lunes, 30 de noviembre de 2015

EN EL DÍA DEL LIBRO




*Monumento a Cervantes en Alcazar de San Juan

Quiero homenajear a Cervantes y al Quijote en el día del libro. Tal vez cuando lo escribí, hace años, no me centré lo suficiente en el libro. Espero hacerlo algún día con más tiempo. El Quijote fue el gran libro de mi vida porque me abrió horizontes impensables, como lector y como escritor. Me costó un poco su lectura porque no es fácil, aunque siempre merecerá la pena para un buen lector y sobre todo para quien desea ser un buen escritor.



No quiero dejar transcurrir este año sin hacer mi humilde y peculiar homenaje al Quijote, sin duda uno de los libros de mi vida, sino el libro de mi vida por excelencia...Hace unos años inicié una de mis interminables series, intentando homenajear al Quijote reconstruyendo sus personajes y su historia en un entorno moderno. Tras darle muchas vueltas elegí la Mancha como el lugar más adecuado para situar la acción y los años sesenta como el tiempo que me venía bien para que Luis Quixote sufriera el delirio, por ingestión de hierbas, que le haría creerse el mítico D. Quijote...

Al tiempo que imaginaba y rumiaba las incidencias de esta historia fui buscando nombre para los personajes. No podían llamarse D. Quijote y Sancho Panza por respeto a Cervantes y porque aunque estuvieran basados en estos personajes inmortales la distancia que les separaba de ellos era astronómica... Luis Quixote y Paco Sancho fueron, finalmente, los nombres que más me gustaron. Sin embargo el problema básico era convertir en loco a Luis Quixote sin que pareciera una tomadura de pelo demasiado descarada. Tras darle muchas vueltas en el magín no se me ocurrió mejor idea que convertir a los personajes en hippies que regresaban a España desde San Francisco (USA) para saludar a sus familiares tras una larga ausencia.... Montados, Quixote en una vieja Harle Davidson y Paco Sancho en una destartalada moto sin pedigrí, se detienen a descansar en un motel de carretera cuando Luis Quixote decide fumarse la hierba que le han facilitado unos amigos norteamericanos de ascendencia india. Alguien debió mezclar algún hierbajo psicotrópico de rara ascendencia con el resto de las hierbas, marihuana y otras igualmente conocidas, porque al cabo de un tiempo los ojos se le quedan en blanco y tras un periodo de semiinconsciencia comienza a delirar, ante el pasmo, primero, de su buen amigo Paco Sancho, que luego sufre un ataque de pánico....

Luis Quixote está acostumbrado a las burlas que desde niño sufre de todo el mundo debido a su apellido, Quixote, de ascendencia gallega, su padre lo era, si bien su madre procedía de la Mancha, concretamente del Toboso. Esas burlas le impulsaron a leerse el Quijote de cabo a rabo, con el fin de rebatir las burlas y tener argumentos sólidos contra sus burladores. No es pues extraño que en su delirio llegue a creerse el auténtico Quijote, resucitado de entre los muertos ficticios. Como tal comienza a hablar y conducirse....

Con gran dificultad Paco Sancho convence a Quixote para continuar camino hasta el próximo hospital. Antes llegan a una venta, donde Luis Quixote decide pernoctar, no sin antes comer alguna cosilla ya que las hierbas de han producido un apetito ferz... Esa noche exigirá ser nombrado caballero andante por el ventero y de esta forma se inician sus aventuras modernas como nuevo Quixote....La idea no era mala, pero el primer episodio no me convención. Me pareció flojo y la historia quedó bloqueada y aparcada, sin perjuicio de que en cualquier momento pueda ser reiniciada con más ánimo y mejores logros....



Don Quijote es el personaje de la historia de la literatura que más me impresionó y conmovió, junto con su escudero Sancho Panza. Los personajes de locos me interesan desde siempre por motivos personales, pero hay en D. Quijote y Sancho tal humanidad, tales hechuras literarias y sobre todo esa profundización en la naturaleza humana que los hace inmortales, que ya no pude despegarme de ellos. Resultan actuales en toda época y circunstancia. No es pues extraño que un escritor sienta deseos de resucitarles, recreando su peripecia vital. Recuerdo ahora la novela de Andrés Trapiello, por poner solo un ejemplo actual, sin olvidarme del ensayo de Unamuno....

Me hice con el Quijote, en la edición de bolsillo de colección Austral, cuando estudiaba sexto de bachillerato. No habría cumplido aún los dieciseis años y continuaba mis estudios, interno en el colegio religioso, ahora en Fuenterrabía (Ondarribia como se llama ahora). ... Puede que lo comprara con la escasa propina que recibía de mis padres o tal vez fuera producto de alguno de los premios que conseguí por trabajos para la revista del colegio, en todo caso me puse a leerlo con reverencia, como se merecía esta obra maestra de la literatura universal....

