. El granjero presidente, el granjero presidente. Gritan todos.

-Bueno, esto es una democracia- dice el granjero- todos a votar.

-Cuá, cuá y requetecuá. Falto yo por hablar. Soy el patito Cuaquito. Me parece mal que siempre se me deje el último y no se me permita hablar. Soy igual que los demás, aunque tenga una pata a la birulé. No es culpa mía. Me pisó el toro Heliodoro. Debería haber urbanizaciones para cada raza. El que quiera hacer visitas que las haga.

Todos gritan: ¡Abajo el racismo! ¡Abajo el racismo! 

-No soy racista. Solo realista. Los grandes con los grandes y los chicos con los chicos.

El granjero que ha estado sentado escribiendo se levanta. Se dirige al público.

-Y así todos los días. Somos felices, nos queremos, pero cada cual tiene su protesta diaria. Todo es mejorable, hasta la democracia. Ñoras, ñores, ustedes también pueden ser felices. Trabajar duro y tener amigos, no le pido más a la vida.

TELÓN

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