martes, 10 de noviembre de 2015

CARNAVAL EN EL JARDÍN DEL EDÉN III




CARNAVAL EN PRIMAVERA EN EL JARDÍN DEL EDÉN

Cayó la noche sobre el jardín del Edén o Paraíso terrenal, que por ambos nombres sería conocido a lo largo de la dilatada historia del planeta o valle de lágrimas como lo llamaron algunos. El hecho de que fuera un paraíso no significa que tuviera que ser de día las veinticuatro horas, de hecho hay para quienes la noche es el paraíso y el día el infierno. Y el hecho de que en el paraíso no hubiera tiempo no significa que no fueran horas las que costaron al millonario seguir el desfile carnavalesco a lo largo de una oscuridad difusa y confusa, maldiciendo de sus pies desnudos que atrapaban todos los cardos que había en el jardín (hasta la más bella rosa tiene alguna espina, especialmente en la cintura). 

Sonaba la música de las comparsas en la clara noche del jardín del Edén (antes habíamos dicho que era confusa, lo que no contradice lo anterior puesto que en el paraíso todo puede ser claro y confuso al mismo tiempo, o sea relativo o cuántico) y el gran desfile carnavalesco pasó el equinoccio nocturno y entró en primavera, como sin saberlo, por eso se la llamó “prima” “vera” o sea la primera verdad con que se topó el desfile, que serían muchas más y algunas tan malignas y terribles como el gusano en la manzana. 

Fue una suerte porque los magullados pies del millonario Slictik se acolcharon en un suelo de flores primaverales y virginales y las amapolas refrescaban sus tobillos y pantorrillas y estas bellísimas y encarnadas flores podían ser vistas por todo aquel que tuviera ojos, porque al llegar al Edén, como contrapeso a estar desnudos, fueron dotados de infrarrojos en los ojos. Y todos al percibir el florecimiento primaveral bebieron como Dionisos y Dionisas el licor o ambrosía de elevado octanaje que el profesor Cabezaprivilegiada había fermentado a toda prisa en tinajas de madera, con las frutas arborícolas, y así alcanzaron la solera de un buen vino en un vino y se fue, porque el tiempo en el Edén es caprichoso y corre que se las pela cuando le interesa. 



Y con tanto vino y licor las alegres gargantas se explayaron en cantos gregorianos y en contrapuntos y fugas y la alegría y la felicidad hincharon los pechos, especialmente los de las damas, y los ojos turbios por el alcohol de los caballeros se volvieron más turbios y libidinosos y por el camino se fueron quedando unos y otras, otras y unos, escondidos entre matorrales y sobre el suelo alfombrado de florecillas o “floreciglias” como dirían con el tiempo y mucha historia unos cómicos hispanos. Y el desfile carnavalesco perdió adeptos pero no así intensidad, puesto que los músicos tocaban que se les pelaban las manos y las damas bailaban desnudas (la piel muy tatuada, pero como era de noche no se les veía bien) y las damas desnudas daban de beber a los caballeros tatuados pero desnudos y todo el mundo estaba alegre y era feliz. Por eso al jardín donde estaban Adán y Eva, nuestros primeros padres, se le llamó el jardín del Edén, donde las damas dicen “ven” y los caballeros “voy “ y todo susurra en el aire, ven, ven, ven al jardín del Edén. Y se le llamó el Paraíso, porque todos por el camino iban diciendo a las parejas que retozaban entre flores y amapolas, para, para, que te piso. Con las contracciones lingüísticas que sufrió la lengua embarazada no es de extrañar que el “para que te piso” se transformara en paraíso, y era terrenal porque la tierra acogía a todo aquel que la besara y no le negaba su fruto, como ocurriría más tarde, cuando llegara el mal y todo el mundo tuviera que besar la tierra reseca y a cambio recibiera lágrimas en la frente. 