Dado mi carácter colérico, mi obstinación y cabezonería, tuve que elegir el peor momento de todos los posibles. Quedaban menos de quince días para los exámenes finales, que esta vez serían en el instituto de Irún... Hasta entonces nos examinábamos en el propio colegio y las notas eran admitidas como válidas por el Ministerio de Educación. Puede que ese año cambiaran la legislación, el caso es que nos teníamos que examinar por libre en el instituto.....

Toda mi vida de estudiante fue un estudiar sin respiro, desde el primero al último día del curso. Necesitaba de la beca para poder seguir estudiando, de otra forma me hubieran hecho regresar a casa. Yo no quería ser minero, me asustaba trabajar en el fondo de una mina y ese era mi único porvenir, a poco que fuera un poco realista. Planificaba el curso aprovechando todas las horas de estudio de que disponía, sin concederme un respiro. La última semana acostumbraba a repasar con calma, sin agobios, cada una de las asignaturas....
La mayoría de mis compañeros hacían todo lo contrario, se tiraban a la bartola durante el curso y la última semana hincaban el codo con desesperación, incluso por las noches se escondían en los servicios o estudiaban, con una linterna, bajo las mantas. Intentaban memorizarlo todo, en una gesta que bien hubiera podido cantar Homero, se haber sido un vate moderno...Algunos lograban aprobar y hasta hubo quien igualó o superó mis notas, que no eran nada malas. Esto me enfurecía, me encolerizaba hasta extremos ridículos. No me parecía justo, ni mucho menos, el que yo tuviera que hincar el codo durante todo el año, mientras a ellos les bastaba con una semana. Lo mismo me ocurre con casi todo. Si tengo cultura es porque soy autodidacta, porque me leía todo lo que caía en mis manos, hasta los anuncios luminosos de las tiendas. Mis padres no pudieron darme una carrera universitaria. Entonces pensaba en hacer psicología o periodismo...
Escribo palabra tras palabra, día tras día, sin lograr grandes cosas, más bien me mantengo en una “áurea mediocritas”. Otros se han consagrado como escritores a edad temprana y dudo que hayan tenido tiempo para escribir más que yo. Eso me demuestra que no soy un hombre del renacimiento, sino un apasionado currante de la cultura. No tengo nada de genio aunque sí de trabajador infatigable. Puede que sea injusto, pero es así y debo aceptarlo...

Aquel final de curso no lo había asumido. La juventud es rebelde por naturaleza. En venganza decidí leerme el Quijote durante las horas de clase que los profesores nos dejaban para preparar los exámenes finales. No recuerdo si había ganado el curso con un trabajo para la revista o lo había comprado con mi magro estipendio mensual. Se trataba de una edición de bolsillo de Espasa Calpe, Colección Austral, que aún conservo en perfectas condiciones aunque la versión que leo ahora tiene la letra mucho más grande y está ilustrada.... Los compañeros me miraban con sorna –el empollón nos restriega por los morros que se lo sabe todo y no necesita ni repasar- y yo a mi vez les miraba con rabia.... Los primeros capítulos me resultaron muy indigestos. No estaba acostumbrado al lenguaje cervantino, barroco y arcaico. Sin embargo pronto los personajes de D. Quijote y Sancho se agigantaron en mi fantasía. Comprendí, aunque solo fuera superficialmente, lo bien trazados que estaban y la soterrada rebeldía que Cervantes sentía hacia la sociedad en la que vivió, alimentada culturalmente por libros de caballería, la mayoría mal escritos y sin pies ni cabeza. Algo así como los actuales culebrones televisivos o los reality shows de aquel tiempo. No le gustaba el mundo que le había tocado en suerte, tan injusto o más que el actual. Tras la socarronería de las situaciones que tan bien se describían en la novela, se podía percibir claramente la crítica social y el profundo análisis de la naturaleza humana....

Me dejé absorber en su lectura y sin darme cuenta se me echó encima el día fatídico. Aprobé todas las asignaturas, aunque con notas mucho más bajas de lo que en mí era habitual. Todas menos una. Me suspendieron en arte. ¡En Arte! ¡Con lo que a mí me gustaba el Arte! Era una vergüenza. Comprendí que un repasito a tiempo me hubiera venido muy bien, pero encandilado por el Quijote y sobrado de orgullo me encontré con una calabaza que hube de regar durante todo el verano...

De esta forma tan chusca me inicié en el Quijote. Durante años releería capítulo a capítulo, con algún que otro descanso, pero sin olvidarme de cumplir con una tarea, que me había impuesto planificando ya mi futura vocación de escritor. Curiosamente cuanto más profundizaba en la inmortal obra más deleite encontraba en ella...