Y nuestros primeros padres, Eva y Adán, Adán y Eva, estaban muy contentos de tener tanta progenie sin previo embarazo y de que el tiempo se hubiera comprimido con tanto tino que allí hubieran llegado abuelos y nietos y tataradescendientes sin haber pasado antes por su vientre. Pero como les pareció mal que tan inmensa muchedumbre carnavalesca retozara sin su permiso, sin haber retozado ellos antes, decidieron perderse el desfile y encontrarse tras tupidos matorrales, sobre el florecido césped y buscar en el pecado el deseado embarazo, pero como aún no habían comido la manzana y descubierto que estaban desnudos y que mirarse y tocarse era pecado, Eva no se embarazaba ni a la de tres, y eso que se tocaban mucho, pero como entonces tocarse no era pecado, no se producía el castigo del embarazo y el parto con dolor. Y así retozaron nuestros primeros padres toda la noche y así continuó el desfile carnavalesco y la primavera asomaba su rubia cabecita tras el dorado horizonte y la primera alborada de la primera primavera del mundo se fue haciendo presente ante los ojos cerrados de la mayoría y los últimos suspiros de los retozantes.



Continuará… si no castigan a este narrador por crónica tan blasfema.


EL ÁRBOL DE LA CIENCIA DEL BIEN Y DEL MAL

Nadie recuerda nada tras una noche de carnaval “comme il faut”, ni nuestros amigos, que se bebieron todo el alcohol destilado por el profesor Cabezaprivilegiada, ni este narrador que se animó a celebrar el carnaval por su cuenta, entre párrafo y párrafo, bebiendo todo lo que quedaba en mi bar casero. Me disculparán ustedes si aligero un poco la narración y procuro estar sobrio, aunque con la inevitable resaca pos-carnaval.

Aquella tarde todos se levantaron con resaca en el Jardín del Edén (que será edénico pero no tonto, el que la hace la paga) y donde pudieron y como pudieron. Podría decir que se organizó una buena orgía carnavalesca, pero no sería muy cierto, dado que el alcohol no es precisamente un afrodisíaco y aunque lo fuera o fuese lo cierto es que si no te acuerdas de lo que hiciste aquella noche y con quién, es como si no hubieras hecho nada.

Nuestros primeros padres, que habían pillado la primera borrachera de su vida, antes de que su descendiente Noé probara la uva pisada y fermentada, y que sabían muy bien lo generoso que podía ser aquel jardín, se acercaron a un árbol cualquiera y pidieron una fruta jugosa y medicinal. La fruta cayó del árbol y ellos se la comieron y se sintieron mucho mejor. Los resacosos huéspedes del jardín hicieron tres cuartos de lo mismo y se sintieron mejor, pero la desgracia siempre tiene nombre, venga sola o acompañada, y en este caso su nombre es Slictik, concretamente millonario Slictik. Su esposa Karen Lactic le ofreció una manzana del árbol del que habían comido ya todos, pero este buen hombre, sea porque se sentía celoso de las miradas de Adán a su costilla o sea porque siempre tenía que llevar la contraria en todo a Karen, lo cierto es que dijo que él de aquella manzana no comía. Se puso las manos sobre los ojos, como anteojeras de burro, y mirando al gran árbol copudo que elevaba sus ramas y su grácil tronco en medio de la llanura o sabana, comenzó a dar grandes voces diciendo que él solo comería manzanas de aquel árbol.

Adán intentó convencerle de que no fuera tan cerril y comiera de cualquier otro puesto que el creador les había advertido, y bien advertido, que nunca comieran de aquel árbol o sufrirían las consecuencias. Incluso Eva se acercó, cariñosa, y comenzó a hablarle con seductora voz y a prodigarle todo tipo de caricias, algunas muy íntimas. Tal vez en otro momento el millonario Slictik se hubiera olvidado de Karen y de Adán y de dónde y como pasaron o no pasaron la noche y lo que hicieron o deshicieron, contemplando a aquella espléndida rubia (la primera de la humanidad, y sí Eva era rubia digan lo que digan algunos historiadores) que estaba tan desnuda y maciza como el creador la había traído al mundo. Pero el millonario Slictik era muy suyo, muy cerril y muy cabezón, y decidió que no se olvidaría de la presunta infidelidad de Karen con Adán recreándose él con Eva y que si decía que iba a comer la manzana de aquel árbol, se la comería, así llegara el Apocalipsis y el cielo cayera sobre su cabeza.



Foto abducida a Patxii porque me pareció espléndida para representar la primevera que se nos va, y todo por culpa del millonario Slictik, a él es a quien hay que pedir cuentas. 

Fueron inútiles las súplicas de nuestros primeros padres y las de Karen, deshecha en lágrimas, y las de todos los desfilantes carnavalescos, muchos y variados, Slictik se mantuvo erre que erre y se lanzó a toda carrera hacia aquel árbol copudo. Los demás le siguieron, curiosos los que nada sabían y cariacontecidos los que sí sabían (Adán y Eva) y hasta Milarepa se barruntaba algo porque decidió sentarse en postura del loto y levitar hasta el árbol, donde llegó antes que Slictik y los demás.

Tan pronto el cabezón millonario estuvo bajo sus ramas suplicó una manzana jugosa. Entonces una sibilina serpiente se manifestó (había permanecido camuflada todo el tiempo) y le ofreció una manzana al buen hombre. No se sabe muy bien si fue un descuido de la serpiente, que dejó que Slictik viera su cara demoniaca, de demonio macho sin ir más lejos, o bien que la imaginación celosa del hombre le representó a la serpiente como una serpiente macho y no hembra, el caso es que se negó a comer la manzana, al menos el primero. Su esposa Karen se acercó y con paciencia infinita decidió comérsela ella primero, al menos dar un mordisco, para que Slictik comprobara que no estaba envenenada. Pero fue Eva la que se adelantó a todos, y como madre universal que era, generosa hasta las caderas y dispuesta a sufrir cualquier castigo que mereciera la humanidad, tomó la manzana de la boca de la serpiente y se dispuso a llevársela a la boca. 

Antes miró a todo el mundo, consciente de que la historia de la humanidad se bifurcaba en aquel momento y lo que pudo haber sido una historia de miel sobre hojuelas se convertiría en la demoniaca caza del hombre por el hombre. Miró especialmente a Milarepa, que levitaba frente a ella, con los ojos muy abiertos, dudando si impedir la desgracia kármica o dejar que el karma actuara con todas sus consecuencias. Podía haber meditado con los ojos abiertos y tal vez hubiera hecho dudar a Eva, pero como no pudiera resistir la visión de sus encantos y la desnudez de sus formas, cerró los ojos y entró en meditación profunda. Eva se encontró sola frente al mundo y decidió comer la manzana y sufrir la maldición correspondiente. Y así nos encontramos con la paradoja de que por evitar un pecado y resistir a la tentación, concretamente de lujuria (el bueno de Milarepa), Eva comió la manzana y le pareció muy sabrosa y dio de comer a su esposo Adán, que comió el segundo y luego el millonario Slictik se la arrebató, pensando que podría partir la manzana en acciones y venderlas en bolsa, y también comió un poco para probarla y se la ofreció a Karen y así fueron comiendo todos.

Y he aquí que se escuchó una gran voz y el cielo se nubló y se hizo de noche en pleno día y la primavera se agostó y el verano tórrido quemó las flores y los frutos y toda la tierra se volvió yerma y el jardín se convirtió en erial y… Pero me disculparán que deje el final para un próximo capítulo, con tanto hablar del calor ¡me han entrado unas ganas de echarme la siesta!


Foto de Espartano

CÓMO TODOS SALIERON DEL EDÉN LA NOCHE DE SAN JUAN Y CÓMO NUESTROS PRIMEROS PADRES QUEDARON COMO ESTABAN, DESNUDOS, PERO AVERGONZADOS.

Saber distinguir el bien del mal no es difícil, el problema viene después, cuando ese conocimiento transforma nuestras vidas en un tormento, porque ya no podemos decir lo que dijo un corrupto cuando le interrogaron sobre una operación más propia de magia económica, con chistera incluida, que de lógica matemática: No soy consciente de ello.

Aquella mañana del pecado, en la que el millonario Slictik se puso cabezón, solo por llevarle la contraria a Karen, lo que hacía con frecuencia y siempre con severas consecuencias, pero estas vez mayores al estar en el jardín del Edén y bajo el árbol de la ciencia del bien y del mal, y pecó Slictik por cabezón y pecó Karen por maternal y pecó Eva por querer ser madre universal antes de tiempo y al final todos pecaron, ocurrieron muchos acontecimientos que no conté en el capítulo anterior porque el calor me invitaba a la siesta. 

Foto de Juaninda



Aquella mañana primaveral, finales de primavera para ser exactos, que luego se transformaría en verano tórrido y fogoso, se escuchó una voz que venía desde lo alto, y por lo tanto solo podía ser de Dios, porque aún no existían los astronautas, que semejaba el rayo, el trueno y la tormenta, y como en el Edén nunca hubo tormentas nuestra madre Eva no tuvo duda alguna en adjudicársela a la divinidad. Aquella voz era conminatoria y judicial, dictaba sentencia sin juicio y daba por hechos probados, sin abrir periodo de prueba, y daba por delito sin presunción de inocencia y letrado que todo lo enredara, y con la disculpa de que todo lo había visto, porque Dios todo lo ve, condenaba a la buena de Eva por una culpa que debería haber caído toda ella sobre el gran cabezón del millonario Slictik, y al condenarla a ella, en representación de toda la humanidad futura, todos fuimos condenados al pecado original. 