Sin ponerme a idealizar hasta el ridículo un libro que no deja de tener sus grandes defectos, como toda obra humana, por muy maestra que sea, lo cierto es que el tiempo, que todo lo destruye, no ha erosionado gravemente la que puede considerarse primera novela en la historia de la literatura... Si el lenguaje es anticuado –no en vano han pasado cuatro siglos- lo cierto es que sigue siendo espejo del buen hablar y del buen escribir. Pocos son los que actualmente no aceptarían un elogio en el sentido de “ escribes como Cervantes” o “tienes un estilo cervantino”... Si bien es cierto que la narración lineal a menudo se interrumpe con otras historias, pastoriles o de temática diversa, también lo es que el Quijote es una historia bien estructurada, amena, llena de hallazgos y bellezas sin cuento. Hoy podríamos decir que la novela Quijote sufre con frecuencia la enfermedad del culebrón –interrupciones sin cuento que retardan el ritmo narrativo- y una prolijidad descriptiva que nos recuerda que en tiempos de Cervantes no existía el arte cinematográfico... El lector siente la tentación de saltarse esos largos incisos, así como la de intentar traducir al castellano actual muchos términos que resultan chocantes, acortar párrafos y podar frases que parecen no terminar nunca. Sin embargo basta con esforzarse un poco para que el lenguaje del Quijote resulte tan atractivo que hasta yo mismo he intentado imitarlo en la historia de Luis Quixote y Paco Sancho. Hacer hablar a Luis Quixote de temas actuales, utilizando una imitación del lenguaje cervantino, puede resultar extremadamente divertido. Lo mismo que imaginar al mismísimo Quijote caminando por nuestras calles, vestido con la ridícula parafernalia que tan bien describe Cervantes...

Los personajes, aparte D. Quijote y Sancho, están trazados de tal manera que el lector podría imaginárselos frente a sus narices con toda nitidez. Ahora mismo me viene a la memoria Ginés de Pasamonte o Ginesillo de Parapilla (cito de memoria) el malo más malo de todos los culebrones habidos y por haber. Un malo auténtico, que pone los pelos de punta, no como las imitaciones ridículas que se han dado en llamar “malos cinematográficos” o esos canallitas de los culebrones televisivos que nos hacen reír, hasta sin ganas, porque su maldad es tan divertida como la de una marioneta dando garrotazos a otra. El resto de personajes, desde el famoso vizcaíno a los duques, pasando por Maritornes, el ventero o cualquiera de los innumerables secundarios de lujo, como se dice en el argot cinematográfico, que pululan por las páginas del Quijote, son absolutamente maravillosos, trazados con mano maestra que conoce muy bien la condición humana. Resultan apasionantes para cualquier escritor que disfrute creando personajes de ficción. Uno podría centrarse en cualquiera de ellos y escribir una novela completa. Este dato por sí mismo indica, bien a las claras, la entidad de todos y cada uno de los personajes de esta obra maestra...

Mi admiración por ella me llevó a intentar resucitar a D. Quijote y Sancho Panza, los auténticos, no a los patéticos remedios –Luis Quixote y Paco Sancho- que me inventaría más tarde. Los imaginé paseando por nuestras modernas calles, entre el humo de los tubos de escape de los coches y cargando contra los semáforos, como gigantes de tres ojos. La tarea escapaba a mis posibilidades y sólo el amor por estos personajes me llevó a imaginar que podría traerlos a la vida con un mínimo de éxito...

Continuo siendo un apasionado lector del Quijote. Ahora mismo estoy releyendo la historia del Curioso impertinente, otro de los numerosos incisos de la novela –en realidad una novela corta- y a pesar de lo desfasado e ingenuo de la anécdota que da pie al relato, de lo insufrible que a veces resulta tanta prolijidad, las frases tan largas, el estilo tan recargado, me fuerzo a ello porque no hay texto en la literatura castellana donde uno pueda aprender tanto a poco que se esfuerce uno...

Aconsejo la lectura del Quijote en su versión original, sin podas y sin trasponer su lenguaje al castellano moderno. En una primera lectura el lector se puede saltar los incisos, leer capítulo a capítulo, haciendo pausas, tomándose su tiempo; leer otra novela moderna y retomar el siguiente capítulo al cabo de un mes, por ejemplo. Hay momentos del Quijote que son antológicos, que ningún lector debería desconocer y para el escritor que desea llegar alto algún día el Quijote es un espejo mágico, donde encontrará todo lo que anda buscando y aún más cosas que ni se le ocurriría buscar...Este es mi pequeño homenaje al Quijote en su cuarto centenario. Les aseguro que merece la pena el esfuerzo, lo mismo que el que supone leer el Ulises de Joyce o A la busca del tiempo perdido de Proust.

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