Karen alzó la mano ante el Dios invisible y cuando iba a señalar con el dedo a su marido y elevar la voz para acusarle de ser culpable de todos los males, pasados, presentes y futuros, una tos horrísona se lo impidió. Quería insistir en defender a Eva, como madre suya, como congénere, como amiga, pero un carraspeo apocalíptico se lo impidió. Esta fue la razón, y no otra, de que Eva se quedara con toda la culpa, cuando no la tenía, y no pudiera defenderse y poner en claro lo que desde aquel momento ya no dejaría de ser oscuro, muy oscuro.

El millonario Slictik se encontraba abismado en sus pensamientos que eran parecidos a estos: ¿No habrá manera de salir de aquí, aunque sea por un agujero en el suelo? Y si nos quedamos, ¿cómo hago yo para seguir siendo millonario? Y en estas estaba cuando el vozarrón divino dijo algo que le llamó mucho la atención: Y comerás el pan con el sudor de tu frente. Como tergiversador nato que era Slictik creyó escuchar aquello de “comerás tu pan con el sudor del de enfrente”. Y cuanto más se lo repetía más convencido estaba de ello. Fue entonces cuando comenzó a diseñar la economía, la bolsa y todos aquellos mecanismos que permiten a unos vivir del sudor de la frente de los de enfrente. Ya no quiso saber más del sermón divino y casi ni se apercibió cuando un ángel con espada flamígera les ordenó salir de allí. Por desgracia el agujero de gusano creado por el profesor Cabezaprivilegiada y por Carl Future había tapiado todas las puertas del jardín del Edén, también llamado paraíso terrenal, y ni se podía salir ni se hubiera podido entrar, caso de que alguien lo hubiera intentado. Perdida la paciencia el ángel flamígero incendió el cielo y un horrible calor comenzó a soplar sobre el jardín, agostándolo todo. Mejor dicho el calor no soplaba, lo que hubiera atenuado la temperatura en el horno, como si en él se hubiera introducido un ventilador, sino que se posaba sobre la vegetación y la quemaba, daba vueltas alrededor de aquel acongojado grupo y todos comenzaron a sudar y sudar. Y fue el sudor y no el sexo, como piensan los mal pensados, el que hizo que nuestros primeros padres se apercibieran de que estaban desnudos y sintieran una gran vergüenza del olor que se desprendía de ellos, porque en aquellos primeros tiempos no se había inventado el desodorante ni las grandes compañías de higiene personal habían troceado los olores y los habían puesto a la venta en la bolsa, en forma de acciones.


Foto lombroso

Y donde antes hubo primavera ahora llegó el verano sin haber pasado aún por la noche de San Juan, y donde antes hubo frescor y arroyuelos susurrantes y frutos que caían de los árboles a poco que se lo pidieras, y donde antes todo era felicidad y orgía carnavalesca, ahora se tornó en suelo quemado, vegetación esquilmada, sudor y sudor. Y con el sudor llegó la sed y tras ella el hambre y todo el mundo se dispuso a buscar pan mientras se enjugaban la frente y agua, aunque fuera putrefacta, para aliviar sus lenguas hinchadas. Y cada uno se desperdigó como pudo y el millonario Slictik se quedó bajo el árbol copudo, disfrutando de la poca sombra que quedaba y fue entonces cuando escuchó la voz sibilina de la serpiente o demonio, lo que aprovechó para hacer un montón de preguntas, todas malévolas, todas pensando en el mal del prójimo. Y tras esta primera conversación demoniaca, nuestro millonario se lanzó a crear el capitalismo de la nada. La moneda le fue entregada por la serpiente tentadora, de ahí que al metal se le llame “vil” y al oro “hediondo” y al becerro de oro “capitalismo”. Y le fueron entregados pagarés y cheques y acciones en blanco que el millonario rellenó utilizando como pluma la lengua bífida de la serpiente.

Y como nuevo profeta el millonario Slictik se lanzó tras los sufridos trabajadores para convencerles de que recolectaran frutos para él a cambio de monedas metálicas y cuando se le acabaron les prometió más firmando pagarés y cuando comenzó a acumular las primeras riquezas de las que se tiene noticia en la historia de la humanidad, las troceó metafóricamente en acciones y duplicó sus riquezas y luego las triplicó y cuadruplicó, y cuando los sufridos trabajadores que se ganaban el pan con el sudor de su frente comenzaron a comprar acciones y el dominio de la empresa o Holding del millonario estuvo en peligro, forzó una quiebra y las acciones de los trabajadores se convirtieron en cagarrutas de pájaros, mientras que sus acciones se transformaron en oro gracias al sudoroso trabajo en las minas de los más desposeídos entre todos los proletarios.



Foto Muliterno.

Y todo esto lo logró en unas horas, el capitalismo salvaje necesita poco tiempo para establecerse sobre las espaldas del proletariado. Por suerte para todos aquella noche, la noche de San Juan (mientras los explotados encendieron grandes hogueras y comenzaron a saltar sobre ellas al grito de: “prefiero que me chamusque el culo la hoguera que lo haga el millonario Slictik.”) y nuestros primeros padres confeccionaban poderosos amuletos de magia negra para echar de allí a todos los indeseables, y algunas parejas buscaban playas solitarias, sin encontrarlas, para equilibrar la explotación con el sexo, y mientras sucedían más cosas que no quiero contarles para no extenderme en demasía, la llama encabritada de una hoguera hizo que algo se reflejara en la muñeca de Carl Future y este comprendió que se trataba de la pulsera que el profesor le había entregado para controlar el agujero de gusano. Y no tardó ni un segundo en tomar una decisión. Estaba harto de todo aquel desmán capitalista del millonario Slictik, por lo que pensó en una isla desierta y apretó el botón de la pulsera.


¿Qué ocurrió en aquella noche de San Juan? ¿Dónde fue a parar Carl Future y los otros? ¿Cómo quedaron Adán y Eva en el paraíso terrenal que ya no era tal paraíso y en el jardín del Edén, que ya no era tal jardín, aunque se continuara llamando Edén? Bueno, a esta última pregunta sí puedo contestarla: quedaron muy aliviados, y al cabo del tiempo Eva descubrió que estaba embarazada, no supo de quién, y nació un hijo con el color de la piel tostada, a la que hoy llamarían negra, y de ahí que entre los descendientes de Adán y Eva haya hijos, hermanos nuestros, de piel oscura, porque eso de que les quemó el sol, no cuela, aunque el sol quemaba y quema mucho. Y con el tiempo fueron apareciendo otros hijos de diferentes colores, cobrizos, índigo, rojos, anaranjados, amerindios y otros muchos colores y razas que se han perdido, muchas debido al exterminio y genocidios varios. Algunos de ellos tenían un no sé qué de Adán y otros parecían más bien hijos de los invasores. Y de esta forma la humanidad se fue formando, variopinta y multi-variada, porque de otra forma todos hubiéramos sido rubios, ojos azules y piel blanca, como eran nuestros primeros padres. Y de esta curiosa forma tampoco se puede decir que todos procedamos de relaciones incestuosas primigenias puesto que no todos eran hermanos, ni siquiera en el sentido amplio y espiritual de la palabra. Y ello fue debido al agujero de gusano que se formó y por donde tantos extraños entraron al jardín del Edén y una causa aún más primigenia fue la huida desde el futuro de Carl Future, de lo que se deduce que en realidad el pasado nunca pasó del todo y que del futuro nos van a venir todos los males. Y el primero de ellos fue que Caín matara a Abel, pero de ello no voy a hablar porque me enredaría mucho.

¿Qué había al otro lado del agujero de gusano y dónde cayeron todos? Eso se lo contaré durante el verano, suponiendo que tenga ganas, que es mucho suponer, que no haga demasiado calor, parece que no se arreglará, que no me sienta ya viejo y pellejo, que va a ser difícil y que logre superar el resto de las dificultades que encuentra todo narrador en su camino. 

QUE PASEN UNA BUENA NOCHE DE SAN JUAN, CON HOGUERA O SIN HOGUERA, Y POR FAVOR, ESCRIBAN TODOS LOS MALES DEL MUNDO EN UN PAPEL, O EN VARIOS, QUE CON UNO NO TENDRÁN BASTANTE Y QUÉMENLOS EN LA HOGUERA.

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